19 de enero de 2012

Sharon Olds, El cuerpo muerto


Sharon Olds


EL CUERPO MUERTO

No soportaba dejarlo solo en la habitación después de que murió.
Durante meses siempre hubo alguien con él,
estuviera dormido, despierto, en coma, siempre alguien,
pero después nos quedábamos fuera y él dentro,
solo: como si lo único importante fuera su conciencia,
ese hombre que tuvo tan poca conciencia, que fue 90% cuerpo.

Yo no soportaba esa forma de tratarlo como basura,
íbamos a quemarlo, como si sólo importara el alma.
Quién era ése si no él, tirado ahí, seco y abandonado.

Me enfrentaría a quienquiera que no respetara ese cuerpo:
que viniera un estudiante de medicina
y se atreviera a hacer un chiste sobre su hígado y lo derribaría.
Hubiera sido tan bueno tener a quien derribar.

Y si lo íbamos a quemar, quería quemarlo entero, no ver
su brazo mañana en el cuerpo de alguien
en Redwood City, o que le arrancaran
la lengua para transplantarla, o ese ojo renuente.
Y qué si su alma ya no estaba,
yo lo conocí desalmado toda mi infancia,
lo veía acostado en el rincón más oscuro de la sala
con la boca abierta en el sofá y ahí no había nada más que su cuerpo.

Así que en el hospital, me quedé a su lado, acaricié sus brazos, su cabello,
no pensaba que estuviera ahí
pero igual ése era el hombre que yo había conocido,
un hombre hecho de sustancia espesa,
un hombre crudo, como esos seres primitivos
que poblaban el mundo
antes de que Dios tomara su peculiar arcilla
y creara a su propia gente.




Sharon Olds 
(San Francisco, EE.UU., 1942)
de El padre, Bartleby Editores, Madrid, 2004, 
Edición bilingüe
Traducción de Mori Ponsowy
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10 comentarios:

Loba de Machecoul dijo...

Y si pudiéramos, y si nos dejaran, nuestro primer impulso sería conservar ese cuerpo sin vida con nosotros, para siempre. Pero sería mucho más duro de contemplar la paulatina corrupción del ser en la materia. O quizás, en realidad del ser querido ya no queda apenas nada, y el último vestigio es ese cuerpo, cuyo proceso de descomposición la enfermedad, y en último lugar, la muerte, aceleran, como una prueba irrefutable de la aniquilación del ser. Ay! Es tan triste esto....

Darío dijo...

Desgarrador y sólo como Olds puede decirlo.

EG dijo...

No supe encontrar ni pude conseguir la versión original en inglés.
Me hubiese gustado que esté.

Pasé por la misma situación que expone Sharon, es triste y desgarrador, sí...un saludo a ambos (Joven y Loba)

EG dijo...

y no encontré fotografía que pudiese acompañar el poema.

vera eikon dijo...

A mí me gustó que pusieras la foto de la autora, Emma. No sé, se podrían decir tantas cosas sobre este poema, pero la cosa es que cuanto más lo lees, más duele...Beso

Bird dijo...

Este en especial es un amor celoso. Que asombroso poema.

El Poeta Maldito dijo...

El nivel de despojo, de tener la capacidad de contar lo que sea de forma admirable, es propia de Sharon Olds.

Me encanta.

Saludos.

çç dijo...

Creo que ha gustado Emma, creo además que mi última entrada no es fruto de la casualidad tampoco.

Salud.

Helen Ford dijo...

Qué manera de aferrarse a un cuerpo, algo irracional si se quiere, pero legítimo al cien por cien.

Makeda dijo...

que manera de estar al borde de lo que se es y lo que ya no se será jamás..

Genial como siempre Emma.. Besos

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