20 de julio de 2020

Stephanie Lenox, Aceptar-este-trabajo-y-a-la-mierda el poema


Fotografía de Saul Leiter

ACEPTAR -ESTE-TRABAJO-Y-A-LA-MIERDA EL POEMA

Pronto los niños vendrán a casa habiendo aprendido
nuevas obscenidades arrojándoselas el uno al otro
a través de un cul-de-sac, que significa «callejón sin salida,
fondo de la bolsa que es tu cuerpo».
División y subdivisión, cada fin de semana
hay una nueva valla tallada en madera en bruto
que atrae a más avispones, demasiados tubos de viento
a merced del clima. Tu hijo tiene un rompecabezas
en un marco con una pieza perdida
que ubica a diestro y siniestro
tratando de completarlo. Tu perro carece de control
y te saluda tan ferozmente que temes
que un día se acalore y te muerda la cara.
¿Pensaste qué otra forma de vida era posible?
Siéntate, tienes espaguetis de nuevo, y sí,
debes terminarlos. Hay días en que eres el mejor humano
humanamente posible. Y luego están todos los demás.
Si fracasas dirás que es una oportunidad,
en tu próxima entrevista. Como la ventana abierta por la que voló el pájaro
fue una oportunidad para el perezoso gato doméstico.
Quieres gritar, ¡Por tu culpa estoy arruinado!
No has dormido bien esta última década.
En la oficina, hay un pastel que dice ADIÓS.
Está adornado con rosas glaseadas
y sería una pena no compartirlo.
Un compañero de trabajo, confiesa: Sólo la primera y la última
semana te tienen en cuenta.
Ellos, la dirección, te entregan una notificación
y una pluma grabada, sonriendo.
Estás más cerca de la última semana de tu vida
que de la primera, así que vociferar desnudo en una habitación atestada
ahora sería poco apropiado.
Tu jefe te lo dijo una vez: ¿Tú no piensas nunca?
Y tú pensaste, tendré mi venganza,
no como los otros. Me jubilaré
no sabré más de estos hijas e hijos
de puta. No tiene sentido explicar
a un escarabajo lo que significa ser tú,
para obtener tu puesto, para sentir la electricidad
que asoma en las articulaciones cada vez que te levantas de la cama.
El sol se pone y todo el mundo se encamina a
salas de estar independientes para ver diferentes espectáculos.
Con semejantes luces intermitentes, podrías pensar
que tenemos algo en común. Oh, pero disimulamos.
El jefe es el mismo en todas partes y para todos,
un gilipollas con traje negro, sosteniendo un pastel flameado,
acercándose cada vez más, y más allá de eso, la puerta.


THE TAKE-THIS-JOB-AND-SHOVE-IT ODE

Soon the children will come home having learned
new obscenities to hurl at each other
across the cul-de-sac, meaning “end of the road,
bottom of the sack that is your body.”
Division and subdivision, each weekend
there is a new fence hewn from raw wood
that draws more hornets, too many wind-chimes
at the mercy of weather. Your son has a puzzle
in a frame with one piece missing
that he pushes around and around
trying to make a picture. Your dog lacks control
and greets you so ferociously you fear
one day he will turn on you and eat your face.
What other life did you think was possible?
Sit down, you’re having spaghetti again, and yes,
you must finish it. There are days when you are the best human
humanly possible. And then there are all the others.
Failure, you will say in your next interview,
is an opportunity. Like the open window a bird flew in
was an opportunity for the lazy housecat.
You want to scream, Because of you I’m ruined!
You have not slept well this past decade.
At the office, there is a cake that says FAREWELL.
It is loaded with frosted roses
and it would be a shame not to partake.
A co-worker confides: It’s only the first and last
weeks that they even take note of you.
They, meaning management, handing you a balloon
and an engraved pen, smiling.
You are closer to the last week of your life
than the first, so squalling naked in a crowded room
would be hardly appropriate now.
Your boss once said, Don’t you ever think?
And you thought, I will have my revenge,
not like the others. I will take retirement
from these sons and daughters of bitches and never
look back. There is no sense explaining
to a beetle what it means to be you,
to get your kind of mail, to feel the electricity
up-surging through joints every time you rise from bed.
The sun goes down and everyone heads into
separate living rooms to watch different shows.
With such flickering, you might think
we have something in common. Oh, but we do.
The boss is the same everywhere and for everyone,
an asshole in a black suit holding a flaming cake,
coming closer and closer, and beyond that, the door.




Stephanie Lenox 
(Elgin, Illinois, EE.UU., 1977)
Reside en Salem, Oregon
de The BusinessUniversity Press of Colorado
Center for Literary Publishing, 2015
Ganador del Premio Colorado de Poesía
Traducción de Carlos Alcorta
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