14 de mayo de 2024

Alfonsina Clariá, 8 poemas 8 (de Cuánto debe morir para que algo nazca)



¿Cuánto debe morir
para que algo nazca?

¿Cuánto queda sepultado
para que una mañana
ese fruto esté en tu mano?

¿Cuántos días iguales
para que uno solo perdure?

¿Cuánto de mí muere
y cuánto nace
cada vez que escribo?

Fotografía de Alessandro Passerini

Una noche al poner la mesa
pierdo el equilibrio
como si de pronto cayera enferma.

Los platos son demasiado hondos
los tenedores tiemblan en mi mano
el piso no es estable.

Algo se ha movido
no sé si dentro o fuera
de la casa o de mi cuerpo.

No quiero soltar los cubiertos
ni llamarte
para que seas parte del miedo.




Dicen las visitas
que todavía es verano
y afuera hace calor.

Pero dentro del hospital
no hay estaciones
la enfermedad
sopla un aire triste
y oscurece el semblante
de los que duermen.




Ahora que alguien ha dicho
la palabra "final"
en este cuarto en el que casi siempre
estoy dormida

ahora que todo parece definitivo
y sin embargo incompleto
inmóvil y aún así
en constante mutación

ahora que no hay otras estaciones
que el calor o el frío de la fiebre

ponés toallas húmedas
sobre mi frente
me abrigás con frazadas
te acostás a mi lado vestido
y nos dormimos de la mano

ahora que alguien ha dicho
la palabra "final"
¿de dónde viene esta paz?



A Mateo

Escucho la voz de un niño
que me habla al oído
con su cara pegada a la mía.

Tengo los pies helados
la cabeza ardiendo de fiebre
no puedo abrir los ojos
ni dejar de temblar.


Aunque no le responda
la voz insiste
repitiendo en mi oído:
"Despertate, Ma".




No ha dejado de llover
durante días
y los diluvios
desde que estoy postrada
me dan miedo.

–Sigue lloviendo.
Te digo con los ojos cerrados.

–Es linda la lluvia.
Me respondés.

–Las cicatrices duelen.




Como esa pareja que pintó Van Gogh
que ha dejado a un costado
los zapatos viejos
(la huella de la pobreza)
y la hoz
(el acecho de la muerte)
te acostás a mi lado
y nuestros cuerpos se rozan
como dos nubes dormidas.




Recuerdo el silencio triste
de las salas de espera
y cuánto sepulté bajo las sábanas
de una cama de hospital

vuelvo a sentir el dolor
y la fe de mi madre
sentada al borde de esa cama
como al pie de la cruz.

mientras recibo la tibieza
de un nuevo amanecer
desde las ventanas de mi casa
y en mi corazón resuena
"¡Talita cumi!"


de Cuánto debe morir para que algo nazca, 
que se presentará el miércoles 15 de mayo, a las 19 horas,
en la Alianza francesa (Ayacucho 46)
Ciudad de Córdoba



Alfonsina Clariá 
(Córdoba, Argentina, 1972)
POETA/LICENCIADA EN LETRAS MODERNAS/ 
ESCRITORA/DOCENTE/INVESTIGADORA
de Cuánto debe morir para que algo nazcaNarvaja Editor, 2024
para leer + en EMMA GUNST





12 de mayo de 2024

Diana C. Masini, 3 poemas 3


Fotografía de Alberto Polo Iañez
TEMPRANO

Y a veces no quiero
hacer nada

las sábanas me envuelven
susurran voces

miro
el techo

en los ojos de la madera
encuentro imágenes

acaricio al gato
que duerme
a mi costado

un hueco en el pecho
horada suave

doy
a la pena
la palabra

la luz
atraviesa tímida
la ventana

cobijo
lo que lastima
del día

despido lo viejo
voy quedando
liviana


Fotografía de Alberto Polo Iañez

SÓLO UN POCO

Abro las ventanas.
El cielo está como mi alma
esta mañana

con nubes opacas, somnolientas
sin un minúsculo retazo de celeste.

Se mimetiza mi interior
con lo lejano y sombrío.

La esperanza que me habita
me dice:
vendrá el viento, vendrá la lluvia,
desgarrarán su furia impertinente
y verás un cielo despejado

quién sabe
con algo de fortuna
el sol
te acariciará la cara.


Fotografía de Alberto Polo Iañez

HOY NO

Veo en mí
nubes grises.
Anhelo una tormenta que no llega.

El calor sofoca
y no deja
respirar al cuerpo y a la pena.

Quiero dejarme
caer
      caer
            caer
como nunca pude.

Me permito
la silenciosa espera
de lo que vendrá

Hoy no será.

Hoy deberán juntarme
en mil pedazos,
grises como el cielo
que no se decide a llorar.



Diana Cristina Masini
(La Plata, Buenos Aires, Argentina, 1953)
Reside en Neuquén
POETA/MÉDICA/ATLETA PARALÍMPICA
de Ella llega con jazmines, edición independiente, 2024
Edición y corrección Mariana Finochietto
para leer + en 0221

6 de mayo de 2024

Alfonsina Clariá, 10 poemas 10 (de La felicidad de las perdices)


Ilustración de Alfonsina Buteler

Una noche
me acosté tranquila
sin sentir otra urgencia
que la de soñar.



Obra de Andrea Kowch

Los cuentos que me contaron
tenían el mismo final:
una gran fiesta
y un banquete para dos.

Pero la niña de ayer
hoy está sola.

El vuelo gris de un pájaro
apaga el último sol

y pronto llegará la luna
como un plato vacío.

                 
Obra de Dominique Fortin
Una joven camina
por las páginas de un libro.

La noche se abre
húmeda y fragante
como un bosque.

Perdida entre las hojas
no siente miedo
sino deseo de adentrarse.

Obra de Dominique Fortin
"Mujer pequeña"
era el título del cuento.

Habré preguntado seguramente
por qué era pequeña la mujer
que una mañana
encuentra una gallina
y la esconde en un aparador.

Al llegar la noche se duerme
y en el sueño una voz
le ordena que devuelva el ave.

Cuando despierta
corre hacia el armario
que está vacío.

Aunque sentí la tristeza
no entendí la historia.

Había que vivir lo suficiente
para leer en la fábula
la tragedia
había que perder lo atesorado
de la noche, a la mañana.


Obra de Andrea Kowch
              "Y fueron felices
y comieron perdices"
leo en la última página del libro
grabado en mi memoria.

Lo cierro e imagino una perdiz.
No está en un plato
está en su nido
oculto en los pastizales
escuchando el viento
y la respiración tranquila
de sus pichones dormidos.

Nadie me contó esa historia
que al final del día
invento para mí.

Obra de Andrea Kowch
Toda la casa tiene ventanas
por las que miro el cielo.

Quizás el cielo tenga ventanas
que se abran a la casa

y el día se despierte
con el llanto de un niño

la tarde sea un espejo
de los azules y anaranjados
que nuestros hijos mezclan
cuando dibujan

y la noche nos cubra con las alas
de los ángeles que ellos sueñan.

                
Obra de Andrea Kowch

Me pregunto si la felicidad
dura un instante en un jardín

si estará oculta entre las flores
caídas del jacarandá
en las macetas que nadie riega
en los primeros pasos
de un niño sobre el césped.

Me pregunto si la felicidad
tendrá el color de los disfraces
que nuestros hijos corren a ponerse
apenas llegan del colegio
si estará guardada en los secretos
que me dicen al oído
y en estas palabras que anoto
venciendo el frío y el sueño
a las tres de la mañana.

                  
Obra de Dominique Fortin
Sentada al borde de la tarde
veo mi sombra:
una mujer delgada
con un lápiz en la mano
anotando lo que debe.

Una sombra cansada
suma y resta monedas
que nunca alcanzan.

Desde la medianera
llegan oleadas de perfume
del jardín vecino.

Respiro profundo
y armo para mí
un ramito
con jazmines ajenos.


    Obra de Andrea Kowch
                                                                           Sueño con una mujer
que deambula buscando
algo que ha perdido.

A lo lejos divisa una fuente
y se encamina hacia ella.

Al llegar
oye una voz que dice:
"En la fuente del sueño
hay monedas
que arroja el deseo."

Pero ella
sólo distingue palabras.


Obra de Andrea Kowch
Las palabras
que quería escribir
se hunden
en la fuente del sueño.

Acerco mi mano.
y al rozar el agua
me despierto.


La felicidad de las perdices
que se presentará el miércoles 15 de mayo, a las 19 horas,
en la Alianza francesa (Ayacucho 46)
Ciudad de Córdoba



Alfonsina Clariá 
(Córdoba, Argentina, 1972)
POETA/LICENCIADA EN LETRAS MODERNAS/ 
ESCRITORA/DOCENTE/INVESTIGADORA
de La felicidad de las perdices, Narvaja Editor, 2024
para leer + en EMMA GUNST

1 de mayo de 2024

Mariana Finochietto, 5 poemas 5 (de Patio) I


Ilustración de Lieke van der Vorst
CONFESIÓN

No es la pasión,
no es la debida rendición a la tragedia
ni el tejido esforzado y minucioso
de tu voz
atravesando los teléfonos.

Es la lluvia que dejo
sobre los hibiscos,
los perros
abriendo caminos en el pasto,
mis hijos despertando a la mañana.


Ilustración de Lieke van der Vorst
INTIMIDAD

Algunas tardes
se inclina sobre mis dalias,
toma algún brote pequeño, lo sostiene
como si descubriera
un secreto en la flor,
algún misterio atrapado en el pasto.

Es sencillo quererlo
cuando ando en el patio apurando el oficio
y lo veo,
rodilla en tierra,
acariciando a solas mi corazón de jardinera.


Ilustración de Lieke van der Vorst
OLVIDOS
El verano sucede de repente
cuando aún
huele a primavera
y el verde se adormece bajo el sauce.

Te das cuenta
después
de que los seres pequeños lo anunciaron
y no estabas atenta.

Son tan tenues las cosas con que el mundo
nos advierte el movimiento en el que vamos,
toda la tierra y todos en un ciclo constante
entre la belleza y la degradación.

Tan sutil el lenguaje
que hemos perdido el suave don de pronunciarlo.


Ilustración de Lieke van der Vorst
ESCARABAJOS

La mujer
que entre las flores
esparce los venenos
no conoce de crueldad.
Aprende
en el temblor de la muerte pequeña y su desgarro
que hay formas del daño entre las rosas
y que florecer
exige un sacrificio.


Ilustración de Lieke van der Vorst
FUNDACIÓN

Para estas cosas
escribo:
para la lluvia que cae,
sin más certezas
que el peso feliz de su materia,
y para el pasto que aguarda,
con una sed antigua,
el milagro
del agua
y para el hombre
que miré hace días,
hermoso
en su tristeza.

Esas cosas
que mi memoria
pierde
entre los huecos de la tarde:
el olor del pan
y el pelo
de mi hija peinándose al sol.

Escribo
para que el lenguaje
me muerda
y me despierte,
para saber si estoy soñando,
para confirmar
que no estoy muerta.





Ph de Martina Arnol
Mariana Finochietto
(General Belgrano, Bs. As., Argentina, 1971)
Reside en City Bell, La Plata
POETA/TALLERISTA
de Patio, el andamio ediciones, 2023
para leer + en EMMA GUNST
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