Fotografía de Sylwia Makris (Gdynia, Polonia, 1973) |
Sea breve la llama que nos une.
Sea finita nuestra distancia.
Que el orden que nos retiene
crezca en los filos de mi talón
hasta herir.
Es tanta la maldad del mundo,
tan imperdonables sus torpezas.
Seamos la excepción:
busquemos la belleza
del golpe certero,
la agonía justa,
la fluida música
de una voz que se apaga
por siempre.
No, no detengas el fin.
Por esta vez, seamos libres,
y en la muerte ansiada
los dos hallaremos
noches distintas.
El vuelo concéntrico. El estricto descenso.
Alrededor nuestro, todo es muerte, y mis palabras se cierran sobre tu nuca.
Por desgracia, sé que no habrán de hacerte daño.
Fotografía de Kasia Konieczka |
No hay más que mi obstinación:
la faz que persevera en el espejo,
la vejez,
los dedos grises que me oprimen.
Es mía la culpa.
Déjame morir un poco más.
Déjame caer por mi propio peso.
Libérame de ti,
carnero sagrado:
perseverancia, maestra,
cuerno pulido y curvo
en la frente.
no es por tu causa.
Antes,
en la rama amarga del olivo.
en los profundos entornos
de ciertos abismos vegetales
que crecen raudos en tu pecho,
antes,
estuvo mi pérdida.
Ahora,
en el alivio de la derrota,
siento cómo todo se tiñe
con el verdor de tu deseo,
y ante tus pies se abre
la senda única
entre los bosques que sembramos.
Tu maldad, líquida,
vierte cristales entre mis dedos;
ya no queda ningún enemigo
por enterrar.
Me deja atrás.
Y la inteligencia,
perra noble,
es la única en seguirte
a casa.
POETA/TRADUCTORA/SOCIÓLOGA/LICENCIADA EN LETRAS/MÚSICA
de Libro de cetrería, Secretaría de Cultura del Estado Aragua, 1994
4 comentarios:
Bellas poesias.
Es como si su poesía fuera el reflejo de algo....
Qué triste... La vida da muchas vueltas, Emma. Un abrazo
Bastante obsesión con la muerte.
Versos duros y bellos como el diamante.
Emma, un abrazo.
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