Collage de Merve Özaslan |
a Vero Yattah
Los pájaros que no escucho
hasta que ella los nombra,
los grillos como estrellas que prenden y apagan,
los sapos como piedritas que ruedan.
Estoy en el patio de la casa número seis
en la que vivo este verano.
La reposera y sus tiras azules y naranjas
son del color del cielo.
No reconozco nada,
eso es lo que creo.
Escuchá los pájaros mientras estás hablando, dice ella,
eso es el presente.
Después la sirena
los perros que aúllan,
después nada. Como si la alarma
no fuera más que una ilusión.
Como en el agua
que tapa todo,
lo cubre de un dulzor genuino.
Después ese rasgueo que el avión le hace al cielo
sin lastimarlo.
Una pasada y todo vuelve a su lugar.
El cielo permanece.
Le pregunté, cómo se hace.
Decime, cómo volver al alma
para que sea
el movimiento de las hojas
un aire que se esconde en el agua.
Cómo se hace para volver
a estar desnudos,
como si fuera un lugar donde nunca antes estuvimos,
cómo para soltar el ansia del sentido.
Cómo para no quedarme prendida
a la estrella que vimos sobre el ombú
la noche para caminar
la cerveza fría del verano.
Hay un fuego que se apaga
para que el deseo se cumpla,
parece que esa es su condición.
Así también permanece.
Los pájaros cantan con la luz,
el avión,
los grillos, el sapo,
la sirena que se calla,
la llama que alumbra la vida posible
y no la quema.
(inédito)
Fotografía de John Gutmann /Collage de Merve Özaslan |
CASAS
Al mudarnos
mi hermana y yo
dividimos las pertenencias.
Algunas cosas
pasan a ser necesarias
y otras imprescindibles
según nuestro estado de ánimo.
Nos mudamos ya muchas veces
más de las que hubiéramos querido.
No quiero el microondas
ni la cafetera ni los platos.
Quiero llevarme lo mínimo.
Tampoco el cuadrito de rosas bordadas
ni los candelabros.
Me gustan las velas
pero no los candelabros.
La casa que compartimos en Buenos Aires
se llenó de la casa que vaciamos
en Bahía, después de tu muerte.
Ahora vaciamos otra vez la casa
para mudarnos cada una sola.
Esta mañana
volví a mirar la puerta redonda del lavarropas.
Ese, que no terminaste de pagar
porque tu vida terminó antes.
Mamá
ahora, un día como hoy
en que decido no ir al trabajo
porque llueve
porque quiero dejarlo
al trabajo, a él.
Pienso
qué voy a hacer
si me enamoro.
¿Habrá lugar algún día
en alguna de mis casas
para nuestros objetos
todos, bajo un mismo techo?
Los días pasan
y yo rondo la punta de la pregunta.
Hoy
por ejemplo
poder decir no, y hacer
un hueco de luz
adentro de la casa
que huele a mi
llena de las plantas verdes
que crecen
porque cuando estoy triste
trabajo con mis manos su tierra
y las dos nos transformamos
en un acto de iniciación.
Ahora
mientras las tostadas
crujen al calor
de la tostadora
que en la repartición fue mía
pienso en las tostadas que me hacías
pienso en tu felicidad
al comprar la tostadora eléctrica
la llegada de la tecnología
la promesa de la buena vida
que siempre esperaste
y nunca llegó.
Qué dirías mamá
si supieras que ya no tomo más café
ni como más carne
que lloro cada vez menos
que nunca volví al cementerio
que vivo sola con mi gata
que sufro por amor
que no estás para escuchar
que creo haber olvidado
tus olores
que sólo queda esa permanencia
sutil
N A T A L I A D I X I T
"Mi llegada al feminismo vino de la mano de mi llegada a la escritura. Leí a mujeres que decían lo que yo necesitaba decir, leí a mujeres que rompían el silencio que mi cuerpo pedía romper".
(de El otro lado de las cosas -La poesía como restauración de una voz en la obra de Diana Bellessi-,
Blatt&Ríos, 2017)
ph de Pau Schrott |
(Bahía Blanca, Bs.As., Argentina, 1985)
Reside en Buenos Aires
POETA/LICENCIADA EN CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN/
TALLERISTA/LIBRERA EN A CIEN METROS DE LA ORILLA
para leer más en: POETAS ARGENTINOS
y en: REVISTA EL HUMO
su blog: TODAS LAS COSTAS
3 comentarios:
Cómo me gustaron!
Bellísimos.
Grandioso escrito
me has encantado un abrazo desde Miami
Hay un paquete de pastillas DRF en el primer cajón, está por la mitad, una interrupción se llevó a mi madre en ese momento.
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