![]() |
Fotografía de Engin Akyurt |
ABANDONO
A todos nos abandonaron un día.
Y cuando digo “abandonar” no me refiero solo a un acto extraordinario. Traumático. No. Es más simple. Pero duele igual.
A todos nos abandonaron en el medio de un quilombo. En el inicio de un proyecto. En el placer del logro cumplido. En el momento menos pensado. En el momento más esperado.
A veces pasa que te das vuelta y no tenés quien te junte los mocos, quien te dé la palmada en la espalda, quien te guiñe el ojo cuando algo te salió bien y quien te limpie las rodillas cuanto te fuiste al pasto.
Todos sabemos de la soledad que se siente cuando nos sentimos solos. Porque todos fuimos abandonados un día.
Y entonces encontramos un secreto tristísimo, un acto paliativo, para tapar ese pozo.
Vemos gente que se come la angustia tragándose un paquete de cigarrillos. Otro que corre y corre como un loco a ver si el viento en la cara le vuela ese agujero en el pecho. Personas que se comen las uñas junto con los nervios y la ansiedad paralizante. Paquetes de galletitas que van a parar a la boca, sin noción de que lo que se intenta matar no es el hambre. O, por lo menos, no esa. Pibes que se perforan la nariz y las venas con alguna que otra cosa que los pase a otra realidad por un par de horas. Y otro que se pone a jugar lo que no tiene. Vos comprás compulsivamente cosas que no necesitás para sentirte un poco vivo por ese instante.
Y yo me quedo mirando una película que me habilita, disimuladamente, a llorar mirando afuera lo que no tengo ganas de mirar adentro.
Es que somos tan jodidos con nosotros mismos que cuando peor estamos es cuando más nos castigamos. Porque todo eso que te comés te come a vos. Te pone peor. Te suma, al abandono, la culpa de hacer algo que sabés que no es genuino. Que no es lo que querés.
No comés así por hambre.
No corrés por deporte cuando te estás rajando de vos.
No te intoxicás por placer.
No te acostás con esa mina por amor.
Tapás. Escondés. Tirás abajo de la alfombra. Cerrás los ojos. Te ponés un bozal y un par de auriculares para no escuchar tu corazón.
Date cuenta. Te estás comiendo a vos. Y quizás el secreto esté en frenar.
En sentir. En recordar que en ese abandono lo que te falta es lo que tenés que buscar. Amor.
Quizá sea hora de pedir ese abrazo.
De acostarte en las rodillas de tu mamá. De poner la pava y llamar diciendo: “Sí, te juro que te necesito”. Es ahora. Después no.
Ahora.
Andá a esa casa. Hablá con quien te quiere. Escuchá. Llorá. Gritá. Decí. Vomitá. Pedí. Da.
Ahora.
Hacer malabares en medio del despelote no te devuelve más que un resultado despelotado. Resultado que no va a curar la herida que te sangra porque le estás metiendo una curita.
Las curitas no curan. Las curitas tapan.
Y vos sabés muy bien que el dolor tapado no es dolor sanado. Pará un poquito. Mirá en el espejo de tu alma.
Frená. Mirá lo que te falta y salí a buscarlo en donde creas que podés encontrarlo. De verdad. No revolotees como mosca en platos vacíos. Pedí lo que necesitás si ves que solo no podés. Porque no hay peor abandono que el que se hace a uno mismo. Con eso sí que no se juega.
No tenés derecho.
*
![]() | |
|
Pasar de página no es rendirse
Es soltar las expectativas de cambios
Es cerrar la puerta sabiendo que del otro lado hay historia
pero no presente
Es aceptar lo vivido y comenzar el duelo
Es abrazar el futuro incierto
Es entregarse a la vida
Es el ingreso a un mundo distinto
Donde la ansiedad de la espera no existe
Donde el esfuerzo descansa
Y el dolor comienza a sentir un nuevo amanecer
Donde las cuentas pendientes, los deseos, e intentos, o de una nueva posibilidad de regreso, o el trazo de un lapiz quedará sin pintar
Es avance
Fuerza
Libertad
Preguntas sin respuestas
Respuestas que llegan tarde
Es caminar
Seguir el viaje
Abrir los brazos
Confiar
Pasar de página es entender que hay más libro por leer
Más historia por contar
Mas vida distinta por vivir
Pasar la página...una nueva oportunidad.
*
![]() | |
|
Rompías mis miedos con solo mirarme
Y así la herida se volvía risa
Y las puertas de mi tristeza perdían la llave
Y la oscuridad se volvía verde, como el color de tus ojos
Y por ese instante, absolutamente todo perdía sentido.
Entonces era la forma mas absurda de darme cuenta de que solo lo buscaba cuando perdía el nido.
Y ahora que conozco las respuestas y sé perfectamente donde queda, no hay árbol que lo sostenga.
Y sin árbol, lo que era mi nido se volvió un agujero abandonado
Y de esos hay en todos lados
En el medio del asfalto
En la esquina de una calle
En cualquier parte de un cuerpo frío
En el medio de la nada.
En todos los ojos que perdieron las miradas.
En camas con olor a pérdidas de tiempo.
Son pozos que, de tanto frío, a veces se confunden con cunas.
Pero ahí nadie duerme.
Ahí uno se esconde.
Y yo no lo quiero.
No me sirven.
No me gustan.
No me cuidan.
No me nutren.
Son refugios.
Drogas que no se consumen pero igual afectan.
Y yo conozco bien la diferencia entre querer perderse o querer encontrarse.
Y vos eras nido cuidando mi infancia en este cuerpo adulto.
Nido.
No pozo.
No refugio.
No escondite.
Nido.
Eras nido.
Y cómo alquien puede no extrañar todo eso.
Decime cómo.
![]() |
de Despierta, Editorial Vergara, 2020 |
(La Plata, Bs. As., Argentina, 1976)
ESCRITORA/LICENCIADA EN PSICÓLOGA
para leer una entrevista en MASCULTURA.MX
y + en INFOBAE
en LINKTREE
en FACEBOOK
en INSTAGRAM
No hay comentarios:
Publicar un comentario