16 de octubre de 2025

Hanna F. Pitkin, 2 frases 2


En los escritos políticos la mujer 
está presente por sus ausencias. 


The Concepts of Representation,
University of California Press, Los Angeles, 1967


nuestras palabras definen y delimitan nuestro mundo de maneras importantes, y esto es particularmente cierto en el mundo de las cosas humanas y sociales.

Our words define and delimit our world in important ways, and this is particularly true of the world of human and social things.





Hanna Fenichel Pitkin
(Berlín, Alemania, 1931 - Berkeley, Ca., EE.UU., 2023)
Residió en EE.UU. desde 1938
POLÍTICA TEÓRICA/PROFESORA EMÉRITA EN CIENCIA POLÍTICA

13 de octubre de 2025

Ana Céspedes Castañeda, 2 poemas 2 (de Manual para viudas recientes)


Fotografía de Laura Stevens

PRIMERO QUE NADA

Primero que nada, querida,
decirte que lo siento mucho.
Lo siento en el alma.
Sé que son momentos duros
y que nada de lo que te diga podrá consolarte,
así que solo te diré que lo siento mucho
(que es lo que todo el mundo
debería hacer en estos casos
y no ponerse creativos con los pésames).
Siento mucho lo que ha pasado
y siento mucho lo desdichada que vas a ser.


Fotografía de Laura Stevens
SOBRE EL FRÍO

I

Y después de decirte cuánto lo siento,
y que nada de esto tiene sentido,
te diré algo que quizás resulte extraño,
y es que vas a necesitar una chaquetita
                o un chal,
lo que prefieras,
porque aquí, querida,
hace frío.


II

Da igual en qué estación del año leas esto
o hayas enviudado,
vas a necesitar una chaquetita
o un chal
(más fina
o más abrigada,
ahí sí, dependiendo de la época del año),
pero una chaquetita
o un chal
te vendrán bien,
aparte de por el frío inexplicable
que vas a sentir,
porque la chaquetita
o el chal
te van a permitir abrazarte
y reconfortarte a ti misma
sin que los demás piensen
que te has vuelto loca.


III

Así que hazme caso
y consíguete una chaquetita
o un chal,
o las dos cosas.


Manual para viudas recientesLoto Azul Editorial, 2025



Ana Céspedes Castañeda
(Valencia, España, 1978)
POETA/LECTORA/EDITORA/BLOGUERA
y su perfil en BLOGGER
para leer + en EMMA GUNST

11 de octubre de 2025

Natalia Toledo, 3 poemas 3


Ilustración de Lida Ziruffo

Quiérete como se quiere
al sol y a la lluvia.
Quiérete como se quiere
a la poesía recién hecha.
No esperes de nadie.
Todo lo que puedes apreciar
y querer de esta tierra,
está dentro de ti.

Gunaxii lii zica ranaxicabe
gubidxa ne nisaguiee.
Gunaxii lii zica ranaxicabe
diidxa cáyale gasi.
Cadi cuezu’ sti guiruti.
Girá ni zanda ganaxiú
ne chula’dxu’ guidxi layú di’
guirani gule neu ni.



Ilustración de Lida Ziruffo

Tengo tus historias en cada vena que atraviesa mis ojos 
y mis oídos,
puedo oler los cadáveres que venían en las carretas 
mientras el campesino les estrellaba cascarones de huevos en la frente, 
para que no olieran el hedor de los caídos
y avanzaran con los restos apilados.
Tu pueblo siempre fue un perro rabioso, madre.
Pero sabe vestir de flores, 
puede tejer como la noche
un vestido de luces.
Puede dormir con el sur entre las piernas, mientras el viento  mece las hamacas.
En el río está el cascajo de todas las edades,
en el río, se encuentran los restos que formaron el trastero de los antiguos.




Ilustración de Lida Ziruffo


¿Qué es la muerte?
La muerte es mirar una isla
Y no ver a tu madre.

¿Xi nga guendaguti?
Guendaguti nga gu’yu’ ti dani xuba’ lu nisa
Que gu’yu jñou’


Natalia Toledo 
(Juchitán, Oaxaca, México, 1967)
POETA BILINGÜE/NARRADORA/
DISEÑADORA DE ROPA/JOYERA
Medalla Bellas Artes de Literatura en Lenguas Indígenas 2025
para escucharla recitar en CULTURA UNAM
para leer una entrevista en MARGINAL

9 de octubre de 2025

Laura Verdejo, 6 poemas 6 (de La mujer de las cavernas)


Fotografía de Neil Krug
LA MUJER DE LAS CAVERNAS

1

Somos las hijas de aquella mujer
que vivió al borde del mundo 
escondida en la caverna del tiempo. 
Nadie escribió su historia 
porque la historia se escribe con voces altas     
y la suya era apenas un murmullo. 
Talló la roca con sus uñas, 
dibujó la caza, 
pintó las estrellas 
antes de que alguien les pusiera nombre. 
No dejó tumbas, 
no dejó estatuas. 
Solo dejó su aliento,
escondido en las grietas de la piedra, 
y su fuerza, enterrada en nuestros huesos.
Cuando miramos el fuego, 
cuando cantamos al viento, 
cuando nuestros pies golpean la tierra 
como si intentaran abrirla, 
es ella quien regresa, 
quien nos recuerda 
que llevamos en la sangre 
el eco de su grito. 

 
Fotografía de Neil Krug

2

Nadie recuerda su nombre,
pero sus manos están en las paredes,
son rastros de sangre y ceniza:
la curva del alce,
el salto del caballo,
un círculo que quizá sea el sol
o el grito vacío
de algo que arde cuando no hay fuego,
Cada trazo es una herida de luz
en la cartografía del silencio
¿Quién le enseñó a pintar el miedo?
Quizá el hambre,
o el goteo del agua
—ese reloj paciente
que mide el olvido.

 
Fotografía de Neil Krug

3

Antes de que el sonido pudiera sujetarse a la garganta
su voz era un arroyo cargado de piedras,                   
una espina desgarrando el silencio.
Primero fue un murmullo, 
un zumbido bajo, 
apenas un susurro 
atrapado entre los dientes. 
Luego, el tambor: 
el golpe de los pies contra la tierra, 
las manos rasgando el aire 
y la boca liberando el primer canto. 
No cantaba para los hombres,
cantaba para la luna, 
que la miraba con su ojo blanco y mudo; 
cantaba para los lobos, 
que acechaban en la penumbra;
cantaba para el niño dormido a su lado 
con el cabello cubierto de ceniza.         
Cantaba del hambre, 
pero también del sueño que la alimentaba, 
de las grietas en la roca, 
de los insectos que se escondían 
bajo el manto frío del amanecer. 
Cantaba hasta que su voz fue río 
y el bosque entero aprendió a soñar. 

 
Fotografía de Neil Krug

4

Mientras la oscuridad se cierra como un puño
ella junta hojas y raíces para encender el fuego
y cuando llega el frío con sus dientes de hielo
lo enfrenta con una antorcha viva,
un corazón de llamas que tiembla entre sus manos.
El fuego es vida y muerte.
promesa de calor en la garganta helada de la noche,
pero también presagio de cenizas.
Por eso,
cuando los otros duermen,
ella cuida del fuego que vive  entre las piedras,
esa bestia voraz que se retuerce y brilla en la penumbra.


 
Fotografía de Neil Krug

5

La mujer 
que dejó el fuego en la cueva
y salió antes del alba 
con un cuchillo de piedra en la mano
se mueve entre las hojas
como un hilo de humo.   
Sabe leer el temblor de la hierba
antes de que el corazón del mundo se detenga.
Lleva el olor del bosque en la piel, 
el tacto del musgo en los dedos. 
sabe que el hambre 
es también una forma de estar viva.       

 
Fotografía de Neil Krug

6

A veces, en la noche,
cuando el viento roza las ventanas
y el cielo cae sobre nuestras cabezas,
creemos escuchar su risa en la lluvia.
Somos sus hijas,
herederas de su hambre,
de su fuego,
de su instinto.
La mujer de las cavernas no tiene nombre,
ni estatuas que la guarden en piedra,
ni capítulos que la pronuncien
en el libro solemne de la historia.
Habita la curva de un hueso,
el rojo de la tierra,
el fuego que todavía no se apaga.
Su aliento respira en nuestra sangre.
La llama que encendió
nos ilumina.



Laura Verdejo Sánchez
(España)
Reside en Sitges, España
POETA/PROFESORA DE CATALÁN
de la serie La mujer de las cavernas
Participa en el taller de Mariana Finochietto
para leer + en FLOR DE AVE

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