Fotografía de Yulia Gorodinski |
DE UNA FLOR DE UN DÍA
Juré que nunca me dejaría coger;
yo siempre iba a encajar luz con luz,
ritmo con color.
Nunca -dije- caería en caer.
Reíros: me creía flor.
Nunca permitiría los besos incorrectos
ni la voluntad cadáver en mi cama,
ni la cólera profunda y cavernícola
y tristísima
con respecto a mis acciones
sin verdad ni sentido.
Yo siempre iba a encajar
verdad con sentido,
luz con luz, besos con furia
existencial y demás.
Creedme: yo iba a vivir en una isla
remotísima y asiática;
yo -juré- me dejaría la piel
en cada acto, cada signo,
y cada acto de amor, cada signo, cada coito,
creedme, cada mano, cada ojo,
iban a ser inolvidables, iban a ser
-y lo decía en serio-
mágicos
y agotadores.
Juré que nunca viviría
en moldes ajenos
(aunque fueran de ilustres novelas
centroeuropeas);
yo nunca iba a permitir -decía-
el intento fofo y marchito,
ni luz apenas, ni besos sin truenos,
ni -nunca, dije- alexitimia,
anafrodisia, esas barbaridades,
ni perderme
ni rosas blancas pero decorativas
ni vivo sin vivir en mí y todo eso.
En la catequesis
me decían
no jures jamás
niña idiota.
Berta García Faet
(Valencia, España, 1988)
de Fresa y herida, "Provincia" - Colección de Poesía -
CL Instituto Leonés de Cultura - Diputación Provincial, León, 2011
Premio Nacional de Poesía "Antonio González de Lama" 2010
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y MÁS
Interesante...Besos.
ResponderEliminarNunca hay que decir nunca y menos jurar sobre cuestiones tan existenciales.
ResponderEliminarMiriam, muy bueno; qué joven la poeta.
Abrazo.
Ay dios, el final es para cortarse las venas con hojas de achicoria...
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