10 de septiembre de 2018

Daniela Camozzi, 4 poemas 4


Ilustración de Hope Gangloff




NADA DE PEQUEÑOS TROPIEZOS.

A las piedras razonables
suelo esquivarlas:
al cabo de los años
algo he aprendido.
Con las más voluminosas
me tiento.
Se apodera de mí
un arrebato
y en vez de buscar
el camino más seguro
ahí voy estúpidamente
a saltar ese peñasco.
Nunca caigo bien parada.
Esta rodilla, la izquierda,
de nuevo se estrella
contra el pavimento,
termina magullada.
Ahora que han inventado
desinfectantes invisibles,
ya no ando por ahí
chorreando aquel líquido ocre
de los primeros hospitales.
Pero solo he ganado discreción
para mi lastimadura.
Quizá ya sea tiempo
de abrazarla:
seguramente
haya cosas peores
que vivir saltando
piedras imposibles
y siempre caer mal.

Esta herida obsesiva,
eterna,
es solo mía.





Ilustración de Xuan loc Xuan




DEBÍ HABER SABIDO QUE NO ERA

momento de acercarme.
Parecías tan tranquila comiendo,
que no advertí tu gesto:
estabas
en la intimidad de tus cosas.
Quise decirte no sé qué,
un comentario risueño, cómplice.
Tu grito resuena en mí todavía.
un NO lleno de furia, tus muchos
NO NO NO, que se volvieron
un largo monocorde estruendoso NO.
Hoy transcurro el día después
con la cara hinchada,
la garganta seca,
la voz
un hilo casi mudo.
Ahora creo entender, tarde,
y busco algún remedio:
grabarlo todo en la memoria
para otro día encontrar
el modo de estar juntas,
sin que tengas que defenderte
de mi estupidez.
Poder ese día
sentarme al lado tuyo.





Ilustración de Xuan loc Xuan



A VECES CON MAQUILLAJE

es posible recomponer
un poco las facciones
si todavía no están
tan desfiguradas
por el dolor.

Después de un rato
de secar el sudor,
de intentar
que las marcas no se noten,
me miro en el reflejo
más o menos satisfecha:
parezco alguien funcional.

Nadie ve la erosión
que produce cargar
esta coraza invisible.






Ilustración de Heo Jiseon




CUANDO DESAFÍO AL AGRESOR

logro que se calle
y el corazón bombea rápido.

No reconozco mi voz
en ese rugido.
Su verdad-pensamiento
suena en mi cabeza
con un repiqueteo
que me embriaga.

El agresor responde
de un modo
que no esperaba:
recula, pide disculpas.

No voy a aceptarlas.

He terminado
con la impostura
de mi civilidad.






Daniela Camozzi
(Haedo, Bs.As., Argentina, 1969)
POETA/TRADUCTORA/TALLERISTA
de La brecha que existe entre los cuerpos, Baltasara Editora, 2018
Prólogo de Jorge D’Alessandro
para leer MÁS

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...