EL PARAÍSO
Si un hombre cruzase el paraíso en un sueño y
le diesen una flor como prueba de que había
estado allí y al despertarse encontrase aquella flor en
su mano…, entonces, qué?
Coleridge
Atravesé el paraíso en un sueño
y me dieron esa flor.
La flor estaba allí cuando me desperté,
encima de las sábanas. Era bellísima.
Se la enseñé a mi madre
que vivía encerrada en el corazón de un alcaucil,
hilando la seda de sus ojos, trabajándola
en unos maravillosos sudarios de mil colores.
He estado en el paraíso, madre –le dije.
Y ella sacó del bolsillo
una flor seca, igual, idéntica.
Y entonces supe
que no era suficiente
llegar a ningún paraíso.
EL PARADÍS
Si un home travessés el Paradís en un somni i
li donessin una flor com a prova que hi havia
estat i si en despertar trobés aquella flor a la
seva mà... Llavors, què?
Coleridge
Vaig travessar el paradís en un somni
i em van donar una flor.
La flor era allí quan em vaig despertar,
a sobre els llençols. Era bellíssima.
L’hi vaig ensenyar a ma mare
que vivia tancada al cor d’una carxofera,
filant-se la seda dels ulls, treballant-la
en uns meravellosos sudaris de mil colors.
He estat al paradís, mare –li vaig dir.
I ella es va treure de la butxaca
una flor seca, igual, idèntica.
Vaig saber aleshores
que no n’hi havia prou
d’haver estat al paradís.
(de La flor invisible, Alzira, Bromera, 2011)
EL CIELO FUMADOR
El cielo camina como un hombre solo
con las manos en los bolsillos
feliz de no ser incordiado por ninguna mujer
por ningún hijo, por ninguna palabra.
Ei! El cielo camina
con la colilla colgando de su boca
y yo le digo: macho maloliente
no me tires la ceniza encima,
aunque no te lo creas
he cumplido ya los 37,
me llamo Dolors Miquel
y, para que lo sepas,
he sido la Virgen del Portal de Belén
y he tenido que aguantar
la historieta del Espíritu Santo
que de noche ronda la tribu
con la bragueta desabrochada.
Tengo la regla.
Que sabrás, tu, de la regla, macho etéreo?
Se necesitaría que llovieses sangre
y que este hecho no fuese ninguna metáfora
de patriarca aburrido en medio de la polvareda
de cabras de pechos fláccidos, en el desierto.
Se necesitaría que te pusieses cada mes
una compresa
allí donde la luna
se convierte en coágulo y menstrua
negra.
Qué sabrás tu del dolor de los meses, macho infeliz,
si sólo llueves agua,
qué sabrás de las abejas que obstruyen
la cañería
del dolor de cabeza de la chimenea
que escupe humo
y grita sin voz para que vengan las madres
con las viejas recetas de hierbas
de las ancianas de la tribu?
Adolescentes retorciéndose
cruzan los siglos en canoas indias
hacia la fuente
de las aguas impuras,
mujeres abriéndose las entrañas
con el puñal del amor
en larga cadena abdominal
madre-hija-madre-hija-madre.
Así que aparta
ese andar fatuo
de hombre engordado por el puchero
de la suegra y de la esposa.
Y ponte el San Martín
cuando yo paso,
y apaga la colilla!
Dolors Miquel Abellà
(Lérida, España, 1960)
Qué buenos poemas...
ResponderEliminarMe han encantado.
Besos
Ana