Noche a noche, Daniel se duerme a mi lado, indiferente como un
hermano. Lo abrigo con indulgencia, porque hace años, toda una
larga noche, he vivido del calor de otro hombre. Me levanto,
enciendo a hurtadillas una lámpara y escribo:
―He conocido el perfume de tu hombro y desde ese día soy tuya.
Te deseo. Me pasaría la vida tendida, esperando que vinieras a
apretar contra mi cuerpo tu cuerpo fuerte y conocedor del mío,
como si fuera su dueño desde siempre. Me separo de tu abrazo y
todo el día me persigue el recuerdo de cuando me suspendo a tu
cuello y suspiro sobre tu boca. Escribo y rompo.
de La última niebla (novela), Editorial Colombo, Buenos Aires, 1935
*
Puede que la verdadera felicidad esté en la convicción de que se ha perdido irremediablemente la felicidad. Entonces empezamos a movernos por la vida sin esperanzas ni miedos, capaces de gozar por fin todos los pequeños goces, que son los más perdurables.
de El árbol, publicado en la Revista Sur, 1939
incorporado desde 1941 a las ediciones de La última niebla
María Luisa Bombal
(Viña del Mar, 1910 - Santiago, Chile, 1980)
POETA/ESCRITORA/PROFESORA DE LITERATURA FRANCESA
para leer una nota en INFOBAE
+ en Letras Libres
+ en MEMORIA CHILENA
en WIKIPEDIA
muy buen texto.
ResponderEliminarun día deberíamos tomarnos un café y hablar sobre literatura y feminismo.
(si mi mujer me deja, claro...)
:) Cuando usted disponga (y su Sra. también)
ResponderEliminar