Fotografía de Lucy Hilmer |
SABOR DE VENDIMIA
Recuerdo el terror de las primeras arrugas.
Pensar: Ahora sí. Ya me llegó la hora.
Las líneas de la risa marcadas sobre mi cara
aun en medio de la más absoluta seriedad.
Yo, frente al espejo,
intentando disolverlas con mis manos,
alisándome las mejillas, una y otra vez,
sin resultado.
Luego fue la mirada furtiva de mi reflejo
en los escaparates
preguntarme si la luz del día las haría más evidentes,
si el que me observaba desde la otra acera
estaría censurando mi incapacidad de mantenerme joven,
incólume ante el paso del tiempo.
Viví esas primeras marcas de la edad
con la vergüenza de quien ha fallado.
Como una estudiante que reprueba el examen
y debe caminar por la calle
con las malas notas expuestas ante todos.
–Las mujeres nos sentimos culpables
por envejecer,
como si pasada la juventud de la belleza,
apenas nos quedara que ofrecer,
y debiéramos hacer mutis;
salir y dejar espacio a las jóvenes,
a los rostros y cuerpos inocentes
que aún no han cometido el pecado
de vivir más allá de los treinta o los cuarenta–
No sé cuándo dispuse rebelarme.
No aceptar que sólo se me concedieran como válidos
los diez o veinte años con piel de manzana;
sentirme orgullosa de las señales
de mi madurez.
Ahora,
gracias a estos razonamientos
cada vez me detengo menos
frente al espejo.
Paso por alto
la aparición de
inevitables líneas
en el mapa de vida del rostro.
Después de todo,
el alma,
afortunadamente,
es como el vino.
Que me beba quien me ame,
que me saboree.
Recuerdo el terror de las primeras arrugas.
Pensar: Ahora sí. Ya me llegó la hora.
Las líneas de la risa marcadas sobre mi cara
aun en medio de la más absoluta seriedad.
Yo, frente al espejo,
intentando disolverlas con mis manos,
alisándome las mejillas, una y otra vez,
sin resultado.
Luego fue la mirada furtiva de mi reflejo
en los escaparates
preguntarme si la luz del día las haría más evidentes,
si el que me observaba desde la otra acera
estaría censurando mi incapacidad de mantenerme joven,
incólume ante el paso del tiempo.
Viví esas primeras marcas de la edad
con la vergüenza de quien ha fallado.
Como una estudiante que reprueba el examen
y debe caminar por la calle
con las malas notas expuestas ante todos.
–Las mujeres nos sentimos culpables
por envejecer,
como si pasada la juventud de la belleza,
apenas nos quedara que ofrecer,
y debiéramos hacer mutis;
salir y dejar espacio a las jóvenes,
a los rostros y cuerpos inocentes
que aún no han cometido el pecado
de vivir más allá de los treinta o los cuarenta–
No sé cuándo dispuse rebelarme.
No aceptar que sólo se me concedieran como válidos
los diez o veinte años con piel de manzana;
sentirme orgullosa de las señales
de mi madurez.
Ahora,
gracias a estos razonamientos
cada vez me detengo menos
frente al espejo.
Paso por alto
la aparición de
inevitables líneas
en el mapa de vida del rostro.
Después de todo,
el alma,
afortunadamente,
es como el vino.
Que me beba quien me ame,
que me saboree.
14 comentarios:
Y así es como debe decirse. Ni una palabra más.
Las palabras exctas y perfectas,como no podía dejar de ser viniendo de Gioconda.
Creo que es paso obligado sentir lo que narra, en nosotras está superarlo o estancarnos en esas líneas sobre la cara. Saber vernos más allá de ellas, es fundamental. Apreciar y agradecer cada una de ellas es agradecer la vida.
Un beso
Decía Oscar Wilde: Es tremendamente triste eso de que el talento dure más que la belleza.
No estoy de acuerdo con la cita, pero me encanta el poema y la reflexión, es cierto que las mujeres tenemos que pedir perdón por envejecer en la sociedad actual y cada vez las referencias estéticas hacia ellas son menores.
¡La foto es total!
Siempre me ha gustado Gioconda, hubo una época que regalaba a todas mis amigas "Apogeo".
Buen fin de semana Emma, que tengas muchos apogeos.
La belleza no es sinónimo de juventud. Es la publicidad la que los confunde para hacer caja. El poema es perfecto pero para mí chirría esta estrofa "Ahora,
gracias a estos razonamientos
cada vez me detengo menos
frente al espejo.
Paso por alto
la aparición de
inevitables líneas
en el mapa de vida del rostro". Entiendo que encierra algo de renuncia y de derrota(resignación). Me hubiese gustado que hubiese continuado encontrando un matiz de belleza en su rostro, por y a pesar del paso del tiempo.Seguro que yo sería capaz de encontrarlo en el suyo. Quizás a mi misma me juzgue más severamente
Besos
Vera, a mi,(y eso es lo hermoso de los pemas, lo que a cada uno le transmite), sin embargo me dice otra cosa esas líneas. Me habla de la superación de esa dependencia del espejo o de los cánones establecidos, un no necesitar mirarse para comprobar la perfección o la belleza, y un no tener en cuenta esas líneas en el mapa de su vida, ignorarlas y ver solo el mapa.
No se, me dicen que todo eso lo ha superado.
Un beso para ambas
Carmela, yo casi en su totalidad lo veo así, pero...ese párrafo... no hay que olvidar que esas líneas también conforman el mapa. ¿Dejas de mirarte en el espejo porque no soportas lo que ves en él o te has liberado de él?Nuestro cuerpo es algo que nos va a acompañar a lo largo de nuestra vida. No es simplemente una cáscara, pues a través de él y de nuestros sentidos percibimos y sentimos el mundo.Me gustaría llegada a una cierta edad saber reconciliarme con la del espejo(como algunas veces lo tengo que hacer hoy en día, aunque en la adolescencia era mucho peor...).
Besos Carmelita
¿No hay algo de contradictorio en decir que ha decidido sentirse orgullosa de las señales de la madurez y después pase por algo las inevitables líneas del mapa del rostro??? No sé, es que me pareció sentir un crujido cuando lo leí.Y lo comparto en casi un 99%(excepto ese matiz que subjetivamente percibí)
Pasen un buen sábado
Por eso digo ignorarlas, verlas deforma natural como partes de ese mapa. Pero sí, también comparto lo que dices. Claro que creo que el cuerpo no es una cascara, es parte de nosotras y debemps quererlo como al resto de nostras.
Me encanta compartir palabras. Un beso preciosa y buen finde
Se me olvidaba, en esta casa es fácil hacerlo.
Un beso Emma
vivir el momento....yo no conozco otro secreto.
cada día, cada arruga..nos cuenta, dice y expresa...
disfrutemos el paso del tiempo...mi abuela era tan dulce y maravillosa que quiero llegar a ser como ella, pelo rosa, pendientes largos..y eso con noventa años.
Después de todo,
el alma,
afortunadamente,
es como el vino.
Que me beba quien me ame,
que me saboree....
nunca mejor dicho!
A mi me hizo ruido el mismo párrafo que a Vera.
No veo aceptación (por eso ya no se detiene en el espejo, ni para bien ni para mal). Leo algo así como "si no puedes vencerlas, únete a ellas". Como si sus arrugas no fueran, también, una parte de ella, de su cara.
no leo mucho a Gioconda, pero encontré los párrafos que están en negritas y busqué el poema completo para subirlo acá. Me quedo con la parte que encontré y que está remarcada. Entiendo lo mismo que ustedes. Un saludos a TODOS.
Me identifican estas palabras.Pero afortunadamente cada vez encuentro más bella y más belleza en la mujer madura.
abrazo
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