Fotografía de Kubra Sagin |
COMO NO HABER COMIDO PAN EN LA VIDA
Llega a veces ese hambre,
como de no haber comido pan en la vida.
Acecha en el Metro con una pareja
entrelazándose las manos
a las nueve antes del mediodía,
domicilios conyugales,
viajes organizados en agencia
donde terceros, aparte del agente,
son multitud.
Y me pregunto cómo será,
lo mismo que me preguntaba con quince años,
malpensada como soy,
más trotada, más vivida, más generosa,
cómo, ¡cómo!,
es decir a alguien que le quieres
estando segura de encontrarle
mañana y al otro mes,
también al despertar. Buenos días.
Y basta con dejar caer los párpados,
para llenarse las tripas de golosinas,
y darse un baño de sándalo,
para olvidar el hambre de pan.
Porque hay un hambre atrasada
que no se olvida por desconocer.
Un hambre terrible
como de no haber comido pan en la vida
Fotografía de Dave Beckerman |
LAS LENTEJAS
La vida se despliega
con las ventajas del mundo moderno
un poco más tarde de lo que supuse:
hoy he cocinado mis primeras lentejas
a pesar de llevarlas años ganando.
Me veo muriendo, muy anciana,
y confesando ("todo lo quisimos
y todo lo tuvimos, ¿no es cierto?").
Retozando en brazos del entusiasmo,
paseando al sol
a pesar de los autómatas con sombrilla,
gozando de la sensación de escapar
a las gravedades,
en cada paso,
ganándome la luz del día
con una opinión fundamentada
en el ser humano y en su dicha.
Tratando al espectador con el debido respeto,
aún sabiendo que la realidad no tiene remilgos,
fórmulas de cortesía
ni buenas maneras.
Hoy ya no tengo miedo de querer.
Hoy ya no tengo miedo de no querer.
Marta Bohemia (Madrid, España, 1984)
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1 comentario:
ES bueno no tener miedos, besos.
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