15 de julio de 2020

Frieda Hughes, 2 poemas 2


Fotografía de Aino Kannisto
MI MADRE

La están matando otra vez.
Ella dijo que lo hacía
una vez de cada diez años,
pero ellos la matan anualmente, cada semana,
algunos incluso lo hacen a diario,
llevan su muerte en sus mentes
y la ejecutan. Les ahorra
crear sus propios problemas;
pueden morir a través de ella
sin tener que tomar
esa trágica decisión. La desentierran,
la hacen repetir sus actos.
Se les ha ocurrido hacer una película
para aquellos incapaces
de imaginar su cuerpo, cabeza en el horno,
dejando hijos en la orfandad. Luego
la rebobinarán
para poder verla morir
una y otra vez desde el inicio.
Devoradores de cacahuete,
después de haberse entretenido
a costa de la muerte de mi madre, se irán a casa,
cada uno llevará su imagen,
sin vida -un suvenir.
Quizá hasta compren el vídeo.
Cuando alguien lo vea por televisión
solo tendría que presionar “pausa”
si desea poner a hervir una tetera,
mientras mi madre contiene su aliento en la pantalla
para terminar muriendo después del té.
Los productores han reunido
trozos de su cuerpo,
quieren que los vea.
Requieren apósitos para cubrir uniones
y disimular las prótesis
de esta nueva versión de mi madre.
Quieren usar su poesía
como costuras y suturas
para darle credibilidad.
Piensan que debería fascinarme-
tenerla de regreso, piensan
que debería darles los versos de mi madre
para llenar la boca de su monstruo,
esa muñeca suicida llamada Sylvia,
que caminará y hablará
y morirá a voluntad,
y morirá, y morirá
y por siempre seguirá muriendo.


MY MOTHER

They are killing her again.
She said she did it
One year in every ten,
But they do it annually, or weekly,
Some even do it daily,
Carrying her death around in their heads
And practicing it. She saves them
The trouble of their own;
They can die through her
Without ever making
The decision. My buried mother
Is up-dug for repeat performances.

Now they want to make a film
For anyone lacking the ability
To imagine the body, head in oven,
Orphaning children. Then
It can be rewound
So they can watch her die
Right from the beginning again.

The peanut eaters, entertained
At my mother’s death, will go home,
Each carrying their memory of her,
Lifeless – a souvenir.
Maybe they’ll buy the video.

Watching someone on TV
Means all they have to do
Is press ‘pause’
If they want to boil a kettle,
While my mother holds her breath on screen
To finish dying after tea.
The filmmakers have collected
The body parts,
They want me to see.
They require dressings to cover the joins
And disguise the prosthetics
In their remake of my mother.
They want to use her poetry
As stitching and sutures
To give it credibility.
They think I should love it –
Having her back again, they think
I should give them my mother’s words
To fill the mouth of their monster,
Their Sylvia Suicide Doll,
Who will walk and talk
And die at will,
And die, and die
And forever be dying.



Fotografía de Aino Kannisto
AVES

El poeta como un pingüino
se sentó sobre el huevo frío como la nieve
que su esposa le dejó para incubarlo.    
Allí estaba, nacida de ambos,
te guste o no, rodeada de palabras,
rompiendo el caparazón para liberar su voz.
Bajo la tormenta de nieve,
azotado por las planicies árticas,
estaba todo un público.
Desde los dilatados cristales de sus ojos
observaron los págalos alzar vuelo
con un remolino de aire.
Cada chasquido de sus picos,
como el de una aguja tejiendo,
engancha la puntada al acecho
de una cabeza rodante.


BIRDS
The poet as a penguin
Sat in his snow-cold, nursing
The egg his wife had left him.
There it was, born of them both,
Like it or not. Rounded in words,
And cracking open its shell for a voice.
In the blizzard,
Beaten up from the arctic flats
Were the audience.
From the glass extensions
Of their eyes, they watched
The skuas rise on the updraft,
Every snap of their beaks
Like the tick of a knitting needle,
Hitching a stitch in the wait
For a rolling head.




Frieda Rebecca Hughes
(Londres, Reino Unido, 1960)
POETA/PINTORA/AUTORA DE LIBROS INFANTILES
Traducción de Alain Pallais
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