29 de marzo de 2016

Maria do Rosário Pedreira, Cuántas personas caminan (+1)


Fotografía de Peter Lindbergh
CUÁNTAS PERSONAS CAMINAN

¿Cuántas personas caminan en
mi dirección? ¿Cuántas me
descubren entre la multitud
y posan sus ojos enteros
en mis ojos? Podría asegurar

que entre ellas está el hombre que
enlazaría conmigo los dedos sobre la
mesa, una palabra que fuese gajo
de naranja y poema, el cuerpo encendido

sobre la sábana un día 
agotador ¿Pero cuántos de esos rostros de
piedra que me cercan esconden el
suyo por las calles esta tarde? ¿Cuántos
nombres de casualidad y en secreto tendré
que escuchar para descubrir el suyo

en mi oído? ¿Cuántas personas
caminan frente a mí?

Traducción de Selo Blanco
Propuesta de traducción de Emma Gunst

QUANTAS PESSOAS CAMINHAM

Quantas pessoas caminham na
minha direcção? Quantas me
descobrem por entre a multidão
e pousam os seus olhos inteiros
nos meus olhos? Podia acreditar

que entre elas está o homem que
trocaria comigo os dedos sobre a
mesa, uma palavra que fosse gomo
de laranja e poema, o corpo aceso

sob o lençol cansado de mais um
dia. Mas quantos destes rostos de
pedra que me cercam escondem o
seu pelas ruas desta tarde? Quantos
nomes de acaso e de silêncio terei
eu de escutar para descobrir o seu

no meu ouvido? Quantas pessoas
caminham contra mim?

 de Nenhum Nome Depois, gótica, Lisboa, 2004





B O N U S  T R A C K 

Fotografía de Saul Leiter

Después de todo, queda el recuerdo de los lugares y de sus nombres;
de los cuartos orientados a poniente
donde las imágenes del río nunca se repiten en las ventanas
y todo está permitido sobre la cama.

Al fondo, había un armario de madera con espejo
donde nuestras ropas intercambiaban su perfume
para que los días se vistieran siempre mejor.
Y, sobre la cómoda, en un espejo más antiguo,
la tarde reflejaba algunas de las alegrías de la infancia.

No era el cuarto de ninguno de nosotros,
pero a él regresábamos siempre con la prisa
de quien ansía los olores calientes y antiguos
de la casa conocida; como quién espera ser aguardado.

Presentí, sin embargo, que no era yo a quien aguardabas:
una noche, te pedí una manta más en vez de un abrazo.

s/d del traductor

Depois de tudo, fica  a lembrança dos lugares e
dos seus nomes; dos quartos virados a poente
onde as imagens do rio nunca se repetem nas janelas
e todos os enredos são consentidos sobre as camas.

Ao fundo, havia um armário de madeira com espelho
onde as nossas roupas trocavam de perfume
para que os dias se vestissem sempre melhor.
E, sobre a cômoda, num espelho mais antigo,
a tarde reflectia algumas das alegrias da infância.

Não era o quarto de nenhum de nós,
mas a ele regressávamos sempre com a pressa
de quem anseia os cheiros quentes e antigos
da casa conhecida; como quem espera ser aguardado.

Pressenti, porém, que não era eu quem aguardavas:
uma noite, pedi-te mais um cobertor em vez de um abraço.

de A Casa e o Cheiro dos Livros2ª. Ed. Lisboa: Gótica, 2007





Maria do Rosário Pedreira 
(Lisboa, Portugal, 1959)
POETA/EDITORA/FILÓLOGA
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