Ilustración de Brunna Mancuso |
AUTORRETRATO I
Tengo unos ojos bellos,
un poco descosidos, eso sí,
en la zona de los lagrimales:
escurren agua todo el día.
Tengo una boca bella también,
pero muerdo las palabras,
y algunas veces las escupo
sin ningún protocolo.
Soy descuidada, iracunda y le tengo fobia a los trenes.
Además, escribo poemas.
¿Quién querría enredarse con una mujer así?
Ilustración de Brunna Mancuso |
AUTORRETRATO II
No tengo las piernas largas
ni la dentadura perfecta.
Sin embargo,
he caminado mucho
y he mordido
manzanas,
animales,
señores,
papeles aburridos.
Y he digerido ausencia,
tragado cascabeles,
vomitado promesas.
No tengo una voz privilegiada,
ni una cintura augusta como un trono.
No se me da bien
lo de inventar palabras
a lo Oliverio.
No entiendo el teorema de Pitágoras
pero me gusta el vocablo hipotenusa:
está llena de gatos,
de ríos,
de claveles,
como caleidoscopio.
A veces me despierto
a mitad de la noche
y le suplico al hombre
que cose mis retazos
con su aguja de tiempo
un encuentro sin lámparas.
A veces supongo que estoy loca.
No tengo la vergüenza de haber sido
ni el dolor de no ser,
quizás porque no fui
y porque sigo siendo
o quizás porque el tango
me deja tan perpleja como a un pájaro
con las alas cortadas
(si la querías tanto,
¿para qué la dejaste?;
yo no dejo jamás lo que quiero:
yo lo mato).
No tengo un ex – amante que me recuerde con afecto.
Mis ex –amantes me odian.
Lo que es justo,
porque yo los odio a ellos.
No tengo la nariz agraciada,
ni el vientre chato,
ni el ombligo invicto.
Ni siquiera tengo veinte años.
Sin embargo
todavía le enlazo con mi sombra
el fuego del verano.
Y redoblo la apuesta de las lágrimas
cuando intuyo
lo rápido que se seca la sangre.
Ilustración de Brunna Mancuso |
AUTORRETRATO III
Casi siempre está triste,
salvo cuando escucha a Los Beatles
o acaricia a los gatos.
O cuando es viernes
y se toma un champancito barato,
y piensa “Gracias a Dios es viernes”,
como si la vida fuera una película disco
(porque no le gustan ni los sábados,
ni los domingos,
ni los lunes,
pero los viernes todavía tienen para ella cierto encanto,
cierto aire de genuina promesa).
Es mezquina, casi siempre,
generosa, a veces,
demasiado orgullosa como para romper las fotos que no la favorecen,
demasiado orgullosa como para reescribir sus poemas.
Nunca visitó Europa,
ni aprendió a bailar,
ni usó un vestido de fiesta.
Jamás se tiñó de rubia.
Pero es tan anacrónica, tan patriarcal,
tan tonta,
que todavía sueña con castillos y valses,
y una melena como la de Rapunzel extendida
sobre la almohada del Príncipe Feliz.
Hubiera deseado no nacer,
no crecer,
no tener que morir.
Hubiera deseado un don más práctico
que el de garabatear el dolor
y ponerle el cascabel a la palabra.
Casi siempre está triste
pero sonríe
como si no le apretaran los zapatos de la rutina,
como si el amor no fuera una prenda incómoda
que le tira de la sisa,
como si su corte de pelo todavía estuviera de moda.
Está gorda,
está vieja,
está asustada.
Casi siempre está triste.
Tiene unos ojos hermosos.
Raquel Graciela Fernández
(Buenos Aires, Argentina, 1967)
extraídos de su blog PAN CON CICATRICES
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Lindísimas poesías.
ResponderEliminarGracias por compartir.
ResponderEliminarBesos.
Preciosos poemas. Gracias siempre.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por compartir mi trabajo y por el enorme trabajo que hacen difundiendo poesía!
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