El día en que mi padre nos abandonó por primera vez,
ella me dijo:
“-María, venga. Tenemos que hablar”.
Puso un sillón en la galería.
Me sentó sobre sus piernas.
Me miró.
“-Ahora Ud. es el hombre de la casa”, me dijo.
Asentí.
Obra de Catrin Welz Stein |
He adorado silenciosamente cada golpe tuyo contra la pared.
Seco.
Tu cabeza era como un mueble antiguo
lleno de todos los sueños que nunca pudiste.
Qué vas a poder.
Olga.
Olga.
Olga.
Te nombro y mi boca se angustia.
Sos mi mantra al revés.
De lo que huyo, sos.
De lo que tiemblo.
Mi niña vieja.
Recostada en la cama,
he debido cernir con mis dedos tus sábanas
para encontrarte.
María soy,
te digo.
Sonreís.
Una mueca imperceptible naciendo desde el fondo.
Te miro.
Saquito de huesos marrón,
a mi insulsa manera
también yo te he amado.
Ricardo, me decís.
Para no desengañarte digo sí.
Y ahora soy
-para mimarte-
tu hijo,
el fallecido.
[Clases de Olga; inédito]
Obra de Catrin Welz Stein |
LAPSUS
Antes de caer en completa senilidad
él me dijo:
Francesa:
Llevame a pasear a la plaza Independencia.
Quiero mostrarte el lugar
donde fue la redada.
Sentados en un banco
señaló:
Ahí, donde están las palomas.
Luego ordenó:
Anotá
Ave
Pico
Jaula
Hacé algo con eso.
Escribí:
Ave
usa tu pico
para romper la jaula
y huye.
Pero él había retrocedido varios años.
(Tucumán, Argentina, 1977)
para leer Praga en dos, Ediciones La Eterna, 2012
para leer una nota en CONTRAPUNTO
para leer + en EMMA GUNST
su BLOG
Preciosamente cotidianos...
ResponderEliminarAy, el segundo....Bico.
ResponderEliminarsi si, Darío, otra joyita en mi jardín primitivo ;)
ResponderEliminar