28 de abril de 2016

Carmen del Río Bravo, 4 poemas 4


Fotografía de Annelie Vandendael
QUE SE LEVANTEN LOS MUERTOS

Que se levanten los muertos.
Ya que los vivos no parecen estarlo
que se levanten los muertos.
Pero no sólo a quiénes descerrajaron un tiro.
No sólo a los que fusilaron ante un pelotón.
No sólo quiénes murieron luchando
            por lo que creían o por lo que tocaban
en la guerra que los otros inventaron.
No sólo a los que mataron en las cárceles.
No sólo esos.
No.
Sino también
que se levanten también aquellos
a los que mataron la vida,
sobre todo aquellas a las que robaron
            la ilusión y la esperanza,
a las que robaron la posibilidad
            sólo atisbada
            de ser ellas.
Que se levanten aquellos
aquellos muertos
            que dejaron de enseñar,
            que dejaron de vivir,
aquellos muertos que volvieron a estar casados
            con hombres o mujeres
            con los que no querían;
aquellos hombres a los que les quitaron
            el pan, el sueño y la palabra.
Que se levanten todos.
Que se levanten todos
y por fin sin paciencia y con ira
les crucen la cara
en un gesto de duelo,
            de duelo por sí,
            de duelo por nosotros,
                        por sus hijos e hijas y nietos y nietas;
que les crucen la cara
a éstos
            que nunca dejaron de estar levantados;
a éstos
            que no sólo ganaron las armas
            sino que además de robarnos la historia
quieren volver a quitarnos el futuro.
Que se levanten los muertos.
Que se levanten los muertos
porque vivos y vivas
parecen estar
            debajo de un montón de paletadas
                        de tierra
                        de tierra yerma.
Que se levanten los muertos,
que los arrinconen y les recuerden
            ellos ya  muertos
            sin nada que perder
            sin nada que ganar
a los hijos y las hijas y los nietos y las nietas de esos otros
cuál es el espacio en que debieran estar
ellos que nacieron muertos.



Fotografía de Annelie Vandendael
DE NUEVO

Te enamoras de nuevo. Sientes que quieres de un modo diferente. Se te acelera el pulso cuando lo ves, cuando lo presientes, cuando lo recuerdas, cuando lo sueñas, cuando ni lo echas de menos. La piel se te vuelve viva, y hambrienta. Te descubres alerta, más carne y más deseo. Todo tiene olores y colores y sabores y sonidos de estreno. Y el tacto... hasta el papel adquiere uno más intenso, es mucho más suave y más rugoso.

Y a veces lo consigues. Eres correspondida. Todo parece diferente, nunca has sido tan piel, nunca tan sueño, nunca has volado tan alto tocando tanto el suelo.

Pasa el tiempo. Y un día amaneces con frío y cuando estiras el brazo no encuentras nada con que abrigarte. O lo que encuentras no abriga ya. Y poco a poco -no se suele tirar bruscamente- se agranda la distancia. Y te das cuenta de que hace tiempo que no te acaricia un folio ni te huele la sal en la cocina. Ya ni te mete mano la toalla. Y no hay más cera que la que arde. Y ésta no quema.

Después de algún tiempo lo que más echas de menos es a ti misma en vuelo -en celo-. Tu carne, tu deseo, tu conciencia... Ya estás lista. De nuevo.



Fotografía de Annelie Vandendael

He vuelto a echarlo de menos hoy.

No a ti cuando me querías.

A mí cuando te quería.

A eso.
De nuevo.
Hoy.




Fotografía de Annelie Vandendael
RÍNDETE

Ya sé que rendirse tiene mala prensa.
Pero ríndete.

Deja que el dolor te doble.
Que el miedo te pare.
Que el sueño te venza.

Ríndete.
Doblada. Parada. Vencida.
Levántate.

Tú yo sabemos que
de nuevo.
Estárás lista.


ph Alexander Rol
Carmen del Río Bravo -Carmen Gc-
(Valladolid, España)

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