Ilustración de Tahnee Kelland |
Mamá, mi depresión es un cambiaformas.
Un día es una pequeña luciérnaga en la palma de un oso,
El otro, es el oso.
En esos días me hago la muerta hasta que el oso me deja en paz.
Yo llamo los días malos: “los Días Oscuros.”
Mamá dice, “Intenta encender algunas velas.”
Cuando yo veo una vela, veo la carne de una iglesia, el parpadeo de una llama,
Chispas de una memoria más joven que el mediodía.
Yo estoy de pie junto a su a su ataúd abierto.
Es ese el momento en que aprendo que cada persona que he llegado a conocer morirá algún día.
Además, mamá, no me preocupa la oscuridad.
Quizás es eso parte del problema.
Mamá dice, “Yo pensaba que el problema era que no podías salir de la cama.”
No puedo.
La ansiedad me retiene como su rehén dentro de mi casa, dentro de mi cabeza.
Mamá dice, “¿De dónde viene esa ansiedad?”
La ansiedad es el tío que viene de fuera que la depresión se sintió obligada a traer a la fiesta.
Mamá, yo soy la fiesta.
Sólo yo soy una fiesta en la que no quiero estar.
Mamá dice, “¿Porqué no intentas ir a fiestas de verdad, ver a tus amigos?”
Claro, yo hago planes. Hago planes pero yo no quiero ir.
Hago planes pues sé que debería querer ir. A veces sé que me habría gustado ir.
No es tan divertido pasárselo bien, cuando no quieres pasártelo bien, mamá.
Ya ves, mamá, cada noche el insomnio me recoge en sus brazos, me mete en la cocina junto a la débil luz de la estufa.
El insomnio tiene esa manera romántica de hacer que la luna parezca la mejor compañía.
Mamá dice, “Intenta contar ovejas.”
Pero mi mente sólo puede contar razones por las que estar en vela;
Así que voy a dar paseos; pero mis rótulas tartamudas suenan como cucharas de plata retenidas en fuertes brazos con muñecas sueltas.
Suenan en mis oídos como torpes campanas de iglesia recordándome que soy una sonámbula en un océano de felicidad en el que no puedo bautizarme.
Mamá dice, “Ser feliz es una decisión.”
Pero mi felicidad está tan vacía como un huevo pinchado con un alfiler.
Mi felicidad es una fiebre alta a punto de romper.
Mamá dice que yo soy muy buena haciendo algo de nada y sin reparos me pregunta si tengo miedo de morir.
No.
Yo tengo miedo de vivir.
Mamá, estoy sola.
Creo que aprendí, cuando papá se fue, a cómo hacer de la ira soledad —
El estar sola en estar ocupada;
Así que si te digo, “He estado súper ocupada últimamente,” me refiero a que me he quedado dormida viendo Sports Center en el sofá
Para evitar plantarle cara al lado vacío de mi cama.
Pero mi depresión siempre me arrastra de vuelta a mi cama
Hasta que mis huesos son los fósiles olvidados de una ciudad esqueleto hundida,
Mi boca un campo de huesos de dientes rotos por morderse a ellos mismos.
El vacío auditorio de mi pecho se desvanece con ecos de un latido de mi corazón,
Pero yo soy una turista despreocupada aquí.
Nunca conoceré realmente todos los lugares en donde he estado.
Mamá todavía no lo entiende.
¡Mamá! ¿No puedes ver que yo tampoco?
Traducción por Jörn Coll
EXPLAINING MY DEPRESSION TO MY MOTHER: A CONVERSATION
Mom, my depression is a shape shifter.
One day it is as small as a firefly in the palm of a bear,
The next, it’s the bear.
On those days I play dead until the bear leaves me alone.
I call the bad days: “the Dark Days.”
Mom says, “Try lighting candles.”
When I see a candle, I see the flesh of a church, the flicker of a flame,
Sparks of a memory younger than noon.
I am standing beside her open casket.
It is the moment I learn every person I ever come to know will someday die.
Besides Mom, I’m not afraid of the dark.
Perhaps, that’s part of the problem.
Mom says, “I thought the problem was that you can’t get out of bed.”
I can’t.
Anxiety holds me a hostage inside of my house, inside of my head.
Mom says, “Where did anxiety come from?”
Anxiety is the cousin visiting from out-of-town depression felt obligated to bring to the party.
Mom, I am the party.
Only I am a party I don’t want to be at.
Mom says, “Why don’t you try going to actual parties, see your friends?”
Sure, I make plans. I make plans but I don’t want to go.
I make plans because I know I should want to go. I know sometimes I would have wanted to go.
It’s just not that fun having fun when you don’t want to have fun, Mom.
You see, Mom, each night insomnia sweeps me up in his arms dips me in the kitchen in the small glow of the stove-light.
Insomnia has this romantic way of making the moon feel like perfect company.
Mom says, “Try counting sheep.”
But my mind can only count reasons to stay awake;
So I go for walks; but my stuttering kneecaps clank like silver spoons held in strong arms with loose wrists.
They ring in my ears like clumsy church bells reminding me I am sleepwalking on an ocean of happiness I cannot baptize myself in.
Mom says, “Happy is a decision.”
But my happy is as hollow as a pin pricked egg.
My happy is a high fever that will break.
Mom says I am so good at making something out of nothing and then flat-out asks me if I am afraid of dying.
No.
I am afraid of living.
Mom, I am lonely.
I think I learned that when Dad left how to turn the anger into lonely —
The lonely into busy;
So when I tell you, “I’ve been super busy lately,” I mean I’ve been falling asleep watching Sports Center on the couch
To avoid confronting the empty side of my bed.
But my depression always drags me back to my bed
Until my bones are the forgotten fossils of a skeleton sunken city,
My mouth a bone yard of teeth broken from biting down on themselves.
The hollow auditorium of my chest swoons with echoes of a heartbeat,
But I am a careless tourist here.
I will never truly know everywhere I have been.
Mom still doesn’t understand.
Mom! Can’t you see that neither can I?
Sabrina Benaim
(Toronto, Canadá, 1987)
POETA/ESCRITORA/PERFORMER/PROFESORA DE ARTE
de Depression and Other Magic Tricks, Button Poetry, 2017
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