4 de mayo de 2019

Lorna Dee Cervantes, Poema para el joven blanco que me preguntó cómo yo, una persona inteligente y leída, podía creer en la guerra entre razas


Ilustración s/d del autor, extraída de acá

POEMA PARA EL JOVEN BLANCO 
QUE ME PREGUNTÓ CÓMO YO, UNA PERSONA INTELIGENTE 
Y LEÍDA, PODÍA CREER 
EN LA GUERRA ENTRE RAZAS

En mi país no hay diferencias.
Las políticas de opresión sembradas de alambre
han sido derribadas hace mucho. El único recuerdo
de batallas pasadas, sean ganadas o perdidas, es el leve
surcado de los fértiles campos.

En mi país
la gente escribe poemas de amor,
llenos de nada más que felices sílabas infantiles.
Todos leen cuentos rusos y lloran.
No hay fronteras.
No hay hambre, ni
graves hambrunas ni gula.

Yo no soy una revolucionaria.
Ni siquiera me gusta la poesía política.
¿Piensas que puedo creer en la guerra entre las razas?
Puedo negarla. Puedo olvidarla
cuando estoy segura
en mi propio continente de armonía
y amor, pero no vivo
ahí.

Creo en la revolución
porque en todas partes arden las cruces,
certeros pistoleros gamados esperan tras las esquinas,
francotiradores apuntan a las escuelas …
(Sé que no me crees.
Y que piensas que no es más
que exageración transitoria. Pero eso
es porque no te disparan a ti.)

Estoy marcada por el color de mi piel.
Las balas son discretas, diseñadas para matar lentamente.
Mis hijos son su objetivo.
Estos son los hechos.
Déjame mostrarte mis heridas: mi mente trabada, mis
disculpas constantes, y esta
agobiante preocupación
por sentir que no estoy a la altura.

Estas balas pueden más que la lógica.
El racismo no es una cuestión intelectual.
No puedo curar mis cicatrices con la razón.

Al otro lado de mi puerta
hay un enemigo real
que me odia.

Soy una poeta
que ansía bailar en los tejados,
susurrar delicados versos sobre la alegría
y la bendición de la comprensión humana.
Y lo intento. Vuelvo a mi país, a mi castillo de palabras, y
cierro la puerta, pero la máquina de escribir no apaga
los sonidos de la ira sorda y palpitante.
Mi cara sigue recibiendo golpes.
Cada día se me recuerda con insistencia
que este no es
mi país

y sí lo es.

No creo en la guerra entre razas

pero este país
está en guerra.


POEM FOR THE YOUNG WHITE MAN
WHO ASKED ME HOW I, AN INTELLIGENT,
WELL-READ PERSON, COULD BELIEVE IN
THE WAR BETWEEN THE RACES

In my land there are no distinctions.
The barbed wire politics of oppression
have been torn down long ago. The only reminder
of past battles, lost or won, is a slight
rutting in the fertile fields.

In my land
people write poems about love,
full of nothing but contented childlike syllables.
Everyone reads Russian short stories and weeps.
There are no boundaries.
There is no hunger, no
complicated famine or greed.

I am not a revolutionary.
I don't even like political poems.
Do you think I can believe in a war between the races?
I can deny it. I can forget about it
when I'm safe,
living on my own continent of harmony
and home, but I am not
there.

I believe in revolution
because everywhere the crosses are burning,
sharp-shooting goose-steppers round every corner,
there are snipers in the schools...
(I know you don't believe this,
You think this is nothing
but faddish exaggeration. But they
are not shooting at you.)
I'm marked by the color of my skin.
The bullets are discrete and designed to kill slowly.
They are aiming at my children.
These are facts.
Let me show you my wounds: my stumbling mind, my
"excuse me" tongue, and this
nagging preoccupation
with the feeling of not being good enough.

These bullets bury deeper than logic.
Racism is not intellectual.
I cannot reason these scars away.

Outside my door
there is a real enemy
who hates me.

I am a poet
who yearns to dance on rooftops,
to whisper delicate lines about joy
and the blessings of human understanding.
I try. I go to my land, my tower of words and
bolt the door, but the typewriter doesn't fade out
the sounds of blasting and muffled outrage.
My own days bring me slaps on the face.
Every day I am deluged with reminders
that this is not
my land

and this is my land.

I do not believe in the war between the races.

but in this country
there is war.




Lorna Dee Cervantes
(San Francisco, California, EE.UU., 1954)
POETA/ESCRITORA/FEMINISTA/ACTIVISTA/
FILÓSOFA/EDITORA
de Emplumada, Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 1981
American Book Award 1982
Traducción de María López Ponz
para escuchar el poema -leído entre varios poetas- en VIMEO
su FACEBOOK
su BLOG


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