2 de abril de 2011

Miriam Reyes, No tengo casa a la que volver


Obra "Beach", de Antonio López García



No tengo casa a la que volver
ni esperanza de la que colgarme
por eso camino.
Las casas se derrumban a mi paso
la tierra es una alfombra de escombros.
Me detengo a admirar la belleza de las palas mecánicas
los movimientos de las excavadoras me erizan de deseo.
De noche las contemplo:
los perfiles inmóviles de las palas
descansando sobre el cielo azul cobalto
al lado de la luna de luz nacarada
son aún más hermosos que los brazos de los hombres que las manipulan
y las excavadoras
con sus enormes bocas abiertas y llenas todavía
de tierra y escombros
parecen enormes animales muertos.
Mis padres me enseñaron a no tener nunca nada.
Ellos me enseñaron a no volver nunca a casa
a no decir nunca esta casa es mía
aquí me quedo yo
en este lugar que amo.
Cierro la puerta y no necesito mirar atrás para saber
que la casa ya no existe más.
En ninguna parte sin hablar con nadie estoy
pero si nos cruzamos
puedo enseñarte a caminar sonriente sobre la desolación.




Miriam Reyes 
(Orense, España, 1974)
de Espejo negro, DVD ediciones, 2001
en Yo, interior, cuerpo, Antología poética de Miriam Reyes,
Compilación de Miriam Tessore / Prólogo de Mariel Manrique
Editado por el II Festival Internacional de Poesía de Córdoba 
(Argentina, 2013)
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9 comentarios:

Volianihil dijo...

Muy, muy bueno. Me ha gustado mucho, me gustan las ruinas, su imagen, su significado.

Darío dijo...

Es hermoso. Yo pienso que es éste el estado ideal, pero no podemos, porque casi nacimos con casa, auto y teléfono incluido, continuidad de nuestros cuerpos. Ya quisiera yo tener el techo, simplemente, hecho de estrellas.
Beso.

Nomedejesquelopiense dijo...

Alguien que admiro dijo por ahí que de nada sirve todo lo que poseemos, aunque pienso que eso lo aprendemos tarde...caminar sonriente sobre la desolación.Qué triste y qué estrellado.
un beso

Blue dijo...

Me gusta mucho esta Miriam... ;-)
Un poema de lo más sugerente.
Besos.

João A. Quadrado dijo...

[Completamente rendido, a tanto talento de bordar palavras, em traço claro dentro da pele, da palavra]

pela partilha, grato
e um abraço,

Leonardo B.

Errata y errata dijo...

Cuánta soledad... Es un poema inmenso. Esta mujer tiene en sus venas fuego en lugar de sangre.

Helen Ford dijo...

Qué precioso poema. Me ha encantado la belleza de la devastación.

Malena dijo...

No creo que exista el desarraigo absoluto. Siempre hay un lugar al que queremos volver (aunque no sea físico).

Say dijo...

Lo que perdemos es la casa de la ingenuidad, el desconocimiento, la libertad y la protección, de donde partimos hacia la supervivencia...la que existía antes de todo el terremoto vital, después, a esa casa no se puede volver porque ha dejado de existir.

Luego, vivimos y vivimos y recorremos casas y lugares y los lugares que amamos se nos derrumban una y otra vez...así que tenemos la sensación de caminar sobre las ruinas y en medio de la desolación.

Pero seguimos, aún sin esperanza, porque pensamos que siempre llegaremos a alguna parte, si caminanos lo bastante...

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