17 de abril de 2011

Märta Tikkanen, 2 poemas 2 (+1)


Fotografía de Francesca Woodman

1. 

AUNQUE sé
que los seres humanos mueren
por falta de seres humanos
casi no aguanto
los gritos y las voces,
las carcajadas y la cháchara y las exigencias y el amor,
las aglomeraciones, la proximidad,
todo eso que se abalanza sobre mi
en cada instante.
Astuta y taimada
revolucionaria y temeraria
me consigo como sea
unas horas de soledad en el sofá
en mitad de la noche.


Fotografía de Sonya Jach

2.


A MÍ NADIE me pegó
nunca

Cuando era pequeña
me daban
en los dedos y me decían
¡No!
Entonces ya no tocaba más los libros
de la biblioteca

Cuando me hice mayor
y quería estar fuera de casa
hasta las tres de la noche
cuando yo tenía quince años
Entonces pronto dejó de ser importante
estar con ellos
por la noche

Cuando un día
hace ya muchos años
me perseguiste con el atizador
borracho
no te tuve ningún miedo
porque no fue mi nombre
el que gritaste
al levantar el atizador
y enseguida te calmaste
cuando te cogí la mano
y te hablé
y oíste
que era mi voz

A mí no me pegó nunca nadie
y nunca tuve
miedo físico
de nadie que hubiese podido tener la intención
de pegarme

hasta que tú me pegaste

Tienes realmente motivos
para tener miedo
de mí.



Märta Tikkanen 
(Helsinki, Finlandia, 1935)
de La historia de amor del siglo, Ediciones Hiperión, Madrid, 1989
Traducción y prólogo de Francisco J. Uriz 
para leer MÁS









B O N U S  T R A C K



CENSURA

Cuando aún vivíamos
en la otra casa,
una vivienda en alquiler
de principios de siglo,
veinte quiero decir,
una noche de invierno
en que hacía tanto frío
que ni los perros
paraban por la calle,
mientras le recitaba
a mi pareja poemas
de su libro
La historia de amor del siglo,
comprendí con toda claridad,
a medida que iba leyendo,
que por desgracia
y mal que me pese,
y aunque me joda reconocerlo,
guardaba un parecido asombroso
con el marido de la poeta finlandesa:
borracho, mentiroso,
sarcástico, injusto …
Comencé entonces,
en primer lugar,
a comerme palabras,
adjetivos calificativos
principalmente, y luego
a saltarme versos,
estrofas y poemas enteros,
y después, por último,
como quien no quiere la cosa
con disimulo cerré el libro,
lo dejé sobre la mesita
y cambié de tema.
Sobre las frías baldosas,
a los pies de nuestra cama,
sin deshacer, la maleta


David González  
(Gijón, España,1964)

7 comentarios:

Camarandante dijo...

Me gustó tu blog, muy interesante. Y vi también que sos una Hija del Sol.
Saludos!

Darío dijo...

Esta mina está muy buena. Vendría a ser la poeta que yo quisiera que se enamore de mi, como escribe Chantal por ahí, está muy buena, sobre todo cuando escribe, y eso es demasiado para mi frágil corazón.

Makeda dijo...

El primer poema es genial,pero el segundo...bueno,me han encantado,quizás todos hablan de nosotros un poco. Un beso

Malena dijo...

El segundo es ... fuerte. Estupendo, pero fuerte.
Ella es fuerte.

Y del tercero, que decir: es más fácil cerrar el libro que cambiar.

Carmela dijo...

Los tres me gustan. Del primero, que es imprescindible conseguirse esas horas de soledad para una.
El segundo coincido totalmente con Malena, estupendo y duro.
Y del tercero, que es dificil aceotar la realidad.
Un beso

En mi propia tinta dijo...

Nada como un rato para estar a solas con una, en silencio.
Dónde venden un poco de eso?
besos

EG dijo...

“Nadie iba a leer jamás lo que estaba escribiendo… Una tarde me los puse debajo del brazo y se los leí a unas personas que no conocía y que no me conocían, gentes a las que nunca más iba a volver a ver. Aquella noche regresé a casa trastornada. Comprendí con toda claridad lo que de alguna manera había sabido desde el principio: que estos problemas no eran solamente míos, que eran los problemas de muchas personas. Luego se publicó el libro”.

Así describe Marta Tikkanen la génesis de “La historia de amor del siglo”, probablemente el libro de poesía finlandesa más conocido del siglo XX.

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