14 de junio de 2015

Graciela Wencelblat Wainbuch, 6 poemas 6


Fotografía de Ida Borg



EL ABRAZO

Fue el abrazo
fue la manera de dar
el abrazo
fue la fuerza del abrazo
fue la postura
la forma de guarida
de cavidad
la conducta del abrazo
responsable,
de sostener sin poseer
de brindar sin pedir.
Fue el color de bienvenida
fue ese primer instante
que le propuso a mi piel
cambiar la temperatura
intercambiar latidos.

Después nacieron las palabras




Fotografía de Ida Borg



LA MUJER DISTRAÍDA

caminó sin zapatos ni reloj
por las calles
por el campo de petunias
por las paredes de la casa
por la línea de agua
que serpenteaba en el zócalo.
enjuagó sus manos en la niebla
para escribir su mejor poema.
cedió cada músculo de las palabras
al perfil de un conjuro,
y se perdió por la grieta de la puerta.



Fotografía de Ida Borg


HORRORES

Tantas bocas
tantas manos
tanto infierno
bordes imperfectos
corazones mal paridos.
  
Es difícil escribir
cuando la mirada
              queda fija
en un cuadro vivo de dolor.
  
Uno se siente poca cosa
                         casi nada
en la otredad de los
que se arrastran en ruinas.
  
Desteñida
indescifrable
iría a esconderme.
      Pero ¿adónde?
Allí el cuervo
atrás vampiros.
  
Habría que dar la sangre
aumentar la memoria
romper los anteojos negros.
Ser este animal que quiere
              gritar  y no puede.



Fotografía de Guy Aroch 

  
HOY

Hoy voy a derribar las puertas
arrancar los candados
abrir el corazón de la noche.
Quiero descoser los lamentos
del aire,
destornillar los dolores anclados
darle batalla a la desesperanza.
Hoy que en el techo descubrí una
grieta, me sentí fatal.
 Hoy
decido llevar mi cuerpo al viento
vivir en las pausas
renacer en el goce
persistir en la insolencia.



Fotografía de Ida Borg


Nadie se da cuenta.
Está el desayuno
el café tostadas,
las noticias del diario, que de ella,
no dicen nada.
No dicen que se está muriendo
como al descuido,
mientras la magnolia
suelta su fragancia.

(de Pasaje del signo, Editorial Vinciguerra, 1998)





Fotografía de Laina Briedis



Culpo a todas las mujeres
que me habitan
por traicionarme.
Brujas que se atrevieron a borrar
las líneas de mis manos
y las enjuicio por no cumplir sus
promesas.
Sobre todo señalo a la que ríe
por no avisar que no debía mirar
y evitar que perdiera mi inocencia.





Graciela Wencelblat Wainbuch 
(Buenos Aires, Argentina, 1947 -2013)
para leer una entrevista en: ENTREVISTAS A MIS POETAS CONTEMPORÁNEOS
para leer más en: ARTE POÉTICA
y MÁS

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