Ilustración de María Hesse |
CREDO
Yo creo en la gallina antes que el huevo
aunque creo en el huevo. Yo creo que
comer es una forma de tacto llevada
a sus últimas consecuencias; yo creo que el chocolate
hace bien; yo creo que soy una zurda
en un mundo diestro, lo que no
me convierte en torpe, ni anormal, ni siniestra.
creo que “normal” es solo un ciclo del
lavarropas; creo que el toque
de manos tiene el poder de sanar, aunque
nada llenará nunca este inconmensurable
agujero en el centro de mi pecho. Yo creo
en besar; creo en el correo; creo
en la sal por sobre el hombro, una olla
vigilada nunca hierve, y si me siento junto
a mi buzón esperando la carta que quiero
nunca llegará—no por
superstición, sino porque no es así
como funciona la vida. Yo creo en el trabajo:
llamados telefónicos, tipear, multiplicar,
café negro, escribir escribir escribir, cavar
cavar cavar, barrer barrer. Yo creo en
un lento, tortuoso barrido de lengua
hacia abajo por el vientre de mi amante; creo que he
sido vuelta loca de amor más de una vez
y es una buena idea no dar nombres.
Cavar en busca de nombres es parte de mi trabajo,
pero eso es otro poema. Yo creo
que hay una diferencia entre los varones y
las mujeres y agradezco a Dios por ello. Yo creo
en Dios, y si me abrís la puerta
y cargás mis libros, me aseguraré de preguntar
tu nombre. ¿Cuál es tu nombre? ¿Vos
creés en fantasmas? Yo creo
que la mañana en que murió mi padre lo oí
silbando “Danny Boy” en el baño,
y una semana más tarde lo vi parado en
el living con una valija en la
mano. Nunca pudimos despedirnos, dijo
él, y yo dije no creo en las
despedidas. Yo creo que es por eso que tengo
este agujero en mi pecho; a veces es
rabioso; a veces es incoherente. Yo
creo que voy a sobrevivir. Yo creo que
“acostarse temprano y levantarse temprano” es
una forma aburrida de vivir. Yo creo que lxs buenxs
poetas toman prestado, lxs grandes poetas roban, y
si solo dejáramos de intentar ser felices
podríamos pasarla bastante bien. Yo
creo que el tiempo no sana todas las heridas,
creo en comprar flores por ninguna
razón; creo en “Hazte Cargo, No
Contamines”, “Leer es Fundamental”,
el Yankee Stadium pertenece al Bronx,
y los mejores bagels de New York son
hervidos y horneados en la esquina de Primera
y 21. Yo creo en Santa
Claus, en Jimmy Stewart, en los pétalos de ZuZu,
en el Día del Árbol, y en esa bebé fea con la que sigo
soñando—vive dentro de mí
abriendo y cerrando su ancha boca.
Creo que nunca degustará la
leche de su madre; nunca será
hermosa; siempre se preguntará cómo
es nacer; y si vos ponés
tu mano justo acá—tocame bien
acá, como si esto fuera todo lo que importa,
todo lo que siempre has querido, yo creo que
algo podría moverse dentro de mí,
y sería más de lo que puedo soportar.
Traducción al castellano Gabriela Adelstein, Buenos Aires, 2020
Ilustración de María Hesse |
CREED
I believe the chicken before the egg
though I believe in the egg. I believe
eating is a form of touch carried
to the bitter end; I believe chocolate
is good for you; I believe I'm a lefty
in a right-handed world, which does not
make me gauche, or abnormal, or sinister.
I believe "normal" is just a cycle on
the washing machine; I believe the touch
of hands has the power to heal, though
nothing will ever fill this immeasurable
hole in the center of my chest. I believe
in kissing; I believe in mail; I believe
in salt over the shoulder, a watched
pot never boils, and if I sit by my
mailbox waiting for the letter I want
it will never arrive—not because of
superstition, but because that's not
how life works. I believe in work:
phone calls, typing, multiplying,
black coffee, write write write, dig
dig dig, sweep sweep. I believe in
a slow, tortuous sweep of tongue
down the lover's belly; I believe I've
been swept off my feet more than once
and it's a good idea not to name names.
Digging for names is part of my work,
but that's a different poem. I believe
there's a difference between men and
women and I thank God for it. I believe
in God, and if you hold the door
and carry my books, I'll be sure to ask
for your name. What is your name? Do
you believe in ghosts? I believe
the morning my father died I heard him
whistling "Danny Boy" in the bathroom,
and a week later saw him standing in
the living room with a suitcase in his
hand. We never got to say good-bye, he
said, and I said I don't believe in
good-byes. I believe that's why I have
this hole in my chest; sometimes it's
rabid; sometimes it's incoherent. I
believe I'll survive. I believe that
"early to bed and early to rise" is
a boring way to live. I believe good
poets borrow, great poets steal, and
if only we'd stop trying to be happy
we could have a pretty good time. I
believe time doesn't heal all wounds;
I believe in getting flowers for no
reason; I believe "Give a Hoot, Don't
Pollute," "Reading is Fundamental,"
Yankee Stadium belongs in the Bronx,
and the best bagels in New York are
boiled and baked on the corner of First
and 21st. I believe in Santa
Claus, Jimmy Stewart, ZuZu's petals,
Arbor Day, and that ugly baby I keep
dreaming about—she lives inside me
opening and closing her wide mouth.
I believe she will never taste her
mother's milk; she will never be
beautiful; she will always wonder what
it's like to be born; and if you hold
your hand right here—touch me right
here, as if this is all that matters,
this is all you ever wanted, I believe
something might move inside me,
and it would be more than I could stand.
(Nueva York, EE.UU., 1964)
POETA/ESCRITORA/EDUCADORA
de An Unkindness of Ravens, BOA Editions, Rochester, New York, 2001
Traducción al castellano Gabriela Adelstein, Buenos Aires, 2020
Propuesta de traducción de Emma Gunst
para leer + en MISSOURI REVIEW
en FACEBOOK
su WEB
2 comentarios:
Una maravilla.
Bellísimo!
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