Fotografía de Michael Kellenter |
ALFABETO
Los alfabetos existen
la lluvia de los alfabetos
la lluvia que se cuela
la gracia, la luz
interespacios y formas
de las estrellas, de las piedras
el curso de los ríos
y las emociones del espíritu
las huellas de los animales
sus calles y caminos
la construcción de nidos
consuelo de los hombres
luz diurna en el aire
los signos del cernícalo
comunión del sol y del ojo
en el color
la manzanilla silvestre
en el umbral de las casas
el montón de nieve, el viento
la esquina de la casa, el gorrión
escribo como el viento
que escribe con la escritura
serena de las nubes
o rápidamente en el cielo
como con golondrinas
en trazos que desaparecen
escribo como el viento
que escribe en el agua
estilizada y monótonamente
o rueda con el pesado alfabeto
de las olas
sus hilos de espuma
escribo en el aire
como escriben las plantas
con tallos y hojas
o dando vueltas como con flores
en círculos y mechones
con puntos e hilos
escribo como el borde de la playa
escribe una orla
de crustáceos y algas
o delicadamente como con nácar
los pies de la estrella de mar
y la baba del mejillón
escribo como la primavera
temprana que escribe
el alfabeto común
de anémonas, de hayas
de violetas y de acederillas
escribo como el verano
infantil como el trueno
sobre las cúpulas de la linde del bosque
como blanco oro cuando maduran
el relámpago y el campo de trigo
escribo como un otoño
marcado por la muerte escribo
como esperanzas inquietas
como tormentas de luz
atravesando recuerdos brumosos
escribo como el invierno
escribo como la nieve
y el hielo y el frío
y la oscuridad y la muerte
escriben
escribo como el corazón
que late escribo
el silencio del esqueleto
y de las uñas y de los dientes
del pelo y del cráneo
escribo como el corazón
que late escribo
el susurro de las manos
de los pies, de los labios
de la piel y del sexo
escribo como el corazón
que late escribo
los sonidos de los pulmones
de los músculos
del rostro, del cerebro
y de los nervios
escribo como el corazón
el corazón que late
los gritos de la sangre y de las células
de las visiones, del llanto
y de la lengua.
(Alfabet, 1981)
Fotografía de Michael Kellenter |
La bomba de cobalto existe
envuelta en su capa
de isótopos de cobalto 60
cuyo periodo de semidesintegración
garantiza un efecto
extremadamente dañino
al garantizar
que todo
puede ser transformado
en nada, perdemos
la capacidad de
pensar en nada, en ninguna de las cosas
del mundo como nosotros
decimos, cuando nosotros
simplemente existimos; no hay más
que decir; nosotros
garantizamos
que aniquilamos
todo, destruimos
todo, de manera que
a la primera nada
la decisiva
no se le dará permiso
para escribir poesía
como escribe el viento
en aire o agua
no hay más que
decir; matamos
más de lo que creemos
más de lo que sabemos
más de lo que sentimos;
no hay más que
decir
odiamos;
no hay más
(Alfabet, 1981)
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el otoño existe; el regusto y la reflexión
existen; y el lugar retirado existe; los ángeles,
las viudas y el alce existen; las particularidades
existen, el recuerdo, la luz del recuerdo;
y el resplandor crepuscular existe, el roble y el olmo
existen, y el enebro, la semejanza, la soledad
existen; y el éider y la araña existen,
y el vinagre existe, y la posteridad, la posteridad
(Alfabet, 1981)
B O N U S T R A C K
Si estoy de pie
sola en la nieve
es lógico
que yo sea un reloj
¿cómo iba si no la eternidad
a encontrar su camino?
(de Afinidades afectivas, Antología de poesía nórdica de Francisco J. Uriz)
Inger Christensen
(Vejle, 1935 - Copenhague, Dinamarca, 2009)
de Alfabeto, Edición bilingüe, Editorial Sexto Piso, Madrid, 2014
Traducción de Francisco J. Uriz
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