29 de agosto de 2019

Ariana Reines, El silencio y algunas de sus compensaciones



"Éléments de chimie" J.C. Barchusen - 1718 (*)



EL SILENCIO Y ALGUNAS DE SUS COMPENSACIONES

Gestionando su abigarramiento… 
El sedimento que cae al  fondo
Decantando agua gris desde arriba
Su precipitado
Sus pequeñas sensaciones robadas
Cien millones al día
Al final el aburrimiento
Un minuto más que pasa 
Para probar qué lejos está qué imposible resulta decirlo…


Hola.

He estado ausente un tiempo. Es lo que busqué. Es lo que necesitaba. No me gusta que las cosas se enquisten. Excepto cuando lo hago. Hay algo perverso en mí que a veces quiere que las cosas se enquisten.  

O algo en mí busca la armonía con el mundo. Algo en mí —sin literaturas— quiso saber cómo sería ser una persona que entierra el dolor. En eso consiste ser adulto, me decía.  Llegar a la iluminación por algún dolor nunca revelado. Vivir con ello solo para probar que se puede.  

Cada vez que intento exponer esto claramente y con rapidez hay algo que no me lo permite. Pero necesito decirlo, ahora, necesito sacarlo fuera.

En 2014 fui víctima de un —llámalo como quieras— acoso sexual en el trabajo. El tipo era bien conocido por su comportamiento asqueroso con las mujeres: con sus compañeras, sus subordinadas, sus superiores. El tipo era y sigue siendo un cerdo conocido. Lo demandé y obtuve un acuerdo extrajudicial a finales de 2015.  Pero no pude conseguir que lo despidieran. Se me ha prohibido por ley hablar de esto. 

El caso es que esta experiencia removió viejos asuntos dentro de mí. Cosas que pensaba que habían terminado. Violación, abuso sexual —lo normal— no quiero desviarme con el poder hipnótico de los detalles porque el dolor me aburre, fueron cosas normales y otras menos normales que sufrí delante de mi familia y que sufrí también en público.  

Ser despojada. Tener la experiencia de ser despojada y también, a veces, escapar solo para volver y ser despojada de nuevo.  

Ir en contra de mi padre, de mi familia entera, para poder estudiar. Ocuparme de mi madre sin techo mientras estudiaba.  Ser buscada, ser perseguida, sufrir abusos, eso también.  Ser golpeada. Ser manoseada. Ser acosada. Viejos terrores, como sudor que se seca al final de tu espalda, un viento frío que la recorre. Viejos asuntos de mierda a los diez, a los veinte años, por los que pensé que no viviría mi vida. Todo me vino de vuelta.

Todo de una vez, por causa de ese cerdo y su posición de poder, por causa del poder institucional detrás de ese cerdo, me quedé mirando– ¡mirando!– petrificada como espectadora de una espeluznante ejecución pública mientras la memoria muscular, la pesadilla, el terror físico absoluto de antiguas experiencias no borradas me ardían por dentro.  

Mi cuerpo se volvió, aparentemente, un saco de basura. Mi cuerpo me demostraba que era— como siempre había sido— la momia de tal basura.  El diablo dentro de mí me decía que mi propósito era ser el contenedor de semejante basura embalsamada.  De la oscuridad de un cretino. Algunos diablos del exterior también me lo dijeron.  

Pero lo peor de todo:

Me odié a mí misma por sentirme tan mal. Me odié por quedarme mirando – ¡mirando, mirando, mirando! Por quedarme mirando fascinada mi propia desintegración, habiendo visto tanto a mi alrededor…  por dejarme hipnotizar por la muerte…

Especulé con la esencia de la femineidad, que consistiría al final en ser despojada. Que la condición de ser mujer, la verdadera condición de ser mujer, sin entrar en consideraciones de su posición genital, sería ser despojada, ser —o mejor— ESTAR en condiciones, dispuesta para ser expoliada. Y que esto es lo que conectaría el feminismo con la raíz de todo movimiento social…

Cuento esto ahora porque el sábado fue hermoso.  

Lo cuento no por lo que estamos viviendo. Lo cuento porque queda más, mucho más por decir.  

Lo cuento ahora porque trato de ser directa– porque no “quiero” escribir sobre “ello” pero si no lo saco fuera sería incapaz de escribir en público sobre cualquier otro asunto. Porque me despierto de noche con la sensación de un peso sobre mi cuello que me comprime la tráquea y me ahoga.  

Y lo cuento porque hay cosas buenas y muy buenas, cosas mágicas y cosas divinas que he visto y me han atrapado. Y porque he sido sanada, sobre lo cual contaré más adelante.

Y lo cuento ahora porque, aunque mucha gente está alzando sus voces, todavía hay un silencio enorme e inimaginable en este mundo, y algo de ese silencio quizás esté en ti, y si está en ti te perdono por tu silencio y rezo para que puedas perdonarte por no ser ya capaz de sentir deseos de estar en el mundo, y te perdono si olvidaste cómo estar en el mundo, si ya no lo resistes. Y si has tenido que buscar un lugar seguro y a oscuras para que tu sufrimiento no te atormente, espero que lo hayas encontrado y que cuando termines con él espero que vuelvas a estar conmigo.

Lo cuento ahora porque es tiempo para escucharnos a nosotras mismas y a las demás. Porque estamos cuerdas.  Y porque somos preciosas. Y porque deseamos ser mejores. Y porque hemos llegado a ser mejores, lo somos y lo seremos.

Lo cuento ahora porque queda mucho más por decir y hacer. Hay una vida para reconciliarse con el mundo: todas nuestras vidas.  

Voy a poner en práctica diferentes cosas y voy a cambiar aquí.  Quiero cambiar contigo.


#acososexual #abusos #trauma #silencio #femineidad #profesión #feminismo #mujeresenlavidapública #violenciaestructural #capullos #dspt




SILENCE & SOME OF ITS WAGES

Managing the variegations of it…
The sediment that fell to the bottom of it
Decanting grey water off the top of it
Its precipitate
Its little burglarized sensations
A hundred million a day &
The final thing the boredom of it
& one more minute passes
To prove it’s so far still impossible to say it…


Hi

I haven’t been here for a while.  I’ve wanted to be.  Needed to be.  I don’t like to let a thing fester. Except I guess when I do.  Something perverse in me sometimes wants to let a thing fester.

Or: something in me wants to harmonize itself with the world; something in me, unwriterly, wanted to know what it’d be like to be a person burying pain: was that what adulthood was really about, I wondered. To become lit up by some pain you never say; to live in spite of it just to prove that can be done.

Every time I try to state this plainly and quickly something won’t let me.  But I need to say it now, I need to get it out of the way.

In 2014 I was the target some whatever sexual harassment at a job.  The person was well-known for behaving disgustingly to women: his peers, his underlings, his superiors.  The person was and remains a known creep.  I sued and won a settlement at the end of 2015. But I couldn’t get them to fire him.  I am forbidden by law to discuss this.

The thing about this experience was what it did to old things inside me.  Things I had thought were gone.  A rape, some sexual assault, the usual things, I don’t want to get distracted by hypnotizing power of the details because the pain, it bores me, so the usual things, some unusual things, having been hit, having been hit in front of my family, having been hit, also, in public.

Having been taken from.  Having had the experience of being taken from, and having, also, at times, given myself away only to turn around and find myself taken from.

Having had to go against my father, my entire family, in order to get an education. Having supported my homeless mother while getting my education.  Having also been stalked, been trolled, been harassed, that too.  Having been hit.  Having been groped. Having been stalked.  Old terrors, like sweat drying in the small of your back, a cold wind blowing onto it. \Old things, ten-year-old and twenty-year-old shitty things according to which I had thought I was not living my life.  It all came down on me.

All of a sudden, because of the creep’s position of power over me, because of the institutional power behind the creep, I found myself watching– watching!– like a petrified spectator at some lurid public execution as muscle memory, nightmare, absolute physical terror from old and unexpunged experiences lit up my insides.

My body had become, apparently, just a sac of garbage.  My body was proving to me it was, had always been, the mummy of such garbage.  The devil in me told me my whole purpose was to be the living encasement of such embalmed garbage. Of some assholes’darkness. Some devils outside of me told me that too.

But: the worst thing of all–

I hated myself for letting myself feel so bad.  I hated myself for watching – for watching, for watching, for watching!  For watching myself become fascinated by my own disintegration, having seen so much around me…  for letting myself be hypnotized by death…

I speculated that the essence of femininity might be, in the end, to be taken from.  That the condition of womanhood, true womanhood, regardless of the genital situation, was to have been taken from, to have been, thus TO BE in the condition, in the position of being plundered.  Wasn’t this what connected feminism to the root of every other social movement…

I am saying this now because Saturday was beautiful.

I am saying this now because of what we’re in.  I am saying this now because there is more, much more to say.

I am saying this now because I am trying to be brief– because I don’t “want” to write about “it” but if I don’t get it out of the way I can’t write in public about anything else.  Because I wake in the dark with the feeling a body is standing on my neck, is crushing my windpipe, is choking me.

And I’m saying it because there are good and great things, magic things and godly things, that I have seen and been taken by.  And because I’ve been healing, about which more later.

I am saying this now because, however many people are raising their voices now, there is still a gigantic and an unimaginable silence in this world and some of it may be in you and if it is in you I forgive you for your silence and I pray you can forgive yourself for whatever desire to be in the world you could no longer feel, and I forgive you if you forgot how to be in the world, couldn’t bear to want to anymore.  And if you have needed to find a safe and a dark place to do your suffering unmolested I hope you have found that place and when you finish there I hope you will come be with me

I am saying this now because it is a time for listening to ourselves & listening to each other. And because we are sane.  And because we are lovely.  And because we long to be better.
And because we have got to become better, and we are, and we will.

I am saying this now because there is so much else to be said and done.  There is a life to be reconciled with the world: there is all of our lives.

I’ll be practicing different things here and I will be changing here.  I want to change with you.



#title ix #sexual harassment #assault #trauma #silence #femininity #professionalism #feminism #women in public #structural violence #creeps #ptsd





Ph Stefan Schwartzman
Ariana Reines
(Salem, Massachusetts, EE.UU., 1982)
Reside en Nueva York
POETA/PERFORMER/DRAMATURGA/
ARTISTA/TRADUCTORA
Traducción de Tive Martínez 
extraído de EL AMOR O SU CONTRARIO
para leer una entrevista en THE EDITORIAL MAGAZINE
(*) imagen utilizada en la publicación original
su BLOG


3 comentarios:

lunaroja dijo...

Brutal, un testimonio de algo que lamentablemente es cada vez más frecuente,o quizás es que por fin le estamos dando voz!
Gracias por traerlo!

EG dijo...

Al fin le estamos dando voz! Y cuánto falta aún...
Valiente testamento
Un abrazo Alejandra

Unknown dijo...

Gracias por compartir💜

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