la temperatura del cuerpo baja cuando se escribe
me abrigo a medida de los nuevos territorios
esos que no figuran en los viejos mapas
pero que sabemos
por las que volvieron
con restos
de una magra vegetación:
nada sé de mi soledad
sino esta espina incendiada
en el medio de la tarde
algo parecido al vértigo
impidió que levantara los ojos
inmóvil
los mantuve en una línea media
viendo como una gran sombra
sobrevolaba mis brazos
y abarcaba árboles
paredes
ventanas
pensé en vos
en lo raro de las águilas a esa distancia
y bajo este cielo
en la circunferencia exacta
que dibujan algunos pájaros
para delimitar en el aire
lo que yace en la tierra
por esa
tu alma
caminarán los ciempiés
los que veas cerrados sobre sí mismos
han muerto
es buena tu alma me digo
conduce a los caminos de tu cuerpo me digo
pero no creo
soy una discípula fría e insensata
carezco del don de la fe
para las palabras
susurradas al oído
(Villa Dolores, Córdoba, 1976)
Reside en Río Ceballos, Córdoba
de Un claro en el monte, Pan Comido Ediciones, 2022
Colección El juego en que andamos
Lectura recomendada por Soledad Sgarella
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1 comentario:
Qué belleza...
Gracias!
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