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| Fotografía de Anni Kinnunen |
1.
Me senté en las últimas filas
porque las primeras eran ocupadas
por una maravillosa llanura de orejas.
Grandes, anchas, plácidas
velludas, con aretes, lindas
pero no tanto como las de Beckett.
Toqué mi propia oreja y pensé
que de acá a cincuenta conciertos
merecería estar en primera fila.
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| Fotografía de Anni Kinnunen |
2.
Mirá los arrodillados, mirá los acurrucados
y decime qué ves, yo no veo,
todo lo tapa el velo de la infelicidad.
Con voces afelpadas, suaves como el aire,
suave como los jazmines, los grandes
los más perfumados, piden
que todo se detenga, que pase
un día más, dormir, morir.
Miralos y decime por qué no hay valor
ni voluntad para destruir el mundo de una vez.
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| Fotografía de Anni Kinnunen |
3.
Algunas palabras trabajan
resguardadas en la sombra,
hasta que alguna muestra el hilo fino
de su vestimenta.
Pero esto sucede en las sombras,
no en la mía.
Mi espalda se llena de bolsas
y, en lugar de palabras,
hay flores secas.
Desprendidas de sus ramas
por alguna ráfaga
adquieren un color nuevo y ahí,
en el silencio de la mudanza,
trato de entender qué significan.
Las amontono para que se abracen
y formen movimientos
de resistencia,
pero están muertas.
Gabriela Saccone
(Rosario, Santa Fe, Argentina, 1961)
en Antología de la nueva poesía argentina, Perceval Press, 2003
Selección de Gustavo López
para leer + en OTRA IGLESIA ES IMPOSIBLE
1 comentario:
Qué poemas! El segundo da vértigo!
Gracias!
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