14 de septiembre de 2020

Vanesa Saúl, 3 poemas 3


Fotografía de Daniel Gebhart de Koekkoek

LA CRECIENTE

Una vez soñé
que desde el techo de mi cocina
desde las formas de sus grietas
brotaba agua
lo inundaba todo
como cuando viene la creciente
y el agua aúlla desde lo alto de las montañas 
y se quedan los pueblos sumergidos de todo
¡se sale el río! Gritan los pobladores
¡Se salió el río!
las plazas
las casas
las tumbas
lo que no se dice. 
todo queda bajo el agua.
todo callado.
El agua del sueño
era así como la creciente
que deja las raíces de los árboles expuestas.

El agua caía 
caía sobre la mesa verde
la misma mesa que sostuvo 
a mis hijos 
la misma, en la que alguna vez
até cordones de zapatillas 
la que sostuvo el mantel rojo a cuadros 
en almuerzos apurados
las lágrimas del no entender
en las tareas escolares
los juguetes yendo y viniendo por sus bordes
la harina desplegada
sostuvo mi insomnio 
a los gatos desperezando sus huesos 
sostuvo el montón de ropa recién secada al sol
me sostuvo cuando empecé a 
enmudecer.

Las psicólogas me dijeron 
que el agua
tiene que ver con mi deseo.
Eso que urge por salir.
Así
desbordado
como el agua
porque necesita de un lugar para ser.
Me dijeron muchas cosas mas
mis psicólogas.
pero a mí 
me quedó 
eso del deseo.



Fotografía de Daniel Gebhart de Koekkoek

LA FELICIDAD ERA ESTO

Salgo al patio en la noche profunda
El sopor del verano me envuelve.
Se hunden en la gramilla mis pies cansados
y el rocío los lava.
¿Era esto la felicidad?
 ya no tengo miedo.
Ando por los rincones del patio
y encuentro tesoros en las ruinas.
Esta noche soy esa niña que fui.
sin miedo.
Una hoja de la enredadera salvaje
se suspende, temblorosa de su tallo
Cae.
Leve
hacia la boca negra de la tierra.
y pienso
en los pequeños tesoros.
Breves.
Fugaces.
a la espera de ser descubiertos.
ya no tengo miedo.

de Escritos sobre la Maternidad


Fotografía de Daniel Gebhart de Koekkoek

Mi niña!
Dame tu mano
salgamos a la noche profunda y fresca de este verano
Nos espera la luna

Allá, lo ves? el árbol de naranjo
Ahí, bajo sus hojas perfumadas 
Seremos nosotras otra vez
Bajo sus ramas, 
te acordás? 
Cuando todo era posible

Seremos fuertes otra vez, mi niña 
Aullaremos todas las heridas 
Sacudiremos la rabia y el abandono de siglos

Dame tu mano
Te voy a cuidar
Ahora que aprendí 

Te voy a cuidar de todos los males de este mundo 
Del resentimiento que golpeó con furia tu cuerpo 
y dejó cicatrices

voy a volver a mecerte 
A cantarte, arrullarte
Saldremos a jugar 
a buscar entre ladrillos en ruinas los tesoros que existen escondidos 
inventar historias de amores imperfectos

somos imperfectas
cambiaremos los finales felices

las flores del naranjo saben 
saben de las gallinas degolladas
saben del asombro por la muerte
el aleteo que cesa 
y luego el silencio

Dame tu mano, mi niña
Ya no tengas miedo

Salgamos a la noche profunda
Con otros perfumes de azahares
Ya no están las sombras que te asustaban

Se fueron 





Vanesa Saúl
(Córdoba, Argentina, 1969)
Reside en Quilmes
POETA/PSICÓLOGA SOCIAL/LICENCIADA EN EDUCACIÓN
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