Dibujo de Thelma Seguí |
I
Se busca la cabeza
de una niña
por toda la ciudad.
Tierra y lombrices en mi mano.
Esa será mi tumba,
o el mar,
o el río.
O quizá mi cabeza también ruede y se pierda
lejos de mi cuerpo.
Dibujo de Thelma Seguí |
II
Las voces de búho en mi cabeza
no me dejan dormir.
La Osa Mayor se ríe de mi trillada reflexión.
Pequeña, como yo.
Aguardo el golpe en la puerta.
Pero no aguardo tanto
y la abro.
Dibujo de Thelma Seguí |
III
La lluvia distrae a la grieta.
El aire cargado de agua me hace niña.
Soy cuerpo y mente vaciados.
Soy flor que devora insectos.
Tú vibras en la hoja
y yo te miro.
Y soy la hoja.
Dibujo de Thelma Seguí |
IV
Piedras
raíces
culebras
compactas en la tierra.
Caigo
en el olor a óxido
y no llego nunca al fondo.
Será que el fondo no existe.
Será que es ese el destino humano:
no terminar de caer.
Dibujo de Thelma Seguí |
V
Caigo en una casa
dónde suena un reloj de péndulo
y una niña a oscuras se sienta en el suelo
a escuchar el rumor de los fantasmas
que conversan en su corazón.
Dibujo de Thelma Seguí |
VI
Y caigo en un charco sucio.
Es la bilis de un hombre lejano
que la ama tanto que la insulta,
pinta una berenjena en su piel.
Nado fuera del charco
y se me adhiere el aire nuevo, florido.
No le escupo a ese hombre.
Suficiente con decir basta y salir.
Dibujo de Thelma Seguí |
IX
La casa huele a guayabas.
El perfume de la fruta distorsiona la luz.
Me aferro a esa carne rosada,
a sus semillas diminutas,
las saboreo con olfato y extrañamiento.
Las guayabas maduran: me rodea una explosión de olores coloridos.
Mi piel comienza a ser fruta de trópico.
Otra vez.
Dibujo de Thelma Seguí |
X
El duelo con el musgo apretado de mis labios.
Musgo viejo y heredado.
El río murmulla orquídeas.
Dibujo de Thelma Seguí |
XII
Te descubrí en los frutos de mi manojo,
en los gritos de perico que fertilizan mi vientre.
Imagen de ti fragmentada
añicos
vaho
hasta que descubrí que te llevo en mi constelación tropical
Dibujo de Thelma Seguí |
XIII
Soy piedra.
Piedra de río.
Lisa, ovalada.
Dura.
Un cofre de silencio.
No estoy muerta.
Los átomos giran dentro de mí.
Y siento la corriente del río
que mueve la tierra
y salgo rodando hacia el mar.
Somos música:
agua, piedras, remos,
musgo, huesos, lluvia.
Su beso de agua
sobre mi espalda dura
es segundo eterno de arena y sal.
Soy de río y soy de mar.
Soy espíritu melodioso e imperfecto.
Cíclope con tercer ojo.
Desafino el canto de la higiénica maldad.
de Reflexiones tropicales, Proyecto Razones Poéticas, Barcelona, 2014
Edición bilingüe / Traducción de Jessica Rainey
B O N U S T R A C K (x4)
VUELTA AL MUNDO
Distingo una piedra viva
una piedra que de lejos parece hermosa.
Desde la distancia me envía palabras y luz
pero cuando intento acercarme para amarla
se fragmenta, inerte, opaca;
y tropiezo.
RÉQUIEM
El paisaje donde el árbol se hunde
los perros se suicidan
los pájaros explotan
y queda a solas el rumor de los neumáticos.
LA MISMA Y LA OTRA
Sigo siendo la niña
refugiada en el trópico, en aquella rama del árbol.
Sigo siendo la niña que también maté
porque de aquel árbol no queda nada.
RENACER
f r a g m e n t o
¿Será que regresa la niña?
¿Será que al fin escucha al árbol que le dice sí?
Que ella recoge semillas desterradas
y ha estado demasiado tiempo con sed,
siempre su sed.
de Nostalgia del presente, Índole Editores, San Salvador, 2014
Tania Pleitez Vela
(San Salvador, El Salvador, 1969)
Me gustó especialmente "La casa huele a guayabas". Felicitaciones a Tania Pleitez.
ResponderEliminarBesos