5 de agosto de 2019

Cecilia Araceli Olguín, 5 poemas 5


Ilustración de Edita Suchockyte
DEL CUCHILLO

Hija mía, mi tesoro
¿Qué, madre-selva?
¡No dejes el cuchillo en la pileta!
el óxido carcome la corteza
y aunque nosotras mutilemos la herradumbre
y aunque las heridas del cuchillo cicatricen
el horizonte quebrado de su filo 
caerá bajo la convicción del hueso.
En la pileta, hija mía
no dejes, mi tesoro 
el hierro del cuchillo;
también el hierro 
desparrama lo que corta
aplaca con sus tajos la corriente
del agua trémula, anhelante
de otra agua para convertirse en una.

Hija mía, mi tesoro
no abandones el cuchillo 
hija mía agua hierro
enterrado en la pileta




Ilustración de Edita Suchockyte
DE LOS ABRAZOS

Hija mía, mi tesoro
no te equivoques;
ahora mis abrazos te sostienen
desde el calor de otros cuerpos.
Sentí mi mano, por ejemplo
en la cabeza de tu perro
con cuánta dulzura posa
su barbilla en tu regazo
para no dejarte sola.
No llores más, tranquila
yo te acompaño
mi tesoro, siempre

hija mía.


Ilustración de Edita Suchockyte
DE LA PRESENCIA

No, hija, no hagas trampa
ni las hojas crujientes 
ni el barro del frente
ni el sahúmo del living
servirían de algo. 
El abrazo que dejo 
cuando vengo a visitarte
tiene el signo etéreo 
de lo ya vivido.




Ilustración de Edita Suchockyte
DE LA LLUVIA

Hija mía, mi tesoro, lo sentiste:
ha llovido mucho.
El mármol negro de la entrada, socavado
por el paso de los hombres
estanca el agua.
Ha llovido mucho y el sol
declina al sur de este vestíbulo;
el agua quieta del otoño
y el viento con su tierra patagónica
ensuciarán los pasos
de aquello que llegue a visitarte
Hija mía, mi tesoro
Ese felpudo de barro
obliga a las visitas a la marca de su huella
seca la entrada, limpia
aunque el sol desaparezca del vestíbulo.



Ilustración de Edita Suchockyte
DE LO QUE FLUYE

Como un remolino 
un espasmo tras otro
y luego, 
el remanso
para disfrutar
la placentera paz
que nos ha dado
le otre
no reniegues, hija mía , 
de tu cuerpo
no resignes, mi tesoro,
tu magnífico cuerpo
no te olvides, nunca
de tu alegre y feliz cuerpo

recuerda el amor

evoca la dulzura del espasmo
invoca tu ternura en el abrazo
convoca tu ternura

recuerda que el torrente nunca 
podrá ser excusa para el daño.






Cecilia Araceli Olguín 
(Neuquén, Argentina, 1976)
POETA/LICENCIADA EN COMUNICACIÓN SOCIAL/DOCENTE
de la serie inédita Fuego Corona
para leer + en POETAS SIGLO XXI
MÁS
su blog ELLA DICE QUE ESCRIBE
en FACEBOOK

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