21:47. Todavía nos une el cordón umbilical, pero algo se cortó. Miro a este ser, distinto de mí, que me apoyaron en el pecho. Hasta hace quince minutos no había borde entre ella y yo. Me distraigo. Mastico una galletita de queso. Trato de evocar el dolor que atravesé. Cómo fue el proceso que nos partió en dos. Su magnitud lo convierte en una memoria imposible. El padre corta el cordón con un bisturí. Cierro los ojos. Elijo desconocer el ritual que nos separa. Alumbro la placenta. Su humedad es un alivio para mi piel ardiente. Mi vulva es una flor desgajada. Tengo un desgarro de segundo grado. Ofrendo la beba al padre mientras la partera enhebra el hilo. Necesito un tiempo para entender esto. Para que me suturen la herida de traer una hija al mundo. Cosen mi cuerpo como una prenda nueva e incómoda. La achican para que me calce. La maternidad es un traje demasiado grande. Cuando terminan, la beba vuelve al hueco entre mis tetas. Le acerco el pezón. Dicen que debería extraer calostro de los pechos. Pero duerme. Trato de retener indicaciones: leche, puntos, sueño, temperatura. Desde la cama veo los movimientos sincronizados de los demás. Ejecutan una coreografía que me es ajena. Limpian la sangre del piso. Ponen toallas en el lavarropas. Preparan té antes de irse. Con cada despedida se apaga una luz. Ahora nada mantiene a raya el miedo. Sobre mí tengo acostada una criatura desconocida.
![]() |
Ilustración de Karlotta Freier |
[…]
Su boca sigue succionando aunque ya esté dormida. Pasaron ocho minutos. Si intento sacarle el pezón, chupa más fuerte. El riesgo de despertarla es aún demasiado grande. Conozco sus tiempos. Espero el momento indicado para desprenderme. La maternidad es un oficio que requiere cierta técnica. Vuelvo a la cocina. Mis ojos intentan acostumbrarse a la luz. Una amiga raspa el interior de la palta. Corta el tomate en pequeños cubos. Exprime un limón. Mientras ella me visita, creo en un futuro posible. Los sábados clasificamos películas para cuando mi hija crezca. Nos acomodamos en el sillón. Descanso en su regazo. Me trenza el pelo con dedicación. Cuando termina, lo desarma y vuelve a empezar. La tele tiene el volumen bajo para no despertar a mi beba. Elsa canta en su castillo de nieve; Anna escala una montaña para buscarla. El puerperio es una grieta helada, y yo estoy en el fondo. La presencia de mi amiga teje una cuerda a la que puedo aferrarme. Ella me sostiene con destreza, espera a que esté lista para salir. La maternidad es un oficio que requiere cierta técnica. Un oficio que no se puede ejercer sola.
![]() |
Ilustración de Karlotta Freier |
[…]
Los días transcurren sin variación. Elena cumplió nueve semanas. Solo puedo sentir agotamiento. El padre llega del trabajo. Ni siquiera se saca la campera. Me voy a dormir a lo de mi mamá. Me duele mucho la muela. Necesito descansar. Mi vida se parece a caminar por los bordes de un precipicio. El vértigo ante la inminencia de un paso en falso. El movimiento previo a la caída. Me tendrías que entender. Vos pariste. Sabés lo que es el dolor. Sostuve el equilibrio durante meses. Mi cuerpo en posturas imposibles para evitar el desastre. Caigo desde el filo. Estallo contra el fondo del cañadón. Le digo que se vaya y no vuelva. Me gustaría perder la conciencia. Que haya sangre, huesos rotos, sirenas de ambulancia. Que el daño sea evidente, que su dimensión pueda medirse. La maternidad es un accidente invisible.
![]() | |
|
*
![]() |
Colección marca de nacimiento, Editorial Cielo de Pecas, 2024 Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes 2022 |
(CABA, Argentina, 1992)
Reside en Villa Los Coihues
POETA/GESTORA CULTURAL/ACTIVISTA
Colección marca de nacimiento,
Editorial Cielo de Pecas, 2024
Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes 2022
para leer + en EL CIELO DEL MES
+ en LA AGENDA
para leer una entrevista en EL CORDILLERANO
en FACEBOOK
en INSTAGRAM
No hay comentarios:
Publicar un comentario