Ilustración de Tahnee Kelland |
TAREAS DEL HOGAR
Al último que le lavé los platos
desapareció una mañana
luego de otra noche abrazados.
Sin saber que nunca más
lo vería, me quedé
haciendo de su casa
un lugar más agradable
para estar de a dos.
Ahora
mientras miro fijo tu colador metálico
impregnado de harina del día anterior
después de que amasaras
un pan de ajo esponjoso
y apenas tostado en la base
después de haber separado y estirado
del bollo de los días
unas pocas horas para nosotros
y de que te fueras perfumado a la oficina
me debato
entre lavar la pila de utensilios grumosos
que descansan en tu cocina
o desentenderme por completo
cepillarme los dientes y salir.
En eso estoy cuando giro
la cabeza y me encuentro
con las sábanas rosadas
que cuelgan tendidas
en el lavadero
arrugadas unas cuantas veces
flamean apenas
sin rastros de nadie
con vista al patio de aire y luz.
Entonces decido
hacerme del chiquero
fregar con virulana el engrudo
que se adhiere como crosta al teflón
y que en remojo apenas se disuelve
para ceder ante mis manos hundidas
que sacan llenas de espuma
la mugre estancada en la rejilla:
es imposible
salir limpia
tanto
de las tareas del hogar
como del amor.
Ilustración de Tahnee Kelland |
AFECCIONES FAMILIARES
Siento dormidas las puntas de los pies
y ojalá sean solo
las contracturas
mis problemas de espalda
cómo cruzo las piernas cuando estoy sentada
o cómo me doblo sobre el colchón.
Creo que tengo
la enfermedad de mamá
en poco tiempo voy a quedar endurecida
sosteniéndome en bastones o en una silla de ruedas.
O la de papá
y abandonar la espontaneidad de compartir
una pizza con cerveza en cualquier lado.
O la de mi tío muerto
y simplemente voy a dejar de respirar, de a poco.
O quizás una nueva, solo mía
que requiera de otra especialidad médica
para agregar a la lista
de antecedentes familiares
al árbol de afecciones
que se remonta a la rusia de los zares
quizás
por comer demasiada papa y demasiada cebolla.
Me digo que soy joven y gozo
de buena salud
y que a mi lo peor recién me va a llegar
en algunas décadas
que falta mucho
que estoy bien.
Pero por más joven
por más linda
y más alegre
yo sé que la vida
no es buena conmigo
como no lo es con nadie.
O sí
que es increíblemente
maravillosa
pero no
con mi espalda.
Ilustración de Tahnee Kelland |
CORTAR UN LIMÓN
Recién en la cocina me acordaba
que antes de conocerte
cuando cortaba un limón lo hacía por el Ecuador
en cuatro partes anchas y carnosas
que apretaba con toda la mano,
el líquido chorreándome hasta la muñeca
semillas disparadas
la lengua corriendo detrás.
Desde que apareciste en mi vida
corto el limón como me explicaste que se cortan los limones:
en seis meridianos y con destreza
una cuchilla afilada en el aire
que no llega a tocar la mesada.
Con dos dedos exprimo los gajos,
las yemas empujan suavemente
la piel rugosa
los jugos bajo control.
Admito que así
la fruta es más rendidora
el procedimiento metódico
y sencillo
pero cómo me gustaba
chuparme la humedad ácida
de las palmas
cuando la pulpa explotaba silenciosa
como una estrella
y nadie me veía.
Ilustración de Tahnee Kelland |
PASAJE DE VUELTA
A mí siempre
me dejan ir
a todas partes.
Hago sola
como Dios.
La experiencia
se presenta única
iluminada.
La trago
como un sintético
por la euforia.
Total ya sé
voy a volver
rota
a mi sitio
a casa
donde tomo agua de la canilla
y no me pasa nada.
Fotografía de Anni Leppälä |
AMOR
Camino hacia vos
por un piso luego de que se rompa un vidrio
hasta que me olvido
del peligro potencial de un corte
una astilla invisible.
Camino descalza:
está frío.
Daniela Ema Aguinsky
(Buenos Aires, Argentina, 1993)
ESCRITORA/POETA/PERIODISTA/TRADUCTORA/
CINEASTA/GUIONISTA
2º Premio Nacional de Poesía Storni 2021
de Terapia con animales, Paisanita Editora
Argentina, 2022
reeditado por Editorial Liliputienses, España, 2023
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