DESIERTO
La tierra que jamás quiso tocar el agua
es el desierto que al norte está creciendo como un estrago de luz.
Pero los hombres que han visto el despoblado
—su amplitud sin sobresaltos—
saben que no es cierto que la tierra esté reseca por capricho,
o sin ninguna bondad;
es nada más su manera de mostrar
lo que transcurre bellamente sin nosotros.
Fotografía de Abelardo Morell |
2.
Es para el dios de lo deshabitado
que se alzan templos invisibles
en la borrasca del desierto.
Es para él
que los árboles enanos inclinan en la arena
sus ramas
humildes,
fervorosas.
Es para que no te aferres
que existe un dios de la ausencia,
un señor del desierto
que sabe
que
como la sombra
hay cosas que existen
por la fuerza de una luz
que las rechaza.
Quiero saber qué es la piedra
que tanto me conmueve
qué es en verdad,
la ruina que nombro.
Ya sé
también
escribir es derrumbarse
Ya dije
no sé quién inventa el olor de las casas,
no sé.
Más aún si lo que te gusta es mirar desde arriba
la vista ruinosa de los tejados
y la pared deslucida
y los muros
y las sucias puertas de las casas viejas de aquí.
Más aún,
si ya no recuerdas que
no es el olor
sino la bondad de las cosas
al exhibir su derrota.
Andrea Cote Botero
(Barrancabermeja, Santander, Colombia, 1981)
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11 comentarios:
Té :-)
Tus poemas de hoy son un regalo del cielo.
ya nos hablamos tan en clave Antonio, que no sé si lo que entiendo es lo que me querés decir ;)
abrazo
Le tenemos que agradecer a una muy querida poeta española que hoy por la mañana me dijo: "veo que no conocés a Andrea Cote Botero" ...y corrí a leer su recomendación...y acá estamos!
un abrazo Tecla
Me mató. Directamente.
Siento al desierto como una metáfora del hombre. Ayer escribí sobre el desierto.
Me gustan muchísimo estos versos de hoy, Miriam.
Leo, es muy buena, y hay mucho de ella en la web. Lo vas a disfrutar.
Recuerdo un poema de Pat Mora que se llama "El desierto es mi madre", ya te había atrapado mucho Maia. Un punto del que me siento muy alejada, y me encontré con sorpresas...la cantidad de personas que se sienten unidas a él.
Un abrazo
He vuelto a leer ese poema que nombras y sigue pareciéndome fantástico. Quisiera compartir algo contigo. Yo no sé por qué a otros les gusta el desierto. Ni siquiera sé si me gusta; la cuestión es que me parece sorprendente en muchos aspectos, sobre todo en la abundancia de vida que esconde un medio tan inhóspito. A los israelíes se les dice "Sabras", que es el nombre de un cactus muy espinoso, típico de esta zona semi-desértica, que da un fruto muy dulce. Hay que quitar el fruto con guantes pues sus pelillos se te insertan debajo de la piel y son terriblemente molestos. Y es eso lo que me conmueve del desierto. Además, mi madre es sabra...
Besos.
Andrea Cote, Emma y Maia......qué más.
Besos
Y Carmela, y Carmela !!
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