29 de diciembre de 2012

Marge Piercy, El derecho a la vida


Fotografía de Darren Holmes

EL DERECHO A LA VIDA

Una mujer no es un árbol de peras
inconsciente y fecundo del que caen los frutos
al mundo. Hasta los perales
se llenan un año y descansan al siguiente.
En los huertos descuidados cae la fruta
tibia y madura en el pasto, y los árboles se elevan
nudosos para regalo de los pájaros, a cuarenta pies de altura
entre espinas de una pulgada de largo,
que estallan con atavismo en la suave madera.  

Una mujer no es una canasta en la que escondes
tus panecillos para mantenerlos calientes. No es una gallina
ponedora bajo la que deslizas huevos de pato.
No es la bolsa donde guardas el dinero
de tus hijos para usarlo después en tus guerras.
No es un banco donde tus genes ganan intereses
y mutaciones interesantes bajo esta lluvia
sucia. Tú tampoco lo eres.  

Siembras maíz y lo cosechas
para comer o vender. Llevas las ovejas
a engordar a los pastos para enviarlas después
al matadero, por la carne. Partes la montaña
en dos para abrir un camino, excavas
las altas mesetas por carbón y dejas las aguas
barrosas por millas, por años.
Y los peces mueren, pero no son tuyos
hasta que te los quieres comer.

Pero ahora quieres legislar derechos mineros sobre la mujer.
Reclamas títulos sobre sus pastizales, para engordar el ganado;
sobre sus campos, para cultivar bebés como si fueran
lechugas. Y amas a los niños tan profundamente
que ninguno sufre hambre, ninguno llora
sin que le atiendan cuando la madre
trabaja, a ninguno le falta fruta fresca,
ninguno mastica plomo o tose hasta morir.
Y tus orfanatos están vacíos. Seguro que cada mediodía
tus mejores restaurantes le sirven bistec a los niños pobres.

En este mismo momento, a las nueve, una partera
le hace, sobre una mesa, un aborto
a una madre soltera de Texas que no puede obtener ayuda
del seguro. En cinco días morirá
de tétanos, y su niña llorará
y será llevada lejos. En la casa de al lado, el marido
y la mujer le clavan alfileres al hijo
que no quisieron. Y le explicarán
por horas lo malo que es,
y cómo le hace falta un poco de disciplina.

Todos nacemos de mujer, en la rosa
del vientre mamamos la sangre de la madre
y cada bebé que nace tiene el derecho de que lo amen,
como cada planta tiene derecho al sol. Cada niño que nace
sin amor es una deuda que ha de cobrarse
en veinte años con intereses, un odio
en busca de su blanco, un dolor
que causará dolor. Diez años de agua bajo los puentes
un niño grita, una mujer cae, una sinagoga es incendiada,
se forma un pelotón de fusilamiento, se aprieta
un botón rojo y el mundo arde.

Yo escojo lo que entra en mí; lo que se vuelve
carne de mi carne. Sin mis opciones, no viven la política
ni la ética. Yo no soy tu campo de maíz
ni tu mina de uranio; no soy tu ternera
de engorde, tu vaca de leche.
No me usarás como fábrica.
Los curas y los congresistas no son dueños
de acciones sobre mi vientre o mi mente.
Este es mi cuerpo. Si te lo doy
quiero que me lo devuelvas. Mi vida
es un derecho no negociable.

RIGHT TO LIFE
  
A woman is not a pear tree
thrusting her fruit in mindless fecundity
into the world. Even pear trees bear
heavily in one year and rest and grow the next.
An orchid gone wild drops few warm rotting
fruit in the grass but the trees stretch
high and wiry gifting the birds forty
feet up among inch long thorns
broken atavistically from the smooth wood.
  
A woman is not a basket you place
your buns in to keep them warm. Not a brood
hen you can slip duck eggs under.
Not the purse holding the coins of your
descendants till you spend them in wars.
Not a bank where your genes gather interest
and interesting mutations in the tainted
rain, any more than you are.
  
You plant corn and you harvest
it to eat or sell. You put the lamb
in the pasture to fatten and haul it in to
butcher for chops. You slice the mountain
in two for a road and gouge the high plains
for coal and the waters run muddy for
miles and years. Fish die but you do not
call them yours unless you wished to eat them.
  
Now you legislate mineral rights in a woman.
You lay claim to her pastures for grazing,
fields for growing babies like iceberg
lettuce. You value children so dearly
that none ever go hungry, none weep
with no one to tend them when mothers
work, none lack fresh fruit,
none chew lead or cough to death and your
orphanages are empty. Every noon the best
restaurants serve poor children steaks.
At this moment at nine o'clock a partera
is performing a table top abortion on an
unwed mother in Texas who can't get
Medicaid any longer. In five days she will die
of tetanus and her little daughter will cry
and be taken away. Next door a husband
and wife are sticking pins in the son
they did not want. They will explain
for hours how wicked he is,
how he wants discipline.
  
We are all born of woman, in the rose
of the womb we suckled our mother's blood
and every baby born has a right to love
like a seedling to sun. Every baby born
unloved, unwanted, is a bill that will come
due in twenty years with interest, an anger
that must find a target, a pain that will
beget pain. A decade downstream a child
screams, a woman falls, a synagogue is torched,
a firing squad is summoned, a button
is pushed and the world burns.
  
I will choose what enters me, what becomes
of my flesh. Without choice, no politics,
no ethics lives. I am not your cornfield,
not your uranium mine, not your calf
for fattening, not your cow for milking.
You may not use me as your factory.
Priests and legislators do not hold shares
in my womb or my mind.
This is my body. If I give it to you
I want it back. My life
is a non-negotiable demand.
  






Marge Piercy  
(Detroit, Michigan, EE.UU., 1936)
de The Moon is Always Female, Random House, 1978 
Traducción de Eduardo González Cueva
para leer MÁS
su WEB

8 comentarios:

Laura García del Castaño dijo...

Hay una palabra para este tipo de poemas: trascendental.

Valiente! dijo...

Verdaderamente precioso.

Carmela dijo...

Una belleza de poema.
Feliz 2013, Emma.
Un beso

Pierrot dijo...

:)

Antonio dijo...

"No llorés, sós una flor del Mundo."ç

Laurel dijo...

Me encantó! A mi, que me cuesta tanto eso de creerme que mis opciones determinen algo, me cachetean este tipo de declaraciones contundentes!

EG dijo...

«Elegiré lo que penetra en mí, lo que se convierte en carne de mi carne.
Sin elección, no hay política ni ética que vivan.
Mi vida es una exigencia no negociable.»

José Martínez Hernández dijo...

Cuando uno lee poemas tan demoledores, sólo puede sentirse noqueado y reflexionar, una profunda e intensa reflexión ....
Un abrazo todas y a todos...

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