Fotografía de Gregory Crewson |
EROS SE EXPLICA UN POCO
Me estorbaban tus ojos. Te impedían
descender por los ríos de la carne
y remontarlos luego, lentamente,
a flor de piel. Mejor hubieran sido
ojos de mariposa: ocelos, sí, sedosos
círculos pintados que no ven,
que aletean. Mis párpados,
membranas fragilísimas que vibran por sorpresa
desde el centro del vientre, no resisten la luz.
Niño y pez, no quise que me vieras.
En medio de la noche suaves túneles
podía yo fingir
que hicieran de tu cuerpo luminoso
una amante vidriera, y tú podías pensar,
en el camino oscuro de mis manos,
caricias musicales
de un sendero muy hondo de puntos como estrellas.
Para que no tuvieras
miedo de mí. Para que no me hirieras
al filo de tus ojos.
Agudísima Psique, todavía
quieres poner las reglas, no comprendes
que de niños y peces ya no comprendes nada.
Yo no quiero jugar, yo soy el juego.
Y tú rompes el agua, y no me ves.
Ana Sofía Pérez-Bustamante - Ana Mourier -
(París, Francia, 1962)
Reside en Cádiz
de Mercuriales, Colección Esquío de Poesía, 2003
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"Y tú rompes el agua, y no me ves." esa imagen me gusta mucho
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