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6 de septiembre de 2025

Mariana Finochietto, 4 poemas 4 (de Desviadero)


Ilustración de Georgiana Chitac

III

Con el paso liviano de un ciervo en el hielo
ha llegado otra vez la tristeza.

Suave canta el viento entre los sauces altos.

Lentas     desprendidas
veo caer las hojas.

A nada temo.

Ya conoce de inviernos
el dulce animal de mi corazón.




Ilustación de Heo Jiseon
IX

Toda la lluvia dejo
en el cuenco de la noche

todos los ríos
cada gota que la niebla olvida
la humedad de los besos

toda el agua ofrendo
                                     toda el agua

si pudiera
recordar          alguna vez
cómo era andar sedienta
de tu cuerpo.



XII

Dejé tendida
mi mesa
mi mano
mi cama

me miraste
como si fuera
hermosa y suave

sagrada

como si fuera
una magnolia
que se deshoja.



Ilustración de Heo Jiseon
XVII

¿Dónde queda el amor
cuando amanece
y el sol descubre los cristales vacíos,
              su filo callado

dónde se opaca
la flor exhausta de la dicha,
             su pétalo precioso?

a contraluz
mi mano que busca todavía
dibuja
pájaros silvestres
árboles de bosques luminosos
arroyitos de agua transparente.

Amar
no debería ser este silencio.


Desviadero, Editorial Mascarón de proa, 2025




Ph de Martina Arnol
Mariana Finochietto
(General Belgrano, Bs. As., Argentina, 1971)
Reside en City Bell, La Plata
POETA/TALLERISTA
de Desviadero, Editorial Mascarón de proa, 2025
Contratapa de Elena Anníbali 
para leer + en EMMA GUNST

9 de febrero de 2025

Lorena Pronsky, 3 textos 3 (+1)


Fotografía de Engin Akyurt

ABANDONO

A todos nos abandonaron un día.

Y cuando digo “abandonar” no me refiero solo a un acto extraordinario. Traumático. No. Es más simple. Pero duele igual.

A todos nos abandonaron en el medio de un quilombo. En el inicio de un proyecto. En el placer del logro cumplido. En el momento menos pensado. En el momento más esperado.

A veces pasa que te das vuelta y no tenés quien te junte los mocos, quien te dé la palmada en la espalda, quien te guiñe el ojo cuando algo te salió bien y quien te limpie las rodillas cuanto te fuiste al pasto.

Todos sabemos de la soledad que se siente cuando nos sentimos solos. Porque todos fuimos abandonados un día.

Y entonces encontramos un secreto tristísimo, un acto paliativo, para tapar ese pozo.

Vemos gente que se come la angustia tragándose un paquete de cigarrillos. Otro que corre y corre como un loco a ver si el viento en la cara le vuela ese agujero en el pecho. Personas que se comen las uñas junto con los nervios y la ansiedad paralizante. Paquetes de galletitas que van a parar a la boca, sin noción de que lo que se intenta matar no es el hambre. O, por lo menos, no esa. Pibes que se perforan la nariz y las venas con alguna que otra cosa que los pase a otra realidad por un par de horas. Y otro que se pone a jugar lo que no tiene. Vos comprás compulsivamente cosas que no necesitás para sentirte un poco vivo por ese instante.

Y yo me quedo mirando una película que me habilita, disimuladamente, a llorar mirando afuera lo que no tengo ganas de mirar adentro.

Es que somos tan jodidos con nosotros mismos que cuando peor estamos es cuando más nos castigamos. Porque todo eso que te comés te come a vos. Te pone peor. Te suma, al abandono, la culpa de hacer algo que sabés que no es genuino. Que no es lo que querés.

No comés así por hambre.

No corrés por deporte cuando te estás rajando de vos.

No te intoxicás por placer.

No te acostás con esa mina por amor.

Tapás. Escondés. Tirás abajo de la alfombra. Cerrás los ojos. Te ponés un bozal y un par de auriculares para no escuchar tu corazón.

Date cuenta. Te estás comiendo a vos. Y quizás el secreto esté en frenar.

En sentir. En recordar que en ese abandono lo que te falta es lo que tenés que buscar. Amor.

Quizá sea hora de pedir ese abrazo.

De acostarte en las rodillas de tu mamá. De poner la pava y llamar diciendo: “Sí, te juro que te necesito”. Es ahora. Después no.

Ahora.

Andá a esa casa. Hablá con quien te quiere. Escuchá. Llorá. Gritá. Decí. Vomitá. Pedí. Da.

Ahora.

Hacer malabares en medio del despelote no te devuelve más que un resultado despelotado. Resultado que no va a curar la herida que te sangra porque le estás metiendo una curita.

Las curitas no curan. Las curitas tapan.

Y vos sabés muy bien que el dolor tapado no es dolor sanado. Pará un poquito. Mirá en el espejo de tu alma.

Frená. Mirá lo que te falta y salí a buscarlo en donde creas que podés encontrarlo. De verdad. No revolotees como mosca en platos vacíos. Pedí lo que necesitás si ves que solo no podés. Porque no hay peor abandono que el que se hace a uno mismo. Con eso sí que no se juega.

No tenés derecho.

de Curame, Editorial Hojas del Sur, 2019 /
Editorial Vergara, 2023


*

Fotografía de Engin Akyurt

Pasar de página no es rendirse
Es soltar las expectativas de cambios
Es cerrar la puerta sabiendo que del otro lado hay historia
pero no presente
Es aceptar lo vivido y comenzar el duelo
Es abrazar el futuro incierto
Es entregarse a la vida
Es el ingreso a un mundo distinto
Donde la ansiedad de la espera no existe
Donde el esfuerzo descansa
Y el dolor comienza a sentir un nuevo amanecer
Donde las cuentas pendientes, los deseos, e intentos, o de una nueva posibilidad de regreso, o el trazo de un lapiz quedará sin pintar
Es avance
Fuerza
Libertad
Preguntas sin respuestas
Respuestas que llegan tarde
Es caminar
Seguir el viaje
Abrir los brazos
Confiar
Pasar de página es entender que hay más libro por leer
Más historia por contar
Mas vida distinta por vivir
Pasar la página...una nueva oportunidad.

Leído en su INSTAGRAM

*

Fotografía de Engin Akyurt

Rompías mis miedos con solo mirarme
Y así la herida se volvía risa
Y las puertas de mi tristeza perdían la llave
Y la oscuridad se volvía verde, como el color de tus ojos 
Y por ese instante, absolutamente todo perdía sentido.
Entonces era la forma mas absurda de darme cuenta de que solo lo buscaba cuando perdía el nido.
Y ahora que conozco las respuestas y sé perfectamente donde queda, no hay árbol que lo sostenga.
Y sin árbol, lo que era mi nido se volvió un agujero abandonado
Y de esos hay en todos lados
En el medio del asfalto
En la esquina de una calle
En cualquier parte de un cuerpo frío
En el medio de la nada.
En todos los ojos que perdieron las miradas.
En camas con olor a pérdidas de tiempo.
Son pozos que, de tanto frío, a veces se confunden con cunas.
Pero ahí nadie duerme.
Ahí uno se esconde.
Y yo no lo quiero.
No me sirven.
No me gustan.
No me cuidan.
No me nutren.
Son refugios.
Drogas que no se consumen pero igual afectan.
Y yo conozco bien la diferencia entre querer perderse o querer encontrarse.
Y vos eras nido cuidando mi infancia en este cuerpo adulto.
Nido.
No pozo.
No refugio.
No escondite.
Nido.
Eras nido.
Y cómo alquien puede no extrañar todo eso.
Decime cómo. 

de Despierta, Editorial Vergara, 2020


*

B O N U S  T R A C K 
Ilustración de Georgiana Chitac

NOMBRAR LA HERIDA

Sentir la herida. Decirla, nombrarla, es empezar a sanar.
Con la palabra en la lengua, en el pecho y en la palma de la mano, se sale del fondo. 
Se sale de la oscuridad.
Palabras. Palabras. Palabras.
Sentir, para decirlo todo.
Como sea.
Como se pueda.
Con lo que se tenga.
Hablar. Decirlo. Nombrar la herida.
Lo otro que se traga, se llama angustia.


de Rota se camina igual, Editorial Vergara, 2022


 

Lorena Pronsky 
(La Plata, Bs. As., Argentina, 1976)
ESCRITORA/LICENCIADA EN PSICÓLOGA
para leer una entrevista en MASCULTURA.MX
y + en INFOBAE




21 de enero de 2025

Cecilia Solá, 3 poemas 3


AMIGAS

Que la diosa, el universo, las deidades o las energías, guarden a las amigas.
A todas las amigas, y a una en particular, vos sabés el nombre.
La que te acribilla a whatsapps hasta que logra explicarte todo, o que le expliques algo.
La que pregunta qué te pasa, hasta que te hace preguntarte que te pasa.
La que te dice "bolu, la estás cagando"
Y la que te dice "bolu, te están cagando"
O "bolú, la estoy cagando"
La que automáticamente te defiende primero y te pide explicaciones después, cuando están a solas.
La que ni a palos te va a dejar salir con eso, que te queda horrible, pero jamás te va a decir que te queda horrible, entonces te va a proponer que te midas veinticinco cosas más.
La que convirtió tu ridículo en una anécdota heroica.
La que te sopló los raspones.
Y te mostró sus cicatrices.
Y levantó tu bandera.
Y te compartió su utopía, para ver si querías habitarla.
La amiga con la que se mostraron los infiernos, se aguantaron los pecados, y se saltearon la penitencia, porque ya no creían en la culpa.
Y lloraron, lloraron, lloraron, y sin saber como terminaron a las carcajadas, armando un ejército, planeando la intifada.
Esa, que va a salir a buscarte, y se va a asegurar de que sea una foto en la que estés hermosa.


No me acuerdo.
Me puse a pensar, y no me acuerdo, y ese no acordarme se me asienta entre pecho y garganta, como un sollozo.
No logro recordar cuando nos besamos por última vez.
Besarnos de besarnos, nomás, sin sabor a despedida, a ruego, a desesperación.
Besarnos de puro gusto, con ese gesto de sujetarme un solo lado de la cara, y mi costumbre de mirarte besarme, en vez de cerrar los ojos.
De otros besos, sí me acuerdo: los besos en los aeropuertos y las terminales, preludios de una despedida que desconocíamos.
Los besos- mordisco de los encuentros y los re encuentros, a medio camino entre la sonrisa y el suspiro.
De los besos de lluvia, me acuerdo.
Y de los de sol, también.
Pero del último beso, no.
Y esa memoria faltante insiste en hacerse presente en las líneas incoherentes de un poema inconcluso que me empeño en escribir, cuando no puedo dormir.


Fotografía de Adriana Lestido

Hay gente que viene cascoteada. Parece que no, pero si te arrimás un poco, si la mirás de cerca, se le ven las grietas en la porcelana, se les escucha el miedo detrás de la baladronada, hay un ruidito raro en el motor del “joya, nunca taxi”.
Te pido un favor: tené cuidado.
No hagas experimentos con esa gente, si te gana el aburrimiento, o las buenas intenciones que duran lo que te dura el aburrimiento.
Si les decís que vas a estar, está.
Si te cuentan que les duele, no les digas que se victimizan. Ya fueron víctimas y aprendieron a callarse para que nadie se atreviera a creer que eran débiles.
Cuando esa gente te abre la puerta, te deja entrar a todas las habitaciones. Encontrarás algunas más desordenadas que otras, algunas más limpias que otras, algunas más luminosas que otras, pero tené por seguro que en cualquiera de ellas hallarás siempre refugio. Esa gente ha sido tan desamada que valora el amor que le ofrecen como el agua fresca en los eneros y la cobijita bajo los techos helados de zinc.
No se trata de que vos tengas que andar sembrándoles florcitas. Con que no les pises los brotes, ya es un montón.



Cecilia Solá
(Entre Ríos, Argentina, 1969-2025)
Reside en Resistencia, Chaco
ESCRITORA/DOCENTE/ACTIVISTA DD.HH
Leídos en EN AMOR ARTE
para leer una entrevista en AUNQUE VISTAS DE SEDA



18 de mayo de 2024

Nidia Hernández, 5 poemas 5


Ilustración de Georgiana Chitac
LA MEDIDA QUE PERDIMOS

Deja que el viento 
siga mezclando
el océano que somos

deja que construya
a su paso
la medida que perdimos

deja que hable

que dibuje los caminos 
a tomar

y nos diga

qué decir

qué callar

hacia dónde ver

La amapola del silencio 
hará su parte.


Ilustración de Georgiana Chitac
NUESTRA CANCIÓN

El gato desmiente
el paso del tiempo

una lumbre adorna todo de rosa

yo espero silente
que el borrador de la noche
disminuya sus sombras

que todo cambie

si en el cielo
si en el espacio

un anillo de Saturno
será luna en breve

es posible que hoy
si te llamo
tu cercanía
me ponga a un paso
del delicado soplo
que reúne a las almas
y obra milagros

que llueva

que el goteo del agua
sea nuestra canción


Ilustración de Georgiana Chitac
LA LUNA PALEOLÍTICA

Es temprano
en la calle llena de gente 
no hay señal de sosiego

Todos somos extranjeros
por la forma en que nos movemos 
tratando de igualar el eje
de rotación de este lugar

Un señor se asoma a los locales 
y termina con cara de extraviado

El agujero de la equivocación lo acompaña 
él trata de burlarlo
pero a lo mejor es el agujero negro

Yo busco el numero 1718 con el tiempo contado 
en esta hermosa ciudad cuyas casas
son las de una película

La prisa aquí tiene el sentido
de un barco postergado
con pasajeros que no quieren llegar 
porque ya no tienen casa

Si fuera de noche
las mensurables fases de la luna
y la luna más larga
la luna Paleolítica 
serían nuestro hogar


Ilustración de Georgiana Chitac
HOGAR

Un reloj apuntaba
hacia el lugar
donde un aro incandescente
tocaba las sombras

era mi cuarto
que flotaba en la noche

mi cuarto
defendiéndome de mí misma

mi cuarto oscuro
donde escondo
las pirámides que sueño

era mi cuarto de segundo
para estar en todas partes

para llegar a ti

para tocarte

para oír tu voz

era la irrealidad
mi verdadero cuarto

la inmensa irrealidad
mi único hogar

Ilustración de Georgiana Chitac
EL SENTIDO DEL MUNDO

Alguien tocó la puerta 

no iba a abrir

traducía destellos

pero miré por la ventana

y caía
una lluvia de estrellas blancas 
que dibujaban
el sentido del mundo

mi tercera nevada en Boston 

hubo una gran pausa

la nieve

generativa

fractal

elegante

abría sus cortinas



Arrowsmith Press, Boston, 2024
Edición bilingüe traducido por Rowena Hill 



Nidia Hernández
(Caracas, Venezuela, 1957)
Reside en Boston, EE.UU.
POETA/EDITORA/TRADUCTORA/
PRODUCTORA Y CONDUCTORA
Arrowsmith Press, Boston, 2024
Edición bilingüe traducido por Rowena Hill 
para leer una reseña en PRODAVINCI
para leer + en EMMA GUNST
página en facebook LA MAJA DESNUDA

26 de diciembre de 2021

Azucena G. Blanco, Genealogía


Ilustración de Georgiana Chitac


GENEALOGÍA

Para Amanda

Piernas demasiado rectas
manos de tierra que se esconden
ojos de madre, boca de madre
      —el cuerpo nos delata,
     detestamos, adornamos esta huella de las otras—

En el espejo
delator de una comunidad de parecidos
arrugas que se asoman
     —son las de mi abuela
     el día que yo nací—

Somos y nos pertenecemos
como parte de las historias de otras
    —probablemente nuestras hijas también rechacen
    el reflejo cotidiano—

Trazo un álbum de familia sobre mi cuerpo
bordeado por cuerpos escondidos,
otros cuerpos perdidos, que nunca dijeron
demasiado
    —Cuerpos en silencio—

Mi cuerpo,
que no es mío,
que es lo único que tengo
     —me siento en casa cuando miro estas piernas
    vamos todas juntas, nos acompañamos—





Azucena González Blanco
(Córdoba, España)
Reside en Granada
POETA/PROFESORA DE TEORÍA DE LA LITERATURA 
Y LITERATURA COMPARADA
CODIRIGE THEORY NOW. JOURNAL OF LITERATURE, CRITIQUE, 
AND THOUGHTDE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
de Tránsitos, La Bella Varsovia, 2021
en Un árbol muy viejo - Los poemas que leímos en 2021,
para leer + en LA UBRE AMARGA






15 de agosto de 2019

Teresa Arijón, 2 poemas 2 (+1)


Tilda Swinton fotografiada por Peter Lindbergh 


si fuera hombre usaría
la navaja de mi abuelo para afeitarme -
rozaría lentamente el hueco del mentón,
trazaría los ángulos del rostro con precisión de esteta.
Ha de ser un magnífico ejercicio de conciencia y de pulso
mirarse cada día al espejo,
navaja en mano.

de Óstraca -Poesía reunida-, Curandera Ediciones, Bs. As., 2012
extraído de LA COLA DE RATA 



Ilustración de Georgiana Chitac

ÚLTIMO POEMA DE AMOR

dice que, ahora,
cuando el viento sacude las plantas
y hace caer hilillos de hojas
sobre las baldosas —
dice que ahora
su vocación es lavar ropa
de madrugada —
un concierto de baldes, agua y espuma de jabón,
telas varias y sus manos —
pequeñas como la menta
y perfumadas de un aire que ya no habito;
sus manos, digo,
en tareas rotundas, familiares
que aún se niegan al reparo del olvido.
de noche, no muy lejos
de la casa donde hoy vivo
ella lava su ropa como si soñara.
luego escribe — describe los colores
la selva de humo y silencio
el correr del agua por la rejilla
y las baldosas rojas —
mansas y delicadas como el viento
que noche a noche roza sus manos
como queriendo avivar el fuego
entre uno y otro corazón.

de Óstraca -Poesía reunida-, Curandera Ediciones, Bs. As., 2012
extraído de LA COLA DE RATA



B O N U S  T R A C K



En el fondo de un pozo
cuya boca ha sido tapada desde afuera
sin un resquicio que permita la entrada de la luz
un hombre, solo, con una botella de agua.
Debe meditar, si puede, sobre la impermanencia de las cosas
pero en cambio elige adivinarse las uñas de los pies.
Ha fracasado en todo: ni el amor,
ni la pura poesía en estado salvaje,
ni el ideal paupérrimo de una vida dedicada al arte.
Tiene cuarenta años y no puede mirar hacia adelante,
tampoco hacia atrás. (El pasado
es una cortina de humo sobre todas las cosas;
su sola noción opaca los usos del presente,
en cierto modo lo desanda.)
En el fondo del pozo, el hombre,
que es chino y está a punto de morir pero no (y él lo sabe),
imagina que enciende un fósforo;
siente en la yema de los dedos la aspereza
de la pólvora: el fulgor repentino que lo fascinó en su infancia
es ahora, en el pozo, un sueño sin dimensión.
(Un fantasma sin cara, él mismo sin su aspecto.)
En el fondo del pozo el hombre podría ser cualquiera,
sumirse en la historia colectiva como quien cava una fosa común.
Ser víctima o verdugo: ha perdido los límites. Desconoce
el peso permanente que arrastra sobre sí.
Él quisiera dejarse deslizar por la vía más fácil:
hacer de sus sentidos afilados un aquí y un ahora.
Pero sólo conoce aquello que lo espera: el hambre, la sed.
Como un monje suicida o destinado a la automomificación,
el hombre —que antes tuvo una esposa, a la que amaba—
querría tener ahora, en el pozo, una campana.
Una campana de tañido minúsculo para anunciar que todavía sigue vivo.
En sus horas de miedo dice palabras sueltas, destajos de un poema
que no sabe o no quiere recordar. 
Pasa la yema del pulgar por los labios resecos. 
Supone que sería más fácil dejar de respirar.
En el fondo del pozo el hombre quisiera ser juez de su propia vida
e inclinar el platillo hacia el lado de los inocentes,
los que sin más que su paciencia resignada esperan
las tramas infinitas.
Pero sabe que de algún modo es culpable
de estar allí sentado, solo,
en la extrema oscuridad.

de La vida nuevainédito






Teresa Arijón 
(Buenos Aires, Argentina, 1960)
POETA/TRADUCTORA/EDITORA/DRAMATURGA
para leer una entrevista en LA NACIÓN
para leer más en OTRA IGLESIA ES IMPOSIBLE
en MORDISCOS 
y en OP.CIT

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