23 de agosto de 2025

Melina Sánchez, 3 poemas 3 (+1)

Obra de Cintia Vallejo (Viento)

HIJX DE LA TIERRA

Nazco a pesar de todo pronóstico,
y sobrevivo
a la esclavitud impuesta,
y me transformo
y escribo poesía.

Respiro
el polvo
que he de ser
un día.

Camino
el mapa
de la nación
de mis ancestrxs.

Trazo la cartografía
de mis despojos.

Dibujo
el relieve
de geografías
pasadas, presentes y futuras.

Oigo el canto de los pájaros
oigo el sonido de las alas del colibrí… 
                                                                   buenos augurios.


Ilustración de Elisa Talentino
A VECES TE VEO

A veces te veo
A veces nos veo
En otras personas
No, no llegamos tan lejos
Te vi de la mano con otra persona
Ese día de invierno en 2018
Cuando todas fuimos a la plaza
y estaba tan, tan lleno todo que hubiera sido imposible encontrarte
pero te crucé en la marea
impensada dos años antes cuando te fuiste y comenzaste a ser un punto de fuga lejos de mí

Pienso, qué hubiera sido de mí, de nosotras, si el invierno en donde todas pedimos aborto hubiera sido dos años antes

Veo a las pibas ese invierno, y dos diciembres después, cantando sin pausa, tomando la calle, las observa mi yo del pasado, con alguna envidia, quiere ser ellas, quiere que vos no le faltes, ahora que te dejé de extrañar para siempre, escribo esto, sobre aquella tristeza rabiosa que me habías dejado, no sé por qué… para enseñarme, como todas las hijoputeces en la vida, se hacen para enseñarle a una algo “muy importante” acerca de lo que mierda es vivir. Yo estaba muriendo en ese tiempo, ahora hago un back up de la computadora, y me encuentro con este no poema y lo reescribo, y le encuentro sentido, y me salen las palabras que ese ayer no encontraba: ¿Quién va a detenerte, la muerte, la edad, o una idea? No quiero cruzarte nunca más, ahora sí, nunca más. Ahora no quiero más de vos, ahora sé que las primaveras no son eternas. Tampoco lo fueron desde ese Congreso.

No alcanza nuestra libertad a una generación entera. Apenas un par de años y una pandemia bastaron para que la derecha salga a pavonearse por las calles que eran, supuestamente nuestras.

A veces te veo.
Te vuelvo a ver.
Alguien habla guaraní.
O con acento.
Alguien toma mate.
Alguien despeina sus rulos al viento.
Alguien se hace un tatuaje en el brazo.
Le pide casamiento a su novia.
Se olvida de los hijos que tuvo en su vida hetero.
Los despide con un beso cariñoso.
Los recibe siempre.
Pero les dice adiós.
Dice adiós a su otra posible vida.
Acepta la cartografía de un mapa actual en donde faltan piezas
En donde no termina de encajar
En donde no está todo bien
En donde a veces tiene la mirada perdida
Pero la acepta a esta otra vida, sin embargo
Quizás porque halla su nombre escrito en ella.

 
"Assessment," 2022, obra de Patty Horing
VII

esa vieja es una hija de puta
-con todo respeto de las putas, que esto no tiene nada que ver con ellas, pero no me gusta la palabra forra-
esa vieja es una forra
no suena de la misma manera que la frase anterior
a veces pienso que ya no es necesario escribir sobre las formas de la maldad
las que va adquiriendo a su paso
a lo largo del tiempo
de la historia
de las instituciones
de los dioses
de las religiones
y de las vidas
después me cruzo con otra vieja hija de puta
como piedra en el zapato
su bastón
se me clava en la sangre en el ojo
y me enturbia la mirada
la muy mierda
hay viejas que tienen dos bastones

y hay viejos que tienen tres
gente que no ha sabido ni pa’ qué vivil, mielda
la vida me parece a veces una gran Jerusalén
un mercado en la ladera de un país inhóspito
que está recién naciendo
o muriendo
o reviviendo
y que siempre siempre
va a dejarse engañar por un Melquíades
al principio de la tragedia familiar de los cien años
o esperará en la cola de la comida como poeta sin lectores, como maestro sin alumnos
en la colmena de la dictadura franquista
o pedirá como mujer clemencia
para no ser violada por los soldados japoneses o un tío depravado en medio de la guerra
las viejas hijas de puta, Carmela
son esas viejas que eligen rezarle a dios y culpar a las niñas de las manos de un tío perverso
y ser cómplices
en lugar de clavarles la cruz por la espalda o en otras partes, mi ciela
las abuelas de las cándidas eréndiras, ellas tan santas, y tan viviendo de la putería, mi niña
que dos por tres y cada dos palabras intercalan un virgen maría
y que por culpa vuelven a las jóvenes fregadoras compulsivas de pisos y cacas de los otros
y así se aseguran la economía, la suya
y su limpieza de culo
para la eternidad a manos de una enfermera bien paga, solamente con su rosario de culpas, obligaciones y pecados

cierta vez le daba clases
a unas viejas en Palermo
una de ellas estaba postrada
igual no me causó pena
habrá sido la maldad que se le trepó por abajo
para detener sus energías
una de las jornadas me abre la puerta la chica de la limpieza
una piba paraguaya
que me cuenta que no come en lo de la vieja porque cuenta hasta los panes
que ella estudió enfermería en Paraguay
y que vino convencida-engañada de que iba a trabajar en una clínica de un conocido
finalmente tuvo que limpiarle la casa
para hacer unos pesos que le permitan salir de esa cárcel
para conocer otras…
la limpieza doméstica…
la homologación de título…
la trampa del trabajo migrante…
la digestión y la somatización de las ideas de las viejas
que pagan clases de literatura para que alguien les haga de mula cultural
y hambrean a la sirvienta

B O N U S  T R A C K


Soy hija y nieta de sirvientas,
pero incapaz de servir siquiera un café,
se lo podría tirar en la cara,
así como me ve y me oye, señor
y a usted le debo toda una bandeja,
la furia de siglos,
genealogía de la tormenta



Melina Sánchez
(Buenos Aires, Argentina, 1983)
POETA/DOCENTE/PROFESORA DE LENGUA Y LITERATURA/
LECTORA Y DIFUSORA DE LITERATURAS INDÍGENAS
MILITANTE DE PUEBLOS ORIGINARIOS/
COMUNICADORA AFROINDÍGENA
para leer + en HURLINGHAM POST
+ en SPUTNIK
 

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