1
La hija que no tuve me recuerda la edad de la que vengo
y llama a mi puerta cada noche y me pregunta qué he soñado.
Existe en una época distinta
donde juega a hacer bufandas a todos sus muñecos
mientras yo la observo humilde
desde el quicio vencido de la infancia
-como otro niño más-
mientras la vida aspira a convocarnos.
La hija que no tuve se pasea descalza entre los pinos
y sus plagas de orugas y sus púas.
Habla con la arena,
la recoge entre los dedos y la deja caer
mientras su risa ahuyenta las borrascas
con una pulcritud de sacerdote.
La hija que no tuve me pregunta por la vida
y espera una respuesta
acorde con mi edad y con la suya
pero solo encuentra mi silencio.
Intuye que vivir se nos parece y sale de paseo
y teje bufandas en verano.
Que hay, en este juego insistente
en que agarra mi mano con ahínco,
una única palma que nos une,
una única madre para ambos.
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Ilustración de Sara Boccaccini Meadows |
2La hija que no tuve me regala flores en inviernoy pinta en las paredes arcoírisy me enseña a ser lo que no puedo.A veces me pregunta por las nubese intenta convencermede que ambos llegamos hasta ellassubidos a una silla;que son, todas las nubes, espuma con deseo de ser aves,que debo contemplarlas con respeto,que a veces no logramos recordar nuestros poderes.La hija que no tuve se calza un par de alasy corre entre los cochesy esquiva a los peligros como un lince.Si llueve, me agarra de la mano y me conmina a irnos a la calle,a entrar en cada charco y a saltar sobre ellos sin zapatoscon la noble convicción de ser piratas.La hija que no tuve tiene el mundo anclado a las pupilasy en él me miro a vecescomo si ella fuese quien lo erigey quien le da sentido a cada cosa.No hay hecho que en sus ojos no reflejenni persona ajena a su rutina.En ellos cabe el mar y nos bañamos:llegar hasta la orilla es suficiente,secar la vida al sol y a sus fantasmas.
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Ilustración de Sara Boccaccini Meadows |
3
La hija que no tuve me llama por mi nombre
y se desdice en todas las vocales.
Juega a confundir nuestros papeles
como el viento confunde nuestras caras
y amenaza con un nuevo bautizo cada día
y se acuclilla en pos de cada río.
La hija que no tuve me recuerda al ser
que un día fue niño en mí y fue misterio.
Al verla, me gusta convencerme de los días,
mirarla y ver en ella la verdad y los milagros.
La hija que no tuve trae a casa a los huidos
y les habla de la familia
con una mansedumbre
que recuerda más a un alma anciana.
Reparte los cubiertos
y separa las sillas del abismo
―y sirve el pan―
como si todos fuéramos iguales
y pudiésemos cambiar nuestro destino,
volver a reencontrarnos al comienzo
y cumplir al fin cada promesa.
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Ilustración de Sara Boccaccini Meadows |
UN DÍA DE LLUVIA
Hace falta algo más que un día de lluvia
para limpiar los pies de quien camina.
Algo más que descalzarse en los hogares,
descalzarse ante el amor y su resaca
como el mar inflamado
cuando el astro aspira a poseerlo.
Algo más que la miseria asaltándonos la voz
Mientras mentimos al otro y le mentimos
a quien somos y a quien fuimos;
hace falta algo más que una intención
para enjuagar el alma de temores,
algo más que dulcifique al vivo y al descalzo,
que nos ate el alma al pie
mientras la lluvia cae y nos recuerda.
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de La edad de la ignorancia, Colección Visor de Poesía, 2017 Premio Internacional de Poesía Hermanos Argensola |
MARÍA DIXIT
“Me parece que la poesía y la fotografía comparten un código íntimo que es la síntesis de la imagen. Curiosamente, cuando miramos una fotografía no hay tiempo, el pasado y el futuro están ausentes frente a un encuadre que, sin embargo, nos habla. Algo así sucede también con la poesía: debería tender hacia lo atemporal, es decir, saltar de un marco cerrado hacia la posibilidad infinita de ser leída en cualquier momento y que su sentido permanezca intacto. Por otra parte, la manera en la que poesía y fotografía pueden complementarse me parece mágica. Ampliar los significados, como un altavoz que sea capaz de llegar a más gente, es mi objetivo”.
con motivo de la presentación de su libro
Introducción al límite, colección Vandalia,
Premio ‘Las librerías recomiendan’ 2020
*
«Creo que si se investigase más en torno a las relaciones que tienen fotografía y poesía ganaríamos mucho tanto poetas como fotógrafos. Creo que la fotografía, a cualquier lector que no está habituado a leer poesía, le ayuda a que se pueda leer mejor. La afinidad o la simbiosis entre poesía y fotografía puede abrir la capacidad de interpretación a ciertos lectores poco avezados o que se empeñan en decir que no entienden la poesía y no la leen. Y de ahí mi afán pedagógico de imbricarlas.»
en The Objective,
con motivo de la edición de la edición de
María Alcantarilla
(Sevilla, España, 1983)
Reside en Cádiz
POETA/ESCRITORA/LICENCIADA EN PERIODISMO/
FOTÓGRAFA/ARTISTA VISUAL/DIRIGE EL AULA
DE ESCRITURA AUTOBIOGRÁFICA DE LA UNIVERSIDAD DE CÁDIZ
para leer + en ANTONIO MIRANDA
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2 comentarios:
Demoledora belleza...
Gracias!
Desde el blog Nunaca llegan tarde las Hadas muchas gracias. La entrada con fecha de ayer, es de María Acantarilla y su poemario. La Edad de la Ignorancia.
Gracias. Miriam tu blog es un jardín muy recomendable, para ti. Una Ola Naranja, desde Mallorca
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