BLANCOS ROTOS
A los 85 años de edad amar trae beneficios
El amor en su apetencia de abrazar el mundo
doblado sobre la noche
se quiebra
en el zigzag de una serpiente
¿Cuántos secretos reúne una mujer
a los 85 años?
Quizás uno o dos
Dónde anidan sus lágrimas
Quién sostiene sus tacones
Joyas hechas en platino de oro rosado
las usa en el cuello y en sus cabellos con trenzas
Cuando cubrimos nuestro rostro
ignoramos si somos viejas o niñas
manos de niñas a veces tenemos
y somos añejas a los doce años
Mientras crecemos vemos los juguetes achicarse
Dolorida la mancha
heredada de nuestros padres
A los nueve años dije “Estoy rota”
El amor siempre se acerca en un estuche fácil de usar
y eso es una trampa
Qué goloso es el amor
amancilla todo lo que oye
El amor harapiento al mediodía
-Señora me da algo para comer
Una anciana en Ámsterdam o en Margarita
afronta todo lo que toca
lo que huele lo que ve lo que come
dilata cada hebra de sus cabellos
Una anciana en Madrid o en Antigua
lleva en sus manos la cicatriz de sus hijos
y el amante en sus rodillas
En el resto del mundo
los cuerpos sudados están sudados
sobre otros cuerpos
Entonces
¿Qué hacemos mientras se tiene 20 años?
Rompemos todo lo que sea blanco
Fotografía de Hellen Van Meene |
LA MANZANA SE PASEA
Ella quiere cuidar de una casa
de un jardín
casarse con un buen hombre
dejar que su cabello crezca
parir
Una noche sueña:
Recoge la ropa de la cuerda
prepara la cena
alista las cosas del marido
la lluvia se acerca a toda prisa
sus hijos ríen
corren por toda la casa
hay que bañarlos y darles de comer
ve a las niñas sentadas cantando:
“La manzana se pasea de la mesa al comedor”
Al despertar a la mañana siguiente
ella recuerda
cuánto disfruta sus tardes de lecturas
sus ratos de ocios
dormir hasta tarde
Los aburrimientos pues
Fotografía de Robin Macmillan |
PARA QUEDARSE CALLADA
a las mujeres que están en cautiverio
Hemos tejido la piel a fuerza de llanto
Apenas oyen el canto del búho
el agua sobra y el hambre también
Las muchachas corren de un lado a otro
temen a la voz de los soldados
¡Son tan jóvenes!
algunas perdieron a sus madres
otras fueron apartadas de sus muñecas
y de su pedacito de tierra
La advertencia no fue oída
Ellas no quisieron esconderse
cuando pasaron los camiones
Pobres inocentes mostraron su olor
a jazmín y canela recién molida
Los hombres se fueron acercando
todo les parecía muy dulce ante tanto resentimiento
Una voz murmuraba al final del día
que las niñas fueron llevadas a un campamento
en la lejanía de un valle
“Le cambiaron los nombres
tatuaron un número en sus pezones”
El resguardo recoge lo ido
Se oyeron disparos ruidos alaridos
El viento movía la arena de un lado a otro
Todos perdieron el rostro entre tanta polvareda
No se sabe si fue en la mañana o en la noche
(el tiempo se puso del lado de la sombra)
cuando a la niña de 13 años
le pintaron los labios cortaron sus cabellos
la sentaron en una esquinita del cuarto
Carmen Verde Arocha
(Caracas, Venezuela, 1967)
POETA/ENSAYISTA/EDITORA
de En el jardín de KORI, Editorial Eclepsidra,
Colección Vitrales de Alejandría, Caracas, 2015
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