25 de enero de 2020

Margaret Atwood, Responsable


Ilustración de Bettina Baldassari

RESPONSABLE

¿Cómo me hice tan responsable? ¿Es que siempre fui así?
De niña iba por casa con una escoba y un recogedor de miniatura,
barriendo migas que no había tirado yo,
o en el jardín, con un rastrillo de juguete,
arrancaba las malas hierbas de otros
-las migas volvían a caer, las hierbas crecían, pese a mis esfuerzos-,
y siempre con un gesto de reproche
por la negligencia de los otros, y por ser una esclava.
Yo no hacía esas tareas por voluntad propia.
Quería estar en el río, o bailando,
pero había algo que me agarraba por el cuello.
Esa soy yo también, años después, hecha una pena y ojerosa,
porque el trabajo que había que terminar no estaba acabado, y trasnochaba,
gruñona como una serpiente, tomando mucho café
y lo que es más, en medio de esos grupos que se quejan
y refunfuñan, y de la súplica de siempre:
¡Alguien tiene que hacer algo!,
ahí estaba mi mano alzándose.

Pero he dimitido. He enterrado ese eco que me agarraba.
He decidido llevar gafas de sol, y un collar
adornado con la dorada palabra NO,
y comer flores que no planté yo.
Aún así, ¿por qué me siento tan responsable
por el llanto de las casas hechas añicos,
por los defectos congénitos y las guerras injustas,
y la suave, insoportable tristeza
que se filtra desde las estrellas remotas?

DUTIFUL

How did I get so dutiful? Was I always that way?
Going around as a child with a small broom and dustpan,
sweeping up dirt I didn't make,
or out into the yard with a stunted rake,,
weeding the gardens of others
-the dirt blew back, the weeds flourished, despite my efforts-
and all the while with a frown of disapproval
for other people's fecklessness, and my own slavery.
I didn't perform these duties willingly.
I wanted to be on the river, or dancing,
but something had me by the back of the neck.
That's me too, years later, a purple-eyed wreck,
because whatever had to be finished wasn't, and I stayed late,
grumpy as a snake, on too much coffee,
and further on still, those groups composed of mutterings
and scoldings, and the set-piece exhortation:
somebody ought to do something!
That was my hand shooting up.

But I've resigned. I've ditched the grip of my echo.
I've decided to wear sunglasses, and a necklace
adorned with the gold word NO,
and eat flowers I didn't grow.
Still, why do I feel so responsible
for the wailing from shattered houses,
for birth defects and unjust wars,
and the soft, unbearable sadness
filtering down from distant stars?



Margaret Atwood 
(Ottawa, Canadá, 1939) 
POETA/ENSAYISTA/NARRADORA/CRÍTICA/ACTIVISTA
en The Door, Mariner Books - Houghton Mifflin Harcourt, 2009/
La puerta, Editorial Bruguera, 2009
para leer + en EMMA GUNST
su WEB



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