Fotografía de Steve McCurry
TECNOLOGÍA
Mi abuelo no sabía leer, tampoco
sabía escribir. Sin embargo, era conocido
Por las historias que contaba. Él encendía,
rodeado de críos, las fogatas de San Juan.
La caligrafía de mi padre era inclinada, elegante.
Tejía el papel con precisión,
Como si esculpiera sobre la pizarra.
Todavía tengo la postal que envió desde la mili:
"Yo bien, tú bien,
mándame cien".
Nosotros mandamos
mensajes electrónicos.
Es cierto: en tres generaciones hemos recorrido
un largo trecho en la historia de la escritura.
De todas formas, las preocupaciones, los miedos
son los mismos de siempre, y lo seguirán siendo:
"Yo bien, tú bien..."
de Mientras tanto dame la mano, Visor, 2002
Traducción de Ana Arregi, Gerardo Markuleta y Kirmen Uribe
para leer MÁS
3 comentarios:
Dime a dónde te mando cien por tan bien hilada historia.
qué bueno que te haya gustado!
Me gusto muchísimo, tan corta y tan preciso, exacto, claro y justo. Y sí...al final somos todos iguales a pesar de las distancias y los tiempos...Besos mil
Publicar un comentario