para que puedas perdonarnos
la inercia de ir muriendo sin darte explicaciones,
por las respuestas torpes, por la herencia maltrecha.
Cuando el dolor te lance sus cuchillos
y sientas que un amigo te ha fallado;
cuando adviertas en sombra una alambrada
que tienes que saltar pues te persiguen,
acepta lo difícil como un guante
que te arroja la vida, un desafío.
Que jamás el cansancio te sorprenda sin fuerzas.
Nunca digas qué largo es el camino,
no puedo más y aquí me quedo.
de Un mar en remolino, Litoral, Nº 13, 2002
3 comentarios:
Ni lo sugieras...
No.
Brutal...
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