Fotografía de Olga Markowska |
Y SIEMPRE ES HOY
Así, de pronto, supe que
tengo una garza herida en las dos alas
dentro del corazón.
Con sus dos alas rotas
no puede alzarse, pero vive.
Me es útil. Añora el agua. Por ella
a veces lloro largo rato, a ver si cree
que tiene cerca el mar.
No le he visto el color, pero la siento
de un leve gris. Le canto
para que duerma y nunca
duerme, recordándome cosas.
Con sus plumas me susurra:
“Hoy es día de amar
y siempre es hoy”.
Otras veces me dice
que un búho huérfano y enfermo
aconseja a los hombres
que besan sin amor a las muchachas.
Por ella
no conozco el rencor.
El pajarillo herido, acurrucado
en mi tibio rincón
no puede alzarse, pero ama,
y me transmite su amoroso tiempo.
(de Ediciones del Puente en la Habana de los años 60, Lecturas críticas y libros de poesía,
Chihuahua, México: Ediciones del Azar, 2011, de Jesús J. Barquet)
Fotografía de Olga Markowska |
TODOS LOS DÍAS
Casi no quiero que amanezca
y, cuando
pese a todo sucede,
me calzo los zapatos de andar triste
como un poco de tierra irremovida.
Luego de la ropa y el baño
todo este inmenso miedo mío al alba
junto
a la caravana de sucesos míos.
Inevitablemente
necesito del mar al mediodía
para, mirando el agua
creer que tengo el cielo
a sólo tres esfuerzos de mis manos.
Cuando atardece, llega
mi hora de morir a diario un rato
y velo mi cadáver, sin que nadie
entienda lo cerrado de mi cara
lo mismo que si llueve anocheciendo...
Y ya toda la noche,
primero riño a las estrellas, luego
toda la luz interior apago y quedo
como quien nada tiene que perder,
ni lágrimas.
Cruzo los brazos a mitad del pecho
y contemplo en silencio mis montañas.
(de Novísima poesía cubana, Ediciones El Puente, en 1962)
Fotografía de Olga Markowska |
Lo malo de la muerte es ese llanto,
no el de los que se quedan;
a esos, la misma vida
les devuelve la risa poco a poco.
Hablo de los que parten.
Yo pude ver en sueños
lo malo que es morirse.
Te la pasas llorando todo ese tiempo,
todos cruzan llorando por tu lado,
nadie da consuelo
porque nadie lo tiene,
y pasamos sin ver a los que amamos
y ellos igual... sin vernos.
Nada de bienvenidas,
no se hacen preguntas;
la palabra es el llanto.
Llegas
a ese lugar que no se sabe donde
queda ni lo que es,
ligera, como en vuelo,
sin venir de algún sitio
ni andar a otro,
ni estarse en paz.
Llorando.
Así es la muerte:
sin besos, sin abrazos,
sin odio, sin amarse,
llorando todo el tiempo.
Georgina Herrera
(Jovellanos, Matanzas, Cuba, 1936-2021)
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3 comentarios:
Precioso..
Hermoso poema y gran hallazgo tu blog. Saludos.
Un gusto Laura que hayas llegado hasta acá
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