Ilustración de Jun Ayafuya |
Los volcanes se ven desde mi ventana,
claros y majestuosos
reinan esta ciudad miserable
cuando el smog se aleja a ratos.
Hay árboles cerca y pájaros,
hay gente que se niega a partir
cuando su vida está en su borde,
saben que se arriesgan a su borboteo ocasional
o que un día de furia les estalle el fuego como una fruta madura;
entre las antenas de televisión,
las azoteas con ropa desconocida en sus tendederos,
logro verlos al fondo como música de acompañamiento,
como una postal desgastada.
La mejor hora es por la tarde,
cuando las familias se guardan en casa,
no hay ruidos de autos,
solo el sentir de una tarde que comienza
y yo salgo al balcón
a mirar los volcanes, la tarde,
la calle vacía y la sombra de tus pasos cuando te has ido.
de La sexta casa, Instituto Sinaloense de Cultura, Guadalajara, Jalisco, 2018
Ilustración de Jonathan Viner |
Yo quería darte mi casa y mi país.
Que pusieras encima de tu mesa, tan cerca de tu cama,
un trozo de mí
para que no olvidaras
el tiempo de noviembre.
No hay verdades
pero las mentiras se dicen en voz baja en los cuarteles,
en salones de interrogatorios.
La voz agotada que confiesa
que este es un tiempo feroz.
Yo quería tanto
darte algo
para que no olvidaras mi rostro
o mi voz
que encierra algunos días
un acento parecido al tuyo cuando confiesas
—tan cerca de mí—
que no amas el mundo.
de La sexta casa, Instituto Sinaloense de Cultura, Guadalajara, Jalisco, 2018
Young Girl Walking In Airport Looking, arte digital de Tithi Luadthong, 2019 |
¿Qué más puede pasar?
He despedido gente en el aeropuerto,
en las terminales desiertas,
en la acera mientras abordan taxis sospechosos,
he pasado estos años despidiéndome.
Sobra decir: odio las despedidas porque no importa.
Eso no importa, porque es uno el que se queda
con la mano en alto por si voltean a verme.
Pronto me despediré de mí.
Me desearé buena suerte y verme pronto,
buen viaje.
Llegaré a donde vaya sintiendo que falto
y que no soy yo
la que ahora se va dejándome sola
injustamente.
Odio esperar las maletas.
Las aduanas.
No estar en ninguna parte.
No hablar el idioma y avanzar a tientas en la ciudad extranjera,
inhóspita casi siempre,
despectiva;
dejaré la casa y las plantas a medio morirse,
los libros en cajas,
las sábanas dobladas,
y me veré ir de lejos,
vestida con el abrigo ligero,
la mirada incómoda.
Es mi propia mano la que saluda en la distancia del pasillo,
soy yo la que devuelve la sonrisa y aguanta las lágrimas
por no verme más.
Porque no me tendré durante un tiempo para sostenerme.
Nadie aprende nunca a biendespedirse.
Balbuceamos el amor o el afán en palabritas tontas.
Al instante
me digo,
por si no me vuelvo a ver,
que ha sido punzante la experiencia de estar conmigo.
Me digo:
ha sido bueno encontrarme en mí.
El altavoz me nombra y me separo.
Entonces, justo ahí, doy la vuelta.
de La sexta casa, Instituto Sinaloense de Cultura, Guadalajara, Jalisco, 2018
B O N U S T R A C K (x2)
Me construyo,
uno a uno, piso sobre piso, me construyo alta.
miles de obreros traen en sus manos ladrillos como si fueran libros,
el edificio será rojo y monumental,
pero no lograré terminarlo,
porque ha llegado la orden de la demolición,
tengo que desalojarme sin prórroga;
la máquina está esperando
–como perro entrenado, paciente y babeante: alerta–
para hacer su labor también dedicada,
las instrucciones fueron dadas,
yo me salgo de mí
para ver cómo destruyen las paredes,
y hacen trizas puertas y ventanas,
los vecinos salieron de sus casas para ver el espectáculo de miseria ajena,
los obreros observan sentados, sobre ladrillos desempleados,
con un dejo de indiferencia que bien podría confundirse con pena
o solidaridad,
cómo se viene todo abajo.
Hay una polvareda en el lugar que era morada.
de De Un corazón un animal vivo (2008-2013)
en Proyectos espirituales / Brenda Ríos, Poesía Mexa, 2019
Ilustración de Jun Ayafuya |
QUÉ SÉ YO
Llegamos.
Medianoche.
El sitio a reventar.
La gente bailaba.
Y nunca te había visto.
Eras un natural. Amoroso
y cierto como los amores de veinte minutos.
Dijiste: Te quiero mucho flaca.
Me hiciste bailar
como yo no sabía.
Me besaste
si el beso es absorción.
Me dejaste marcas en el cuello virgen.
Me dijiste: ¿Por qué te quiero tanto, flaca?
y nunca jamás te volví a ver
de Escenas del jardín, Mantis Editores, 2015
Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano 2013
(Acapulco, México, 1975)
POETA/TRADUCTORA/ENSAYISTA/PROFESORA/
MÁSTER EN LETRAS LATINOAMERICANAS/
TALLERISTA/GESTORA CULTURAL
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Muy buenos poemas.
ResponderEliminarQué poemas más lindos!
ResponderEliminarPreciosa entrada!
Gracias!