Fotografía de Egor Shapovalov |
EL VIEJO SUÉTER AZUL DE PAPÁ
Hoy cuelga del respaldo de la silla de la cocina
donde siempre me siento, cuelga
del mismo respaldo y de la misma silla donde solía sentarse.
Me lo pongo al entrar,
como él solía, sacudiendo
la nieve de sus botas.
Me lo pongo y me siento en la oscuridad.
Él no haría esto.
Lajas de frío caen desde el hueso de la luna.
Sus leyes eran un secreto.
Pero recuerdo el momento en que supe
que perdía el juicio dentro de sus leyes.
Estaba de pie en la curva de la entrada cuando lo vi.
Llevaba puesto el suéter azul con los botones abrochados hasta
el cuello.
No sólo porque era una calurosa tarde de julio
No sólo porque era una calurosa tarde de julio
pero la mirada en su rostro...
como un niño a quien la tía vistió temprano en la mañana
antes de un largo viaje
en trenes fríos y venteados andenes
sentado muy tieso en la orilla de su asiento
mientras las sombras, como largos dedos,
sobre almiares dejados atrás,
aún lo estremecen
porque él viaja mirando hacia atrás.
FATHER’S OLD BLUE CARDIGAN
Now it hangs on the back of the kitchen chair
where I always sit, as it did
on the back of the kitchen chair where he always sat.
I put it on whenever I come in,
as he did, stamping
the snow from his boots.
I put it on and sit in the dark.
He would not have done this.
Coldness comes paring down from the moonbone in the sky.
His laws were a secret.
But I remember the moment at which I knew
he was going mad inside his laws.
He was standing at the turn of the driveway when I arrived
He had on the blue cardigan with the buttons done up all the way to the top.
Not only because it was a hot July afternoon
but he look on his face–
as a smalla child who has been dressed by some aunt early in the
morning for a long trip
on cold trains and windy platforms
will sit very straight at the edge of his seat
while the shadows like long fingers
over the haystacks that sweep past
keep shocking him
because he is riding backwards.
Now it hangs on the back of the kitchen chair
where I always sit, as it did
on the back of the kitchen chair where he always sat.
I put it on whenever I come in,
as he did, stamping
the snow from his boots.
I put it on and sit in the dark.
He would not have done this.
Coldness comes paring down from the moonbone in the sky.
His laws were a secret.
But I remember the moment at which I knew
he was going mad inside his laws.
He was standing at the turn of the driveway when I arrived
He had on the blue cardigan with the buttons done up all the way to the top.
Not only because it was a hot July afternoon
but he look on his face–
as a smalla child who has been dressed by some aunt early in the
morning for a long trip
on cold trains and windy platforms
will sit very straight at the edge of his seat
while the shadows like long fingers
over the haystacks that sweep past
keep shocking him
because he is riding backwards.
de La escuela de Wallace Stevens:
Una antología de la poesía estadounidense contemporánea,
textos introductorios de Harold Bloom
selección y traducción de Jeannette L. Clariond,
Editorial Pre-textos
para leer MÁS
Una antología de la poesía estadounidense contemporánea,
textos introductorios de Harold Bloom
selección y traducción de Jeannette L. Clariond,
Editorial Pre-textos
para leer MÁS
No sé cómo lo haces Emma. Todavía no lo conozco mucho, pero por sus entradas, por sus comentarios, tengo la sensación de que este poema es muy Aka. Me parece un poema bellísimo. Cuando leí el nombre de Anne Carson (de la que recuerdo colgaste más poemas...) he recordado una frase que alguien me escribió ayer(se la robo, otra vez...)que "hay personas que son para otras como un estado de ánimo". Pues leyéndola me he dado cuenta de que hay poetas que son para mí como un estado de ánimo. Besos a los dos!!!
ResponderEliminarQué grata sorpresa Emma! Soy incapaz de escribir el agradecimiento que he sentido y siento al ver la dedicatoria... un sencillo "muchas, muchísimas gracias" se queda corto. Has dado color a mi mañana todo y la lluvia exterior. Vera está en lo cierto, me he sentido muy identificado con el poema, que gran acierto. ¿Cómo lo haces? Una bella y tierna imagen, especialmente la del niño sentado sobre el margen del asiento del tren junto a la ventanilla. También a mí me gustaba sentarme de espaldas al paisaje, igual que girarme en la calle y mirar atrás... manías de uno, por querer ver las cosas desde distintos puntos para volver a sorprenderse. Bueno que me enrollo y no viene al caso, debería ponerme a trabajar.
ResponderEliminarUn abrazo enorme (ya que no tengo palabras para agradecer el gesto)
Yo no hago nada! Sólo el poema estaba cerca,lo tenía ahí, en stand by. Leí los relatos de Aka, los trenes, las estaciones, las esperas, el pensar mientras se viaja...sumándole a eso que heredé un suéter azul de mi papá, en fin...todo confluyó para que éste poema esté acá con sus palabras...Que tengan un buen día! besos
ResponderEliminarEs un bello poema, besos
ResponderEliminarLas sombras estremecen.
ResponderEliminarEstremecimiento justamente es lo que me ha causado el poema de hoy. Y los comentarios que cuando confluyen y se hacen afinidad también me estremecen.
ResponderEliminarBesos.
"El viaja mirando hacia atrás" !Que buen verso!!
ResponderEliminarLA foto es preciosa.
Me han recomendado tu blog, desde otro blog amigo, y creo que, terminaré siendo adicta.
ResponderEliminarCuando tenga un poco de tiempo, comentaré tus poemas.
Escribes no solo lindo, si no que tus palabras, muestran parte de tu alma.
Un beso.
http://artedeeducar06.blogspot.com/
siempre recurdo la ultima semana de papá. Se sentia tal como este poema.
ResponderEliminarme alegra saber que a pesar de lo distintos y unico que todos somos, hay cosas, muy del alma, que son comunes
Gracias Tamara, pero acá lo único que escribo son los comentarios. Los poemas no son míos. Siempre debajo de cada posteo está el nombre de la autora, incluso en el título. Volvé cuando quieras.
ResponderEliminarQué hermoso escribe esta mujer!!!!!! No la conocía. Me encantó.
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