Parece una mujer
que toma sol
en el borde de la pileta.
Se acomoda los lentes
con una mano,
y desliza
delicadamente
la otra,
rozando el agua.
Parece una mujer
que lee un libro,
hay un movimiento
imperceptible
de los labios,
o quizás
es un temblor ligero
en el mentón.
Parece una mujer
que está pensando,
tiene los ojos
cerrados,
el ceño inquieto,
y los pies
apenas encogidos.
Parece una mujer
que habla por teléfono,
mientras acaricia
la cabeza tibia
de su perro,
que mueve el rabo
pidiendo atención
Parece una mujer
contrariada,
lo revela
un titubeo sutil
en el cuerpo,
y la tensión
evidente
de la mandíbula.
Parece una mujer
que camina
decidida
hacia la puerta
de calle,
apretando con fuerza
un teléfono
entre los dedos.
Parece una mujer
que sale de su casa
y se aleja,
escoltada
por un perro
triste
que aúlla.
Parece una mujer
que aúlla.
Ilustración de Laura Breiling |
ESA PARTE
Con frecuencia
sospechosa,
olvido los platos sucios,
y dejo crecer el pasto
en el jardín de atrás.
Conservo
sin explicación,
frascos de perfume
vacíos,
biromes gastadas,
y una colección
de medias solitarias,
perdidas para siempre
de su par.
Camino desafiante
debajo de escaleras
abiertas,
y guardo
en rincones secretos,
golosinas
que aparecen en mi boca,
mientras miro
la película del mes.
A veces miento
sobre el estado civil,
y rezo sin convicción,
ante una posible
fatalidad
Me gusta
esa parte obtusa,
que cómodamente
instalada en un sillón,
acepta sin reproches,
la inquietud silenciosa
de los domingos
a la noche,
y el malhumor
sin filtro
de los lunes
a la mañana.
Ilustración de Laura Breiling |
LA RISA
Mi hija
y sus amigas,
sueltan
sus risas
al aire,
carcajadas
como globos,
como pájaros,
las bocas
abiertas
sin pudor,
los cuerpos
agitados,
en un temblor
dulce,
todavía infantil
Se recuestan
en el pasto,
intentando
atrapar
el último
rayo de sol
de la tarde,
hablan
de amores
recién
estrenados,
construyen
cartas astrales,
abrazadas
a los caprichos
del sol,
y las estrellas
Las observo
desde una
distancia
planetaria,
me gustaría
imaginar,
que las siluetas
luminosas
de sus risas,
son una foto
tomada
a contraluz,
un talismán,
dispuesto
a desafiar,
el roce del tiempo,
y sus heridas
Ilustración de Laura Breiling |
ESTADOS DE ÁNIMO
Me visitan
cuando quieren,
sin derecho
de admisión.
Se mueven
como
algas marinas,
según
la incidencia de la luz.
Cuando aparece
triste,
salgo al alba
recién
amanecida,
habiendo tocado
la ausencia
con la punta
de los dedos.
Incrédula
es puntual
por la tarde
cuando una pausa
en la rutina
la trae
con esa aspereza
azul,
que creía
perdida
La visita
de nostálgica
es nocturna.
Una sombra
viscosa,
que insiste
en pedir al universo,
aquello que ya
no le dará
Acepto
resignada
la convivencia
intermitente
con las tres.
Cuando se ven,
cierro la puerta
con llave
y oscurezco
las ventanas.
Como si
esas acciones
elementales
pudieran evitar
el regreso.
María Laura Guisen
(Rosario, Santa Fe, Argentina, 1973)
POETA/ESCRITORA/PSICÓLOGA/LECTORA
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Me encantaron. ¡Gracias!
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