Nos decidimos a abortar, y juntos
nos volvimos asesinos.
nos volvimos asesinos.
No cambió nada con
el próximo período: estaba muerta, esa pareja joven
que alguna vez había abrazado la vida.
Mientras lo discutíamos en la cama, el choque
no nos sorprendió.
el próximo período: estaba muerta, esa pareja joven
que alguna vez había abrazado la vida.
Mientras lo discutíamos en la cama, el choque
no nos sorprendió.
Fuimos a la ventana,
y miramos los autos hechos un acordeón,
las esquirlas de vidrio reluciente,
como si los culpables fuéramos nosotros.
La policía retiró los cuerpos,
ensangrentados como bebés recién nacidos,
por el huequito humeante de la puerta,
los colocó en el césped, y los cubrió con sábanas
que se empaparon en el acto.
y miramos los autos hechos un acordeón,
las esquirlas de vidrio reluciente,
como si los culpables fuéramos nosotros.
La policía retiró los cuerpos,
ensangrentados como bebés recién nacidos,
por el huequito humeante de la puerta,
los colocó en el césped, y los cubrió con sábanas
que se empaparon en el acto.
Sangre empezó a caer de entre mis piernas
y manchó mis pantuflas. No me moví de ahí,
viendo cómo arrojaban a la figura atada con correas
por la abertura negra de la ambulancia, y cómo
paraban a la otra, la cabeza cubierta con vendajes,
dos manchas en reemplazo de los ojos.
La mañana siguiente me tuve que agachar
una hora en el piso, para limpiar mi sangre,
frotando un trapo húmedo por las manchas brillosas
y traslúcidas, como quien deja la sartén
largo rato en remojo
después de que la fiesta terminó.
y manchó mis pantuflas. No me moví de ahí,
viendo cómo arrojaban a la figura atada con correas
por la abertura negra de la ambulancia, y cómo
paraban a la otra, la cabeza cubierta con vendajes,
dos manchas en reemplazo de los ojos.
La mañana siguiente me tuve que agachar
una hora en el piso, para limpiar mi sangre,
frotando un trapo húmedo por las manchas brillosas
y traslúcidas, como quien deja la sartén
largo rato en remojo
después de que la fiesta terminó.
THE END
We decided to have the abortion, became
killers together. The period that came
changed nothing. They were dead, that young couple
who had been for life.
As we talked of it in bed, the crash
was not a surprise. We went to the window,
looked at the crushed cars and the gleaming
curved shears of glass as if we had
done it. Cops pulled the bodies out
Bloody as births from the small, smoking
aperture of the door, laid them
on the hill, covered them with blankets that soaked
through. Blood
began to pour
down my legs into my slippers. I stood
where I was until they shot the bound
form into the black hole
of the ambulance and stood the other one
up, a bandage covering its head,
stained where the eyes had been.
The next morning I had to kneel
an hour on that floor, to clean up my blood,
rubbing with wet cloths at those glittering
translucent spots, as one has to soak
a long time to deglaze the pan
when the feast is over.
Sharon Olds
(San Francisco, EE. UU., 1942)
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg y Mirta Rosenberg
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6 comentarios:
No puedo decir mas que: DURO!
Es muy crudo,pero parece más real que la sangre misma.
Uyyy, me dolió....beso,
Que potencia tiene el lenguaje para pintar ciertas cosas...
Intrigantes palabras, no podría sentirme más halagada de tener la suerte de que mi trabajo las acompañe.
estremecedor el relato, que llena de vida el lienzo. Alfredo Vargas
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