8 de junio de 2010

(sin título)




Caminaban al costado de la ruta. La banquina devenida en sendero dibujaba una línea solitaria y tan desprovista de formas que era un placer poder verla perderse con un fondo de nubes rosadas cargadas de viento por venir, se agarraban de la mano y, cada tanto, después de soltarse, jugaban a golpearse con las caderas; claro está que el golpe de él confrontaba con la física y debía agacharse para poder semejarse a un caderazo, ella lo sabía y disfrutaba en cada bamboleo del otro cuerpo en cada sutil flexión de rodillas - o acaso el esfuerzo no encuandra en esa denominación tan arbitraria que llamamos amor?-.

El viento empujaba por la espalda y ambos habían aceptado el hecho de que hasta la proclamación de lo contrario, esa dirección sería el sur, gritaban la orden y sentían que no había en este mundo gallo de veleta sin descender, las brújulas bailaban y hasta el alfiler clavado en el corcho dejaba con la boca abierta, al costado de las bañeras, a todos los pequeños buscadores de ciencia, locas tras ellos las materias pendían de un hilo tan fino como la locura y solían chocarse los pájaros solo por no entender, se miraban y sabían cuando correr, el auto había quedado tan lejos como la soledad de ayer y si extendían una mano al horizonte podían sentir de que estaban hechos los sembradíos, la suavidad del trigo, la aspereza de los girasoles en su loco giro solar.
Vieron un estanque y un molino que jugaba a parecerse a un gigante sin dientes, cansado y algo reumático, tratando de sacar a fuerza de constancia un agua tan fría y azul que asemejaba un espejo del cielo. Pasaron bajo el alambre como dos chicos y él se enganchó, solo para descubrir porqué le dicen siete a esas rajaduras en los pantalones, se descalzaron saltando en un pie y dejaron volar los pares de medias, que a esta altura del día merecían una vida mejor, sentados en el borde y con la piel de gallina después de estar minutos con los ojos cerrados, ella sumergió su mano llena de rosetas en el agua , sintió un intenso alivio y se dejó llevar, pensó en cuánto tiempo había estado soñando un momento así, una especie de deja vu interrumpido antes del desenlace, una profecía rota a fuerza de deseos, un sueño corto pero feliz.
Se dio vuelta, y antes que él se agache, lo tomó del hombro, se elevó con la ayuda del agua y lo besó.

4 comentarios:

NINA dijo...

Me encantó este relato.
Casi que estaba ahí, mirándolos desde arriba, desde atras, desde los lados...

Saluti

Patricia K. Olivera dijo...

a mí también me gustó mucho, hace vivenciar las sensaciones!!
Un gusto pasar por tu casa a visitarte, me sumo a tu lista de seguidores!!

Un saludo PTB!!!

Anónimo dijo...

Acá la noche se acomodó al ritmo de la madrugada y hasta los ruidos se fueron a dormir
me prepare unos mates, estuve cenando, leía algo, escribí
y en cada cosa recordé las formas y tu sonrisa.
Que manera de hablar el día que nos encontramos, yo pensaba si no era muy osado decirte que te callaras y fuéramos a tu casa a hacer el amor.
Cuando me mostraste tu pieza temblaba como un nene en la primera vez...
Sería una noche ideal para encontrar el sueño contándonos historias, sean reales o no, escondernos debajo de las sábanas y jugar a que somos chicos,hasta el momento en que me dejes volver a besarte.
(Creo, sin temor a equivocarme) que es del mismo autor.

EG dijo...

Leer este mensaje mientras escucho Time de Alan Parsons Project me hizo volver... a todo

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