30 de mayo de 2010

Erica Jong, Miedo a volar (fragmentos)


Fotografía de Anka Zhuravleva

Porqué siempre que rechazabas a un hombre –le rechazabas sinceramente y de todo corazón- el hombre persistía en creer que lo hacías por coquetería”

“Supongamos que me hubiera acercado a uno de aquellos hombres y supongamos que el me hubiera rechazado, que hubiera mirado para otro lugar, demostrando disgusto o asco. Entonces ¿qué? Inmediatamente me hubiera tomado muy a pecho el rechazo, hubiera creído que me había puesto en ridículo, me hubiera echado la culpa a mí misma por ser una mujer perversa, una puta, una marrana, una perturbadora del orden… inmediatamente hubiera echado la culpa a mi propia falta de atractivo, no a la renuencia del hombre, y me hubiera sentido deshecha durante días por su rechazo. Sin embargo, un hombre acepta que la negativa de una mujer forma parte del juego. O, en cualquier caso, muchos hombres lo aceptan. Cuando un hombre dice no, es no. Cuando una mujer dice no, es sí o quizá. Incluso cuenta un chiste para probarlo. Y poco a poco, las mujeres empiezan a creer en esta imagen de sí mismas. Finalmente, después de siglos de vivir bajo la sombra de tales presunciones, ya no saben lo que quieren y nunca pueden decidir acerca de nada. Y los hombres naturalmente, redondean el problema burlándose de ellas por su indecisión y echando la culpa a la biología, a las  hormonas, a la tensión premenstrual”


Fotografía de Anka Zhuravleva

Hombres y mujeres, mujeres y hombres. Nunca funcionará, pensé. Retrocedí a la época en que los  hombres eran cazadores y luchadores ritualistas y las mujeres se pasaban la vida preocupadas por el embarazo o por morir en parto. A menudo los hombres debían tomarlas contra su voluntad. Los hombres se quejaron de que las mujeres eran frías, insensibles, frígidas… querían a sus mujeres lascivas. Querían que sus mujeres fueran unas fieras. Ahora finalmente las mujeres estaban aprendiendo a ser lascivas y fieras… y ¿qué sucedía? Los hombres perdían el ánimo… “

“Cuanta más pasión mostraba yo, más frío era él. Cuanto más arriesgaba para estar a su lado, menos deseaba él arriesgar para estar conmigo. Verdaderamente ¿era así de sencillo? ¿Acaso se reducía todo a lo que mi madre me había dicho años atrás acerca de ´hacerse la dura’? Parecería cierto que los hombres que más me amaron fueron aquellos ante los cuales yo me mostré más despreocupada. Pero ¿qué diversión había en ello? ¿Qué sentido tenía? ¿No se podía reunir alguna vez fhilos y eros, por lo menos por un periodo breve? ¿Qué sentido tenía esta ronda constante de pérdidas alternadas, este constante ciclo de deseo e indiferencia, indiferencia y deseo?”

“¿quien dijo que la vida era fácil? Nadie”

“A mi me parece así. No es algo terrible…: quiero decir que puede ser terrible, pero no es perjudicial, no envenena seguir sin algo que uno no quiera verdaderamente… lo terrible es pretender que lo de segunda clase es de primera. Pretender que no necesitas amar cuando lo necesitas, o que te gusta tu trabajo cuando sabes demasiado bien que eres capaz de mejorarlo…”

“Había perdido peso durante nuestro extraño viaje, pero aun estaba bastante gorda según los cánones de la moda; no obesa, sólo con cuatro kilos de más para que me sentara bien un bikini. Pechos de tamaño medio, culo grande, ombligo hundido. Algunos hombres aseguraban que les gustaba mi cuerpo. Sabía (como uno sabe cosas que no acaba de  creer) que me consideraban bonita y que algunos incluso consideraban atractivo mi culo grande, pero yo despreciaba cada gramo de más. Había sido una lucha eterna: aumentar peso, perderlo, volver a ganarlo con intereses. Cada gramo extra era una prueba de mi debilidad, desidia y autoindulgencia. Cada gramo extra probaba cuanta razón tenía despreciándome, qué vil y asquerosa era”

“quizá mi fuga no se debía a maldad de mi parte, ni a ninguna deslealtad por la que precisara pedir  disculpas. Acaso fuera una especie de lealtad para conmigo misma. Una manera drástica, pero necesaria, de cambiar mi vida. Uno no tiene por que pedir disculpas si quiere ser el dueño de su propia alma. Tu alma te pertenece… para bien o para mal. Cuando ya todo se ha dicho y hecho, es todo cuanto te queda”


Fotografía de Anka Zhuravleva

El verdadero problema de las mujeres es que siempre deben seguir adelante en su intento de adaptarse a las teorías de los hombres sobre las mujeres”

“No pensar, no analizar. No pensar, no analizar y no preocuparse”

“De poco depende la felicidad: ¡una farmacia abierta, una maleta no robada, una taza de capuchino! Repentinamente, me sentí muy consciente de los pequeños placeres que procuraba el estar viva.”

“¿qué ven los enamorados en los ojos de su pareja? ¿Se ven mutuamente?”

“La gente no nos completa. Nos completamos nosotros mismos. Si no tenemos el poder de completarnos nosotros mismos. Si no tenemos el poder de completarnos, la búsqueda del amor se convierte en una búsqueda de la auto aniquilación. Luego intentamos convencernos de que la autoaniquilación es amor”

“Miré mi cuerpo. El mismo. La V rosada de mis muslos, el vientre blanco, los pechos medio flotando, los pezones arrebolados y rosados por el agua que desprendía vapor. Un cuerpo bonito, el mío, decidí quedármelo. Me abracé. Era mi miedo lo que echaba en falta. La fría piedra que había llevado dentro de mi pecho durante veintinueve años había desaparecido. No repentinamente. Y quizá no fuera para bien. Pero había desaparecido”

“La vida no tiene argumento”

“¿Hasta que punto podemos no comprometernos cuando estamos desnudos?”

“Recordé al inventor sin nombre de la bañera. De alguna manera, estaba segura de que había sido una mujer. Y de que el inventor del tapón del baño fue un hombre”







Erica Jong 
(Nueva York, EE.UU., 1942)
de Miedo a volar, Editorial Sudamericana, 
Colección Vértice, 1976
para leer SU POESÍA

2 comentarios:

Errata y errata dijo...

El tira y afloje puede ser bueno en un principio pero al final cansa, desgasta y aburre. Hay un tiempo para el juego y un tiempo para el amor. Hay hombres que lo entienden y hay otros....que no son hombres. Por esos no vale la pena perder el tiempo. Que se vayan con su ego a freír espárragos que nosotras tenemos cosas más importantes que hacer: como ser poetas por ejemplo. Un abrazo inmenso.

maria dijo...

Desnudarse, despejarse de sí mismas e ir inventándose siempre.
Cada día vamos avanzando. Precioso tu blog.
Un abrazo

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